4 bloques que llegarían a la Presidencia
A cuatro meses de que inicie la campaña presidencial, 40 aspirantes buscan agruparse para sobrevivir.
En total 40 precandidatos recogen firmas o esperan el aval de un partido pero no todos tienen opción, se perfilan coaliciones para primera vuelta. ¿Quiénes las integrarían?
Acudir a las firmas para buscar un aval presidencial es el camino más expedito para convertirse en precandidato, pero también la vía más insegura para llegar a ser candidato. Esto significa que el propio mecanismo hará el primer filtro y de los 27 por grupos significativos, pocos sobrevivirán. Otros dos ya tienen aval y once lo buscan en sus partidos políticos.
La Registraduría, que en cuatro meses exactos abrirá inscripción de candidatos, hará un estricto proceso de revisión y sistematización de las firmas y anulará registros duplicados, folios y renglones fotocopiados, datos ilegibles, nombres que no correspondan o que no se encuentren en el censo electoral.
El último caso de recolección de apoyos ciudadanos fue para la consulta anticorrupción. De las 4’236.881 rúbricas reportadas, el grupo de verificación de la Registraduría solo validó 3’092.138. Esto quiere decir que el 28 % de las firmas fueron desechadas.
¿Qué pasará con quienes no logren certificar las 396.286 firmas mínimas para obtener el aval? Los que obtengan mayor visibilidad buscarán o serán invitados a una de las cuatro coaliciones que se vislumbran para la primera vuelta, programada para el próximo 27 de mayo de 2018.
Igual ocurrirá con los precandidatos de los partidos Liberal, Conservador, Polo Democrático, Alianza Verde, Alianza Social Independiente y la Unión Patriótica. Están midiendo pulsos, pero sus dirigentes, con realismo político, hablan de la necesidad de hacer alianzas, para garantizar el tránsito a la segunda vuelta. Ninguno tendría éxito solo.
Se adelanta segunda vuelta
A parte del récord de precandidatos, las elecciones que vienen podrían trastocar la diná- mica histórica: la primera vuelta no sería la tribuna para candidatos y partidos, como ha sido habitual, sino la oportunidad de hacer las primeras alianzas, algo que era propio del balotaje o segunda vuelta, que esta vez será el 17 de junio.
Rodolfo Arango, doctor en Derecho Constitucional y docente de la U. de los Andes, precisó que nadie tiene votos suficientes para ganar aislado, y por eso el que no vaya en coalición no pasará a segunda vuelta. “En diciembre de este año ya sabremos que coaliciones son las más opcionadas”.
En contraposición, Carlos Arias, docente de la Maestría en Comunicación Política de la U. Externado, sostuvo que los candidatos más relevantes intentarán llegar solos a primera vuelta para mostrar peso en una coalición y ganar legitimidad. “El número de votos que obtengan les dará margen para una negociación programática y/o burocrática”.
En esa misma línea Carlos Medina, docente de Ciencias Políticas de la U. Nacional, dijo que nadie está dispuesto a renunciar a sus aspiraciones, porque todos se sienten ganadores. “Es posible que la primera vuelta sea de candidatos y la segunda de coaliciones. El problema es que ya no haya tiempo de alianzas y que la suerte se defina en primera”.
Al respecto Fabián Acuña, docente de Ciencia Política de la U. Javeriana, expresó que la primera vuelta será la pugna para definir quiénes van a liderar esos bloques, porque aún no hay líder visible y ninguno ganaría en primera. “Podrían llegar a segunda vuelta dos candidatos a favor o dos en contra del Acuerdo”.
Sobre el particular Clara Rodríguez, docente de Ciencia Política de la U. Nacional, sostuvo que la primera vuelta será combinada, porque algunos, por sus egos, se irán solos has- ta el final, mientras que otros, más pragmáticos, buscarán alianzas desde el inicio.
Agenda de las coaliciones
Por más que se intente sacar del debate electoral a las Farc, la posición de los precandidatos sobre el Acuerdo y la negociación con el Eln marcarán el derrotero de las sinergias entre los distintos grupos.
Si bien la visión sobre la paz generará uniones, en palabras de Germán Valencia, investigador del Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia, otros asuntos como la reactivación de la economía, serán los protagonistas de la agenda.
“La diferencia en cuanto al Acuerdo no será muy relevante. La opinión pública se interesará más en empleo y educación”. CARLOS ARIAS Comunicación Política U. Externado
Para Arias las diferencias de discursos sobre el Acuerdo no será lo más relevante, y la opinión pública tendrá más interés en las propuestas de empleo y educación, “porque el presidente Juan Manuel
Santos dejó de lado, un poco, esos temas. El discurso de la lucha anticorrupción está de moda, pero no será decisivo”.
Según Luis Trejos, docente del Departamento de Ciencia Política de la U. del Norte, el centro de la campaña será nuevamente la paz. “No creo que la derecha use la bandera de la corrupción, porque muchos funcionarios cercanos a los partidos están involucrados en los escándalos. Los de izquierda incluirán un discurso anticorrupción y la mejoría de las costumbres políticas”.
¿Podrían ganar en primera?
En voz baja, pero sin misterio, dirigentes como Claudia Ló
pez (Verde), Roy Barreras (La U), Juan Fernando Cristo (Liberal) y el propio Humberto de la
Calle han dicho que por puro asunto de matemática política, si los que apoyan el Acuerdo se van dispersos, el uribis- mo podría ganar en primera.
Según Arango, por ahora cualquiera de los cuatro bloques (derecha, centro derecha, izquierda y centro-izquierda) tiene opción de llegar a una segunda vuelta, pero si las derechas se juntan, podrían poner presidente en mayo.
Para Carlos Barrios, docente de Ciencia Política de la U. Nacional, a la luz de los estudios de cultura política y por los antecedentes electorales en que no salen bien libradas las propuestas de la izquierda, es posible que en segunda vuelta la disputa sea entre la derecha y la centro-derecha.
Así la cosas, los partidos y movimientos se enfrentan a un dilema: o se unen para buscar opción real de poder o se arriesgan a entrar como convidados de piedra al final o no ser invitados a la mesa