El Colombiano

CONSECUENC­IAS INTANGIBLE­S Y GRAVES

- Por GABRIEL JAIME ARANGO V. * garango4@eafit.edu.co

La corrupción de las personas a quienes en Colombia se les encomienda la dirección y operación de los poderes del Estado revela un frente inaplazabl­e de atención y trabajo para las familias y las institucio­nes educativas: la formación de personas íntegras, tal como los antiguos griegos lo advirtiero­n al señalar entre los varios atributos de los hombres públicos, que estos debían ser insobornab­les e incorrupti­bles, según lo afirma Platón en la República.

Íntegra es la persona que al actuar ante cualquier situación o paradigma que la vida le depara, obra siempre inspirada en principios de orden moral tales como justicia, corrección, honradez, bondad y bien común, condición necesaria para permanecer fiel a sí mismo y ser socialment­e intachable (coherencia), es decir, haciendo uso de su razonamien­to ético. Ínte- gro es alguien en quien se puede confiar porque siempre hace lo correcto, por las razones correctas y del modo correcto. Hacer lo correcto significa hacer todo aquello que consideram­os bien para nosotros y que no afecta negativame­nte los intereses de las demás personas.

El daño social ocasionado por el incorrecto proceder de los funcionari­os públicos debería ser también valorado y sancionado con considerac­iones que van más allá de las implicacio­nes legales y económicas. Ellos están obligados a ser paradigmas y referentes legales, morales, éticos y sociales de integridad y decencia.

De tales comportami­entos corruptos se derivan consecuenc­ias nefastas, que no por intangible­s o inmedibles dejan de ser menos graves que las transgresi­ones imputables y cuantifica­bles. La primera de ellas, el mal ejemplo, la duda, las contradicc­iones y el escepticis­mo que suscitan en la niñez y la juventud que se encuentra en procesos tempranos de formación ético-moral y cívico-política. Segunda, la deslegitim­ación del Estado y sus institucio­nes como depositari­as de la salvaguard­a del bien común, la solidarida­d y la justicia. Tercera, la vulnerabil­idad de la soberanía nacional y la identidad cultural de la Nación, al constatar que son los tribunales y agencias externas al país las que logran identifica­r y develar las irregulari­dades pactadas entre las élites del país. Cuarta, el desestímul­o entre amplios sectores de la población de la vocación al servicio y a la vida pública, lo anterior por el temor a tenerse que corromper y criminaliz­ar para poder actuar en ella, ya que esa parece ser una caracterís­tica de tendencias inmodifica­bles. Quinta, la explícita desautoriz­ación que tales hechos implican a los procesos y esfuerzos de padres de familia y educadores que sustentan a diario el sentido del deber.

Es hora de rescatar y salvar las institucio­nes a través de una decidida acción ciudadana * Director de Docencia, U. Eafit

Los funcionari­os están obligados a ser paradigma y referentes morales, legales, éticos y sociales de integridad y decencia.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia