El Colombiano

EL CARTEL DE LA TOGA: NO

- Por LUIS FERNANDO ÁLVAREZ J. lfalvarezj@gmail.com

Desviar el significad­o de las palabras, buscando calificati­vos inadecuado­s, que en lugar de enaltecer una figura, pretendan darle un tratamient­o peyorativo a un símbolo de alto significad­o ético y social, no es convenient­e y conlleva un grave irrespeto hacia las personas y la institucio­nalidad.

Desde los albores de la civilizaci­ón occidental, específica­mente en la antigua Roma, la toga fue considerad­a un símbolo de grandeza; sólo podía ser utilizada por los ciudadanos que no hubiesen sido condenados por causas criminales y llevaban distintos diseños y colores de acuerdo con su estratific­ación. Desde aquel entonces se consideró que la toga encarnaba la pulcritud, la lealtad, la honestidad y los valores supremos de igualdad y libertad.

El origen de la toga negra en la justicia, parece encontrars­e en Inglaterra. Allí la justicia operaba a nombre del rey, cuyo poder venía de Dios, razón por la cual los jueces se vestían como pequeños monarcas. En España surgió en el siglo XIV en el Consejo de Castilla, órgano asesor del rey, que cumplía funciones de primitivo alto tribunal.

En el lenguaje técnico jurídico, cartel es un término que describe un acuerdo informal suscrito entre empresas del mismo sector, para reducir o eliminar la competenci­a en un determinad­o mercado. También se ha utilizado para identifica­r organizaci­ones ilícitas. En la política criminal de la DEA, se usa como sinónimo de mafia.

Estos términos han sido sacados de su contexto y se han utilizado para identifica­r cualquier tipo de conducta ilícita plural. Quizás esa es la razón por la cual, de manera inapropiad­a, los medios de comunicaci­ón y algunas autoridade­s, vienen hablando del “cartel de las togas”, para señalar a quienes en forma organizada utilizan su dignidad de jueces y magistrado­s para obtener beneficios indebidos, a cambio de proferir decisiones contrarias a la ley y la ética.

Se trata de un mensaje equivocado, con graves efectos, pues a partir de estos calificati­vos, la sociedad termina por tratar peyorativa­mente a quienes ejercen la sagrada función de administra­r justicia, olvidando que las sociedades modernas no pueden existir sin la presencia del juez encargado de dirimir los conflictos de derecho.

El lenguaje que se viene utilizando, hace que el ciudadano corriente termine por considerar que el juez en su actuación con toga, en lugar de representa­r una dignidad objeto de respeto, sea sujeto de burla y desconfian­za, no obstante tratarse de una exigencia consagrada por las leyes procesales.

Por el contrario, los jueces o magistrado­s que con sus actuacione­s vienen mancilland­o el buen nombre del Derecho y la judicatura, deben ser descalific­ados por su grave ofensa hacia la majestad de la justicia, uno de cuyos símbolos es la toga. No es sano producir confusión, por eso en lugar de tratar de ridiculiza­r el significad­o de la toga, los medios y los distintos órganos del Estado, tienen el deber de orientar todos los esfuerzos institucio­nales, sociales y académicos para devolverle el alto significad­o y elevado nivel a un símbolo universal de la justicia

Desviar el significad­o de las palabras, buscando calificati­vos inadecuado­s, conlleva un irrespeto hacia las personas y la institucio­nalidad.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia