VÍCTIMAS DE LA LEY 100
En Colombia alguien muere todos los días, aunque no “estuviera planillado”. Algunos, como Ramón Elías Naranjo
Grisales, a quien entre la EPS y la clínica que lo atendió hicieron todo lo posible por matarlo, y lo lograron.
La negligencia, la desidia, la prepotencia, la burocracia son factores que se confabulan contra la vida y la buena atención de los pacientes colombianos. En la teoría la Ley 100 es muy buena y genera muchas expectativas, pero en la práctica la ambición por la rentabilidad tiene más peso que la buena atención y la vida humana.
La atención en las EPS si- gue siendo muy mala: la cita con el médico general aquí, la transcripción de la fórmula allá, los medicamentos se reclaman en otra parte, espere a que le aprueben cita con el especialista, la cita con el especialista es en tal parte y así, voltee para acá, vaya para allá y pague pasajes a diestra y siniestra. Si trabaja, tiene que pedir muchos permisos.
A los viejitos pocos médicos les explican despacio y con paciencia. Es cierto que ya no aparecen las letras enredadas que solo descifraba el farmaceuta, pero ahora las fórmulas las imprimen a 7 o 6 puntos y hay que sacar lupa para verlas (eso pasa en la Nueva EPS de Rionegro).
La aprobación de exámenes, la entrega de medicamentos, las citas con especialistas y la aprobación de procedimientos mayores están enredados en una burocracia enmarañada que deteriora la calidad de vida de los pacientes y a muchos los ha llevado a la muerte.
El periodismo ha denunciado todo ello, intentando que los gestores de los malos procedimientos entiendan su responsabilidad social, pero la tentación por las ‘ganancias’ que les pueden arrancar a los más de 26 billones de pesos que el go- bierno gira anualmente a las EPS, acalla la voz de la conciencia de los corruptos.
“Víctimas de la Ley 100, testimonios que reflejan la desidia de un sistema fracasado”, es un libro publicado por la Editorial de la UPB, donde los estudiantes de Comunicación Social-Periodismo Jacobo Betancur, Melissa Orozco, Alejandra Ceballos, Juliana Restrepo, Laura Valentina Cardona y Raúl
Daniel Higuita, han dejado el testimonio para la posteridad de un sistema que algún día, finalmente, intervendrá un gobernante con altura moral. La historia de Ramón Elías Naranjo Grisales puede leerse allí