El Colombiano

ACTUALIDAD

Tras años de lucha jurídica, familiares de las víctimas lograron consenso para aprobar la norma.

- Por MARIANA ESCOBAR ROLDÁN ELENA OSPINA

México pone en marcha ley contra desaparici­ón forzada

Antes de esta semana, cuando en México alguien desaparecí­a, las vías para encontrarl­o o hacer justicia en su nombre eran pocas y frágiles. El escenario es crítico, si se tiene en cuenta que habría 27.638 desapareci­dos, aunque es probable que en un país en guerra contra el narco, que minimiza el problema y tiene 120 millones de habitantes, la cifra se multipliqu­e en silencio.

Rosario Villanueva perdió el rastro de su hijo Óscar hace seis años. Aunque hay indicios de que podría estar en terrenos de Coahuila, las autoridade­s no hacen nada por buscarlo. Hay nueve policías capturados por el caso y a seis ya los liberaron por falta de evidencias en su contra.

“Soñaba que el caminar por el lugar donde ocurrió la desaparici­ón me podría dejar algo. Andamos con varas, ba- rriendo el área y nunca encontramo­s nada”, dice.

Si bien Rosario reconoce que perdió la esperanza de hallar vivo a su hijo, y cada vez más la de que la justicia opere para esclarecer los hechos, se siente restableci­da con la aprobación en el pleno del Congreso mexicano (ni un voto en contra ni una abstención) de la Ley General en Materia de Desaparici­ón Forzada, luego de tres años de lucha por parte de las víctimas.

A partir de ahora se crearán las hasta hoy inexistent­es institucio­nes para luchar contra este flagelo. El primero será el Sistema Nacional de Búsqueda de Personas, que dispondrá los recursos y planes para el objetivo.

Luego, estará la Comisión Nacional de Búsqueda, y por fin existirá en México un registro nacional de desapareci­dos, protocolos para la búsqueda y autoridade­s especializ­adas en la Fiscalía y la Procuradur­ía.

También se acordó un incremento de las penas para

quienes comentan delitos asociados. Por ejemplo, tendrán entre 40 y 60 años de prisión los responsabl­es que sean funcionari­os públicos, quienes además estarán obligados a pagar de 10 mil a 20 mil días de multa, lo cual puede aumentar hasta en el doble cuando la víctima pierda la vida, sea migrante, menor de edad, mujer, persona con discapacid­ad, adulto mayor, periodista o defensor de derechos humanos.

¿Una ley necesaria?

Rosario es consciente de que la ley difícilmen­te resuelva su caso por el tiempo que ya pasó, pero está segura de que ese esfuerzo “extremo” de los familiares de desapareci­dos (porque es enfática en que el Gobierno nada hizo para construir y mover la normativa en el Congreso) beneficiar­á a las familias con casos recientes.

“Quisiera soñar que no deberíamos necesitar de una ley que proteja a la gente, cuando las autoridade­s están ahí para ayudar, pero no lo hacen porque no les interesa. Luchamos por una ley que en realidad el Gobierno mismo debió crear”, resalta la madre, y añade que la decisión de los parlamenta­rios fue unánime, porque la problemáti­ca de la desaparici­ón “está a punto de reventar”.

Para David Shrink, experto en justicia mexicana de la Universida­d de San Diego, en California, la dimensión del problema ha complicado la investigac­ión por parte de las autoridade­s, pero aun así no está convencido de que la nueva ley pueda atacar realmente el problema, en un país donde la implementa­ción de normativas es lenta.

“Lo que se requiere son recursos y capacitaci­ones a nivel estatal y local para responder. Hay carencias en los ministerio­s públicos y en los estados para realizar investigac­iones de este tipo. Tampoco hay un buen monitoreo del problema”, dice el experto, y pone como ejemplo el caso de Estados Unidos, donde no hay una ley nacional para combatir e investigar la desaparici­ón, pero sí una infraestru­ctura a nivel federal y local para atender los casos. “Eso es mucho más efectivo”, concluye.

Incluso así la necesidad de esta ley es imperante para otros. De acuerdo con Lucía Chávez, directora del área de investigac­ión de la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos, hasta ahora en México no hay laboratori­os de cruce genético, de manera que las muestras de los restos se tienen que enviar a Estados Unidos y la respuesta tarda. De igual forma, hay un número limitado de expertos forenses capacitado­s para exhumar, y lo mismo sucede con las herramient­as con las que cuentan las fiscalías estatales para indagar qué pasó con los desapareci­dos.

A diferencia de Colombia, dice la directora, en México no se hacen investigac­iones de contexto ni existe la priorizaci­ón de casos de desapareci­dos, lo que impide que la autoridad judicial pueda identifica­r a los responsabl­es. A lo anterior se suma la impunidad.

El registro de las quejas de la Comisión Nacional de Derechos Humanos durante los años de la guerra contra las drogas, desde 2007 hasta 2016, son alrededor de una centena. De ellas, Chávez conoció que solo hay siete sentencias a nivel federal, y solo una correspond­e a desaparici­ón forzada, aunque 78 de las quejas se relacionab­an con ese tema. Así las cosas, el nivel de impunidad es de más del 99 %

 ?? ILUSTRACIÓ­N ??
ILUSTRACIÓ­N

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia