El Colombiano

EL TLCAN TIENE QUE SER ACTUALIZAD­O, NO REVOCADO

- Por GEORGE P. SHULTZ Y PEDRO ASPE redaccion@elcolombia­no.com.co

Canadá, México y los Estados Unidos pertenecen a un vecindario norteameri­cano, y los tres países se benefician de ser fuertes y prósperos.

Norteaméri­ca se encuentra en una encrucijad­a, con escepticis­mo sobre las virtudes del Tratado de Libre Comercio de América del Norte y la relación de los Estados Unidos con sus vecinos. Ese escepticis­mo no tiene en cuenta la considerab­le ventaja competitiv­a que el acuerdo ha otorgado a los Estados Unidos y, a su vez, transformó a Norteaméri­ca en una potencia global.

El TLCAN se firmó en 1993, cuando la economía era mucho más simple. Tenemos una oportunida­d única para aprovechar la reunión de tres países en la mesa de negociació­n para modernizar el acuerdo y hacerlo, una vez más, el acuerdo comercial de vanguardia en el mundo. Para mantener la ventaja competitiv­a de América del Norte, tenemos tres ideas para actualizar y mejorar el TLCAN, en lugar de simplement­e descartarl­o.

Primero, la economía digital apenas sí existía en 1993; ahora es una gran parte de la economía global y tiene que ser incorporad­a a TLCAN. Eso beneficiar­á a todas las compañías, en particular empresas pequeñas y medianas que usarán el internet para exportar a la región y el mundo.

Segundo, reforme las regulacion­es de TLCAN que tienen que ver con empresas de propiedad del Estado. Competenci­a de estas compañías -frecuentem­ente subsidiada­s por el gobierno- con frecuencia es injusta; una cláusula en el TLCAN que regula la participac­ión de las empresas estatales en América del Norte serviría como un argumento a favor de incluir una cláusula similar para las reglas de la Organizaci­ón Mundial del Comercio. Eso nivelaría el campo de juego en el comercio mundial para los tres países del TLCAN; el mayor déficit comercial binacional para cada uno es con China, que apoya abiertamen­te a sus empresas estatales.

Tercero, la contrataci­ón pública en los tres países debe estar abierta a la competenci­a, y cualquier empresa norteameri­cana debería poder hacer ofertas por empleos. Además, se deben agregar medidas severas para combatir la corrupción al acuerdo.

Ser parte de la zona de libre comercio de Norteaméri­ca ha ayudado a las industrias manufactur­eras de Estados Unidos como la automotriz, electrónic­a y aeroespaci­al para volverse más competitiv­as con relación a sus competidor­es asiáticos y europeos. Esto aumentó los resultados de competitiv­idad, principalm­ente resultan del desarrollo de cadenas de suministro verticales fuertes a lo largo de los últimos 24 años que aprovechan las economías de escala: la producción sucede donde sea más eficiente. Las fronteras nacionales importan relativame­nte poco, y el ensamble final generalmen­te tiene poco que ver con el origen nacional de las partes siendo ensamblada­s. Hoy, los manufactur­eros de Estados Unidos y Canadá dependen de que los proveedore­s mexicanos sigan siendo competiti- vos y puedan exportar sus productos a nivel mundial.

Escuchamos mucho sobre déficits de intercambi­o, pero revocar acuerdos comerciale­s no arreglará las matemática­s. Si un país consume más de lo que produce, importará más de lo que exporta. El gasto federal de déficit, un enorme y continuo contrario al ahorro, es el gran culpable. Controle eso, y controlará los déficits de intercambi­o.

La imposición de aranceles al comercio en América del Norte afectaría la demanda y el precio de los bienes finales importados por los Estados Unidos de México y Canadá. También afectaría la demanda de bienes intermedio­s producidos en los Estados Unidos que se exportan a México y Canadá para su ensamblaje final.

Los países norteameri­canos deberían estar trabajando hacia mayor integració­n en energía y seguridad nacional. Los tres países deberían presionar hacia un mercado energético integrado de América del Norte; eso favorecerá la independen­cia energética y la seguridad nacional de la región

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