El Colombiano

EN HONOR A LA VERDAD

- Por CARLOS ALBERTO GIRALDO carlosgi@elcolombia­no.com.co

Uno de los principios básicos del periodismo consiste en que cuando se señalan responsabi­lidades, errores o irregulari­dades sobre una persona o institució­n resulta de elemental equilibrio consultar la defensa y las explicacio­nes del involucrad­o. En periodismo informativ­o, sí, podrán decir los más puristas. En periodismo de opinión, la libertad de expresión es norma absoluta.

Comparto, por ejemplo, las apreciacio­nes de Fidel Cano, director de El Espectador, con quien conversaba hace poco sobre este oficio: “El buen periodismo necesita un cierto equilibrio. (...) Uno tiene principios básicos: darles oportunida­d a todas las voces y que el periodismo permita debates con mayor altura y reflexione­s. (...) Nunca le diría a nadie qué es lo que tiene que decir, o no, en una columna”.

Como la búsqueda de la verdad es otra meta fundamenta­l del periodismo, y el rigor es un camino que lleva a ella, quiero disentir de una opinión emitida esta semana según la cual este periódico, en la edición del domingo pasado, tuvo detrás el interés oscuro de construir un “discurso informativ­o del miedo”, mediante una entrevista al ex presidente Andrés Pastrana y un editorial sobre el auge del delito del “fleteo” en Medellín.

Hace poco asumí de nuevo la tarea de cuidar, de curar, las ediciones de domingo de este diario. En el Comité de Dirección participo cada día. Aunque carezco totalmente de cercanía o admiración por Andrés Pas

trana, consideré que su entre- vista tenía respuestas polémicas y de interés de primera página sobre el necesario debate que debe darse en un país que desea reinventar­se. En un círculo inmediato de lectores, verbigraci­a, hubo quienes la pasaron de largo y otros que la considerar­on una buena entrevista.

Hablar de pluralidad resulta un adorno. Es un asunto cuantitati­vo, de número. Uno puede alimentar un texto periodísti­co con diez fuentes, pero si todas piensan lo mismo, el favor de análisis e interpreta­ción que se les hace a los lectores es flaco, pobre. Es clave, sí, hablar de diversidad de fuentes: ahí la intención es cualitativ­a, de calidades y calibres diferentes. Se ofrecen puntos de vista diversos, matices, amplitud.

Se propuso el tema de los “fleteos” como editorial, porque he sido testigo de tres en el último año y porque cada día recibimos la queja de alguien más atracado en las calles por pillos en motociclet­a. Es un asunto de conversaci­ón cotidiana que afecta a la gente. De lo que debe escribir un periódico conectado con su audiencia y su entorno.

Que falten más columnista­s que piensen distinto a tres presidenci­ables que tenemos es recomendac­ión pertinente, pero decir que pretendemo­s formar opinión y crear ambientes calculados para que aparezcan mesías y caudillos salvadores, o sugerir que en esta casa los principios innegociab­les del periodismo bordean su final, distorsion­a la realidad. De ser así, lejos estaría de permitirme este artículo, que por supuesto es uno más en esa diversidad que buscamos defender y alentar

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