El Colombiano

¿Medellín sostenible a punta de obleas?

Juan lleva siete años en la ciudad y asegura que ya se mira a un futuro más amable. Vendiendo obleas construyó una iniciativa ambiental.

- Por JUAN DIEGO POSADA POSADA MANUEL SALDARRIAG­A

De vender seguros de vida en Bogotá a vender obleas en Medellín. Así giró la vida de Juan Arciniegas, después de experiment­ar un largo proceso de reflexión y de encuentro consigo mismo. Hoy se dedica a vivir de estos postres, de la forma menos convencion­al posible.

Montado en lo que él llama un PT (Personal Transport) o transporte personal, Juan recorre las calles de Medellín conquistan­do clientes, como aprendió en su juventud. Solo que esta vez lo hace con obleas, para vivir.

Por su cabeza no pasa la idea de que el 44 % de Medellín trabaja en la informalid­ad, según datos del Departamen­to Administra­tivo Nacional de Estadístic­a (Dane). Él engrosa esa cifra de los que buscan el sustento sin ingresos fijos, aunque se mueva todo el día en dos ruedas.

Nacido en Caracas, Venezuela, pero criado en Colombia, Arciniegas llegó a la ciudad en el 2010 con 10.000 pesos en el bolsillo y la ropa que tenía puesta, después de viajar cuatro años por India y China, buscando alejarse de su vida pasada.

Vino sin rumbo fijo y encontró un local en abandono del barrio El Poblado en el que pasó su primera noche y así, seís meses más.

Tras un día en Medellín, alguien le ofreció limpiar una casa por 20.000 pesos y lo aceptó sin pensarlo. Ese dinero, ese “plante”, sería el origen de su negocio.

Obleas con Amor

“Si del cielo te caen obleas, ponles arequipe”, dice entre risas. Con el dinero que recibió por concepto de limpieza, compró dos paquetes de obleas y arequipe, “no alcanzaba para el queso”. Así nació su idea, Obleas con Amor, que luego sería registrada como empresa en Cámara de Comercio y lista para iniciar mo- delos de franquicia. Pero no todo cayó del cielo.

Juan salía todos los días en la mañana, desde las 7 a.m., a vender su manjar, con el ánimo de hacer el día a día. Por otro lado, escapaba a esa hora, también, para que el dueño del local no sospechara que un extraño dormía en las instalacio­nes.

Diariament­e recorría a pie entre seis y ocho kilómetros, el equivalent­e a ir por la autopista Regional, en linea recta, desde la calle 10 hasta la Universida­d de Antioquia. Un trayecto bastante largo si se tiene en cuenta que Juan cargaba una bandeja adaptada a sus hombros con un peso de 6 kilos. kilos es el peso promedio de los vehículos de Toy Electrics, sin carga adicional.

“Hágale, hágale... ¡pa’ adelante! La gente te dice que vuelva y pase y nunca te dicen que no, eso tiene esta región y sus habitantes, siempre te está diciendo que se puede”, cuenta Arciniegas, agradecido. Dice que su iniciativa no habría llegado a donde está si no hubiese sido por el “empuje” de los paisas.

¿Y cómo me muevo?

La espalda le dolía. A punta de obleas, Juan logró comprar una moto para moverse por varios puntos de la ciudad, pero el cansancio de cargar sus dulces por años lo desgastaba.

“Me puse a pensar en mis necesidade­s y en la movilidad de la ciudad”, explica. La idea era moverse de la forma más económica y sin hacer ruido.

“Necesito algo en lo que pueda emplazar la bandeja con obleas y, al mismo tiempo, pueda tener contacto con la gente”, pensaba Juan.

Se basó en las dos ruedas de su moto, la energía alternativ­a y en la posibilida­d de moverse para alcanzar objetos.

El resultado: un vehículo insonoro, eléctrico, con posibilida­d de giro en 360 grados en su propio eje y velocidade­s de hasta 60 kilómetros por hora.

Empresario nómada

Juan ha estado literalmen­te “rodando” por toda la ciudad, pues no tiene una casa propia. Ha vivido en El Poblado, Envigado, Itagüí y todos los sectores cercanos donde Obleas con Amor, su primer empresa, tiene fuerza.

Toy Electrics, su segundo emprendimi­ento, se ha forjado por los cientos de caminatas y obleas vendidas.

En eso ha basado su vida desde que llegó a Medellín: caminar y, ahora, rodar. Nunca tiene un lugar fijo.

Su visión empresaria­l ha sido motivo de discusión. Participó en convocator­ias, realizó créditos para diseñar sus modelos de transporte y a cambio recibía un: “a este man qué le pasa”. Nunca desistió.

Toy Electrics

Quiere cambiar la imagen de la ciudad. En Medellín, actualment­e, el crecimient­o del parque automotor es del 5 % anual, mientras que la malla vial crece al 1 %. Más autos, menos calles.

Como muchos otros habitantes, Juan no conoce estas cifras, pero las constata a medida que rueda por las vías.

“Cuando voy por la Aguacatala un viernes a las cinco de la tarde en un trancón y veo todos los carros soltando humo, me doy cuenta de que estamos volviendo esto nada”, opina.

Esa es su apuesta: construir vehículos que le puedan mejorar la cara a la ciudad, más económicos y con diferentes funciones. Tan versátiles que puedan ser un puesto errante de obleas.

Dos ideas, al mismo tiempo revolucion­arias, una por Amor y otra por Medellín y el planeta

 ?? FOTO ?? Juan vende obleas de 2.000, 3.000, 5.000, 7.000 y hasta 12.000 pesos. Asegura, al igual que con el transporte, que todas las personas deben poder acceder a ellas.
FOTO Juan vende obleas de 2.000, 3.000, 5.000, 7.000 y hasta 12.000 pesos. Asegura, al igual que con el transporte, que todas las personas deben poder acceder a ellas.

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