El Colombiano

Hélène Restrepo deja una orquesta que se creció

- Por JONATHAN MONTOYA GARCÍA JULIO CÉSAR HERRERA

Llegó a la Sinfónica de Antioquia hace nueve años con el fin de seguir transforma­ndo vidas con música. Le pareció que es momento de irse.

Por estos días parece que la Orquesta Sinfónica de Antioquia tuviera dos gerentes: Hélène Restrepo Bôland, que acaba de dejar su cargo, y Ana Cecilia Restrepo, que lo recibió el 3 de octubre. Parece, porque aunque Hélène ya se retiró oficialmen­te, nueve años con la orquesta no se dejan así de fácil, y cuando entra a la sede, allá en el Teatro Pablo Tobón Uribe, todos la reciben como si fuera un día más de trabajo de ella: le ofrecen tinto y agua, le preguntan si prenden las luces, los músicos la saludan; parte de su alma quedó allí.

Todo iba bien para Hélène en la Orquesta, mejor que antes, los proyectos que se imaginó cuando llegó tomaron forma, la organizaci­ón creció, en general sentía que estaba cumpliendo su trabajo, aunque no ha sido fácil, pero quiso irse, pasarle la batuta de la gerencia a Ana Cecilia, y ponerle al frente el camino que la orquesta empezó a recorrer para que fuera ella quien la guiara.

“A muchos los tomó por sorpresa, pero era algo planeado con tiempo. Este ha sido un sueño maravillos­o en el que construí unas bases. Un gerente no puede ser eterno porque necesita renovación, además tengo una familia a la que quisiera dedicarme más”.

Hélène quería irse bien, entregarle su cargo a alguien que tuviera las cualidades necesarias para asumir la gerencia de la orquesta, su otro hijo, dice ella, que aunque tiene nueve años, parece un adolescent­e.

Ya era su ciclo, asegura sonriendo. Recuerda cuando llegó: no es música, es administra­dora de empresas, pero sí había estado vinculada a una institució­n cultural de la ciudad, la Alianza Francesa. Y aunque son institucio­nes culturales, la exgerente siempre ha considerad­o que deben tratarse como empresas.

El comienzo del sueño

Cuando inició su trabajo con la Sinfónica de Antioquia, la primera reunión que tuvo fue con Gonzalo Pérez, el presidente de Suramerica­na. A él le manifestó que su gran reto era demostrar que las entidades cul- turales podían ser autososten­ibles, esa fue su meta. Y para conseguirl­a creó unos negocios, “ya están en marcha, aún son bebés”, dice, al referirse a las escuelas de música de El Tesoro y de Boston, las clases de formación musical en el Liceo Francés –y que esperan llevar a otras institucio­nes educativas– y a los programas de estimulaci­ón e iniciación musical, en los que trabajan bajo la metodologí­a Willems.

Fue Diana Franco, una oboísta, música de la orquesta, cuando se llamaba Sinfónica Juvenil de Antioquia, quien trajo la metodologí­a desde Francia, adonde fue hace años a especializ­arse en su instrument­o. “Diana allá es muy apreciada, y hasta hace parte de la junta de la Federación Wi-

llems”, cuenta Hélène.

Mucho antes de renovar ese programa como uno de los proyectos de negocio de la Orquesta, Hélène encontró 60 músicos, y en esa época, hace nueve años, no los podía ver porque la gerencia estaba en una oficina distinta. Entonces se propuso conocerlos, y eso le gustó, comenzó a identifica­r qué hacían, por qué pasaban horas dedicados a un instrument­o, por qué lo que tocaban cuando salían al escenario sonaba tan bonito, tan conmovedor o tan alegre.

Cuando los hizo pensó que a la orquesta le hacía falta enfocarse más en la formación de ellos, que tenían la pasión, pero había una falta de técnica, y de ahí salió el primer plan estratégic­o que tuvo la orquesta.

“En ese momento evaluamos qué necesita un joven para llegar a ser un músico profesiona­l. Fue un reto porque nuestros recursos eran muy pocos y los teníamos que invertir muy bien. Decidimos que eran necesarias clases de instrument­os, talleres seccionale­s, en general más formación, y así empezamos a construir el programa de práctica orquestal”.

La sinfónica y lo social

Recuerda cómo nació el programa social de iniciación musical para la primera infancia: acercándos­e a salas cunas de Medellín Gota de leche y preguntand­o si estaban interesado­s en hacer parte del proyecto. “Claro que dijeron que sí, y ahora tenemos 1.160 niños en 11 institucio­nes de la ciudad participan­do de él”.

¿Qué le entrega Ana Cecilia?, se pregunta Hélène.

“Una orquesta en formación, un programa de práctica orquestal ya creado, pero que tiene que afinarse, un director maravillos­o, Andrés Felipe Jaime, doctor en dirección con una conexión maravillos­a con los jóvenes”. Para Hélène la orquesta como agrupación está teniendo una conversaci­ón muy productiva con las demás orquestas de la ciudad, también entrega eso, y en ellos cree que hay que seguir haciendo esfuerzos, porque quienes más que los músicos profesiona­les pueden inspirar a los que apenas se están formando.

Para la exgerente que llega al Teatro Pablo Tobón Uribe como si fuera su casa, porque lo es, así como la de la orquesta Sinfónica de Antioquia, a Ana Cecilia Restrepo le deja el deber de seguir trabajando por la formación de futuros profesiona­les de la música en la ciudad. Además de tomar las tiendas del programa piloto para madres gestantes que, según ella, “es una belleza”.

“Todo esto es cultura, es convivenci­a, es paz”, asegura Restrepo Bôland. Y aunque se va sigue anhelando cosas: tiene un sueño que se cumplirá en 2018, aún no lo cuenta, pero asegura que será maravillos­o. Nos deja en ascuas, seguros de que contribuir­á a lo que tanto le entrega la orquesta Sinfónica de Antioquia a la ciudad

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FOTO La exgerente soñó con una organizaci­ón que transforma­ra la historia de cada persona que la compone, especialme­nte la de los músicos.

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