MÉXICO, LA REVOLUCIÓN DE LOS ESCOMBROS
En el México narco y violento, nada distinto de Colombia, los terremotos sacaron a flote la solidaridad. Nadie llamó a esos muchachos a arriesgaaaarse debajo de las ruinas con tal de salvar a un perro. Nadie les pagó ni les proporcionó elementos de rescate.
Las redes sociales hicieron las veces de organizadores colectivos. Cada cual convocó a quienes aportaron mantas, agua, herramientas, brazos. Como si del asfalto ondulante hubiera brotado una humanidad alternativa.
Señoras anónimas cocinaron durante horas los alimentos para esta nutrida cuadrilla de Robin Hood. El país del Chapo Guzmán se movilizó en pos de nada, ni siquiera de un agradecimiento. La juventud se apresuró detrás de lo inútil. No buscaba ningún lucro ni fama ni poder sobre el prójimo.
La conciencia india, omnipresente en calles, plazas y pirámides, se alzó por encima de los siglos agitando la palabra comunidad. Nezahualcóyotl, poeta y gobernante precolombino, quien construyó el acueducto, diseñó el bosque de Chapultepec y a cuyo nombre se dedica hoy el estadio de fútbol capitalino, tal vez los anima: No hago más que buscar, No hago más que recordar a nuestros amigos. ¿Vendrán otra vez aquí?, ¿han de volver a vivir? ¡Una sola vez nos perdemos, una sola vez estamos en la tierra!
Los temblores con frecuencia desentrañan templos y pala- cios de la vieja Tenochtitlán. El suelo se despereza para demostrarles a los mexicanos que están sostenidos por cimientos de cuando eran una Atenas desconocida para Europa.
En esta ocasión el sismo hizo además emerger la compasión, el sentir en común con los demás. Se derrumbaron los edificios pero se encumbró la benevolencia. ¿Qué país nuevo apareció entre las bandas de jóvenes que, en vez de protestar con pasamontañas, visitaron con comida los albergues de los más pobres?
Un día antes del terremoto ningún científico social habría presagiado semejante insurgencia. Pancho Villa se admirará desde su tumba ante estas tropas de hablar dulce y actuar eficaz. Los meros machos, de pistola y bigotón, cantarán corridos divergentes en la plaza Garibaldi.
Y América Latina, tronchada entre populismos y polos que se ladran, se pregunta estupefacta de dónde salió esta revolución de los escombros
La conciencia india, omnipresente en calles y pirámides, se alzó por encima de los siglos agitando la palabra comunidad.