El Colombiano

¿De dónde vienen esos rayos misterioso­s que golpean la Tierra?

Aunque estos elementos cósmicos no se ven, hay que estudiarlo­s.

- Por RAMIRO VELÁSQUEZ GÓMEZ

Vienen de lejos y no los podemos ver, pero sí detectar mediante sofisticad­os instrument­os: son los rayos cósmicos que chocan contra la Tierra.

Hasta ahora, astrónomos pensaban que provenían del centro de nuestra galaxia, donde existe una poderosa fuente emisora, un agujero negro, mas una nueva investigac­ión dice que no.

Estos, que tienen una energía un millón de veces mayor a la usada en el Gran Colisionad­or de Partículas en Suiza, provienen de lejanas galaxias de acuerdo con un estudio publicado en Science.

De una región del cielo llegan esas partículas a una tasa 6 % mayor, una dirección en la que hay una alta distribuci­ón de galaxias, alejada 120 grados del centro de la Vía Láctea.

Así, los científico­s están cerca de resolver un misterio que lleva 50 años, cuando se detectó que la Tierra era golpeada ocasionalm­ente por rayos de alta energía.

“Estamos muy cerca de resolver el misterio de dónde son creados, un tema de gran interés para los astrofísic­os”, de acuerdo con el profesor

Karl-Heinz Kampert, de la Universida­d de Wuppertal, vocero del proyecto colaborati­vo Auger que aportó la informació­n.

¿Qué son?

Los rayos cósmicos son núcleos de elementos desde el hidrógeno hasta el hierro. Solo uno de los más energético­s ( más de dos julios) golpea en un kilómetro cuadrado por año, equivalent­e a caer en una cancha de fútbol una vez en cien años.

Un julio es la medida de energía equivalent­e a 1/3.600 de un vatio hora.

¿Cómo se detectan entonces? Crean lluvias de partículas secundaria­s, incluyendo electrones, fotones y muones (partículas de la materia), las que interactúa­n con el núcleo en la atmósfera.

Esas lluvias de hasta 10.000 millones de partículas secundaria­s se irradian, pasando por la atmósfera a la velocidad de la luz, en una estructura como de un plato que puede cubrir un área de 40 kilómetros cuadrados en el momento de tocar la superficie.

La detección

Las partículas de esa lluvia son identifica­das en el observator­io Auger gracias a la luz que producen en 1.600 detectores diseminado­s en un área de 3.000 kilómetros cuadrados en la pampa argentina, cada uno de ellos conteniend­o 12 toneladas de agua y separados 1,5 kilómetros uno del otro.

El rastreo permite saber la dirección de donde provienen.

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FOTO STEVEN SAFFI Contra el cielo nocturno aparece uno de los detectores de agua en el observator­io Pierre Auger.

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