¡NO SIGAN EMPEÑANDO NUESTRO FUTURO!
Por estos días salió a la luz pública un proyecto presentado por el ministro de Hacienda que pretende descapitalizar el Fondo Nacional del Ahorro y apropiarse de 400.000 millones, supuestamente para inversión social. De no haber sido porque desde las redes sociales se hizo la denuncia, muy probablemente nadie se habría enterado y el gobierno habría logrado su cometido sin mayores percances.
Decía Margaret Tatcher que “el Estado no tiene más dinero que el dinero que las personas ganan por sí mismas y para sí mismas. Si el Estado quiere gastar más dinero, solo puede hacerlo en- deudando tus ahorros o aumentando tus impuestos”.
En este caso, el gobierno ha recurrido a ambas: aumentar los impuestos vía reforma tributaria, pero también apropiarse de parte de los ahorros de los colombianos. Peor aún, sabiendo que aunque se diga que son para “inversión social”, muy probablemente estos recursos terminarán convertidos en más de la famosa “mermelada”.
Es impresentable que en un país con la economía en cuidados intensivos, el gobierno sea tan insensible de meterse en los bolsillos de quienes con la fuerza de su trabajo han ahorrado para acceder a una oportunidad de vivienda o educación.
Si bien desde el ejecutivo se ha dicho que esta descapitalización no representa peligro alguno para el Fondo Nacional del Ahorro, los expertos han señalado todo lo contrario. Para no ir muy lejos, Au
gusto Posada -expresidente del FNA-, ha asegurado que “nunca en sus 50 años se había tocado al Fondo Nacional del Ahorro (FNA) y a sus ahorradores para desfinanciarlos”.
Mientras Colombia atravesaba por la bonanza petrolera entre 2011 y 2015 con un precio superior a 100 dólares por barril, se calcula que se logró un presupuesto de $57 billones, de los cuales $13 billones fueron destinados a grandes proyectos viales, entre ellos la “Ruta del Sol”, hoy vinculada al escándalo de Odebrecht. El resto de ingresos sirvieron para alimentar una maquinaria electoral por medio de los llamados “cupos indicativos”, que no son más que tajadas con las que el gobierno compró todo y a todos para garantizar “gobernabilidad”.
Si hubiera existido una mentalidad gerencial y políticas de Estado de medio y largo plazo, dichos recursos se hubieran podido invertir en ciencia, tecnología, innovación y emprendimientos; y no en satisfacer la insaciable vanidad y cortoplacismo del oficialismo.
Sin pena ni gloria, el gobierno está enviando el mensaje de que no le importa exprimir hasta el último peso los recursos de los colombianos y dejarnos las manos amarradas a pesar de que ya llega al ocaso de su periodo y con una aceptación por el piso. No solo pone en inminente riesgo la estabilidad del Fondo Nacional del Ahorro sino que sigue dejando al país “empeñado” y con una responsabilidad fiscal enorme para el gobierno entrante. Sobre este asunto deben estar vigilantes los congresistas, los candidatos a la Presidencia y los funcionarios públicos. Que no “raspen la olla” para quedarse con nuestros ahorros como si fueran “la caja menor” de la que echan mano cada vez que el apetito voraz del clientelismo les pide más.