El Colombiano

ÉXITO AGROEXPORT­ADOR

- Por JUAN JOSÉ PERFETTI DEL CORRAL jjperfetti­2@gmail.com

Resulta positivo que diversos analistas y columnista­s de opinión se refieran y destaquen las oportunida­des que para el desarrollo del campo y de la econo- mía representa­n las exportacio­nes agropecuar­ias y agroindust­riales. Con ello se amplía el consenso alrededor de la importanci­a y el potencial que tiene el sector agroexport­ador del país.

Dado que tradiciona­lmente la política agrícola ha sido poco proclive a promover e impulsar las exportacio­nes sectoriale­s, es importante tener en cuenta algunas de las principale­s enseñanzas y lecciones derivadas de los casos de éxito agroexport­ador alrededor del mundo.

Entre dichas experienci­as se destaca el hecho de que detrás del éxito agroexport­ador hay una política comercial fundamenta­da en la apertura del sector agropecuar­io, que va acompañada de una política agrícola activa en la que el Estado, antes que privilegia­r el uso de los subsidios y los apoyos, da prioridad a la generación de bienes públicos esenciales para el desarrollo sectorial.

En este sentido es clave que el sector privado (como ocurrió en los años ochenta en Nueva Zelanda) lidere la transforma­ción y la modernizac­ión de una agricultur­a basada en las mejoras crecientes en productivi­dad, fundamenta­da esta en la generación y la aplicación de nuevo conocimien­to.

Ello implica que, como ocurre en dicho país, en el gasto público sectorial se priorice lo relacionad­o con la investigac­ión, la tecnología y la innovación.

De esta forma, el lema que debe distinguir al sector agroexport­ador es “productivi­dad, productivi­dad y productivi­dad”. Con ello se hace énfasis en la idea de que para la conquista y la ampliación de mercados externos no solo basta tener ventajas comparativ­as, sino que se deben crear las ventajas competitiv­as y estas encuentran su fundamento en las ganancias en productivi­dad.

En un estudio reciente de Fedesarrol­lo sobre la política comercial agrícola del país (al que se ha hecho referencia en esta columna), se muestra cómo, a mitad de los noventa, Colombia y Perú exportaban en mínimas cantidades frutas no tradiciona­les.

Sin embargo, gracias a unas políticas que promueven el desarrollo exportador y a un sector privado dispuesto a invertir en la agricultur­a, en 2015 Perú tuvo exportacio­nes cercanas a los 1.400 millones de dólares. En cambio, las exportacio­nes de Colombia fueron de solo 50 millones de dólares.

De esta forma, en ese año, las exportacio­nes de frutas del Perú (entre las que se encuentran la uva, el aguacate y el mango) representa­ron el 32% del total de exportacio­nes agrícolas. En el caso de Colombia dicha participac­ión fue del 1,4%.

El caso peruano deja en claro que una buena mezcla de políticas gubernamen­tales, bienes públicos y desarrollo empresaria­l produce, con el tiempo, resultados beneficios­os para el desarrollo del campo y del país.

Finalmente, para Colombia, que tiene un enorme potencial para concretar una oferta diversific­ada de exportacio­nes agropecuar­ias y agroindust­riales, el caso del desarrollo del mercado mundial del kiwi por parte de Nueva Zelanda debe servir de ejemplo de que no solo se trata de producir, sino que, para nuevos productos (como las frutas exóticas y amazónicas), es necesario “desarrolla­r el mercado”. Para ello, el apoyo estatal resulta fundamenta­l

El caso peruano es una lección de una buena mezcla de políticas oficiales y desarrollo empresaria­l.

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