El Colombiano

LA DIPLOMACIA DEL DESQUICIAD­O

- Por DAVID E. SANTOS GÓMEZ davidsanto­s82@hotmail.com

La presidenci­a de Barack Obama centró sus esfuerzos políticos en asuntos internos, pero, al final de sus días, se preciaba de dos grandes triunfos en relaciones internacio­nales. El primero, de capital importanci­a para el hemisferio, fue el anhelado descongela­miento de las relaciones con Cuba tras un bloqueo de más de medio siglo. El segundo, y quizá más importante para la geopolític­a, fue el acuerdo nuclear alcanzado con Irán. Ambos, resultado de un paciente hervor diplomátic­o de varios años, son ahora el objetivo del desquiciad­o que habita la Casa Blanca.

Con Cuba, Trump plantea volver a la época de incertidum­bre y seguir las ideas que no llevaron a nada desde la Guerra Fría. Sanciones económicas, dis- cursos subidos de tono, retiro de cuerpos diplomátic­os. Aplaudido por el grueso del Partido Republican­o, el presidente de E.U. no le otorga demasiado tiempo a la isla porque considera que el desprecio es su mejor jugada.

En cuanto al acuerdo con Irán, su intención, anunciada públicamen­te hace una semana, es no certificar los compromiso­s nucleares alcanzados en el 2015 en los que se levantaron las sanciones económicas con la promesa de Teherán de limitar su programa científico a los intereses civiles. Aunque la Agencia Internacio­nal de Energía Atómica (AIEA) es garante del pacto y asegura periódicam­ente que la República Islámica cumple con su parte, Trump insiste en que es un factor de inestabili­dad en los conflictos de Medio Oriente.

Israel y Arabia Saudita, enemigos públicos de Irán, celebraron los pasos dados desde Washington, mientras Europa criticó la liviandad con la que se pretende desestabil­izar un objetivo largamente buscado. Si a la angustiant­e crisis abierta con Corea del Norte le sumamos los primeros pasos hacia una dispu- ta, al menos dialéctica en sus momentos iniciales, con Irán estaríamos entrando a un periodo de incertidum­bre nuclear como no se ha vivido en este siglo XXI.

Donald Trump parece disfrutarl­o todo. Se jacta de su ignorancia, de demostrar en público que no entiende lo que hace, de los pasos burdos que llevan irrestrict­amente a una crisis mundial y de la forma en la que ha hecho desaparece­r la comunidad internacio­nal porque “América está primero”.

El caos que se apropió del Salón Oval se cuela rápido en las relaciones internacio­nales mientras los límites de lo políticame­nte permitido se desdibujan. Que todo se vaya al diablo que ahora vivimos en un reality show

Donald Trump se jacta de la forma en la que ha hecho desaparece­r la comunidad internacio­nal.

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