LAS BALDÍAS, EL PEQUEÑO Y MÁS GRANDE
Casi siempre cuando escribimos sobre medio ambiente nos referimos a la contaminación, su impacto y degradación sobre la calidad de vida, o de la pérdida de esperanza y capacidad para sobrevivir frente a los retos del futuro. Cosa muy real cuando ponemos una lupa sobre nuestras grandes ciudades, y el caso del Valle de Aburrá no es la excepción, pero cuando aumentamos su potencia de alcance, este accidente geográfico muestra lo que otros no tienen: un modelo de regeneración de la vida, llamado Las Baldías. El páramo más pequeño de Colombia y único en el Valle de Aburrá.
Este páramo de 500 hectáreas se encuentra en jurisdicción de los municipios de Bello, San Jerónimo, San Pedro de los Milagros y Medellín. Está localizado en la Cordillera Central, a una hora de viaje y 30 km de distancia hacia el noroccidente del área metropolitana del Valle de Aburrá. Desde hace aproximadamente 40 años la familia Moreno lo ha regenerado, cambiando la vocación de sus suelos, pasando de fincas productoras agropecuarias a reguladoras de servicios ambientales para todos. Es modelo de conservación privada, poco valorada y muy poco reconocida en Colombia.
Actualmente, esta área presenta una estructura ecológica principal muy cercana al estado original antes de que llegara la actividad ganadera a la región. Las lluvias y niebla de este vital ecosistema drenan hacia el corregimiento de San Sebastián de Palmitas y el municipio de San Jerónimo y hacia el oriente hacia Bello y San Pedro de los Milagros, y desembocan en el río Medellín, condición determinante para el abastecimiento de toda esta población. Es decir, beneficia a cerca de dos (2) millones de personas, incluida Medellín, de los cuales ninguno de sus habitantes paga un solo peso por recibir este servicio.
Pero por este servicio suministrado por iniciativas de conservación privadas como la de la familia Moreno, Corantioquia y demás CAR, incentivan con recursos financieros o en especie a los dueños y comunidades asentadas en dichos territorios, cosa que todavía no se ha dado en Las Baldías. Mientras que esto se da, la Corporación beneficia con este incentivo a los dueños de la parte alta de la cuenca río Grande río Chico, en la región Norte de Antioquia o Territorial Tahamies, habitantes del Parque Regional Natural Cuchilla de las Alegrías en la región Occidente o Territorial Hevéxicos y a los habitantes de la Cuchilla Jardín Támesis en la región del Suroeste o en la territorial Citará.
Es urgente que pronto se haga en Las Baldías. Es más que justo. El aporte económico de este ecosistema a la región no es poco. Son aproximadamente 4.5 millones de dólares anuales y para un horizonte de 20 años se espera que aporte al Valle de Aburrá aproximadamente 54.5 millones de dólares, representado, solamente, en abastecimiento y calidad de agua para consumo humano, regulación hídrica, de sedimentos y del clima, prevención de desastres y recreación. Las Baldías también regulan la temperatura del aire que llega al Valle de Aburrá y captura las emisiones de carbono generadas por las actividades del hombre y mantiene la productividad de sus suelos.
Este ejemplo debe ser replicado. A pesar de ser el páramo más pequeño del país, haciendo una comparación con los más grandes como Chingaza y Santurbán, Las Baldías se ubica en el tercer lugar en número de habitantes que beneficia con abastecimiento de agua por hectárea en páramo.
Este 28 de septiembre pasado recibió el premio Germán Saldarriaga del Valle. Que aunque los reconocimientos son fundamentales para visibilizar el gran esfuerzo privado de toda una familia, el haber restaurado el sistema que abastece de agua y aire a Medellín, merece que este esfuerzo sea compensado y pagado por la región más próspera del país.
Estamos en mora de reconocer económicamente aquí también el tiempo, dedicación y compromiso de sus guardianes que por generaciones lo han hecho de manera silenciosa como sucede con la mayoría de familias héroes de este país. Y estoy seguro que Corantioquia no les será indiferente
Las Baldías, el páramo más pequeño del país y único en el Valle de Aburrá, que abastece de agua y aire a Medellín, merece que sea compensado y pagado.