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El artistartista presenta este domingo en La MacareMacarena su primer trabajo como solista. Una experimentación sonora basada en su ADN.
Residente llega a Medellín y nos adelantó su repertorio.
Camina por las calles de Buenos Aires, Argentina, hablando por su celular. Al otro lado, Medellín. 4.887 kilómetros de distancia en línea recta. A René Pérez Jo
glar esas longitudes no le importan. Si algo le quedó claro después de terminar su primer disco como solista es que “todos somos residentes del espacio que ocupamos y las fronteras no existen”.
Y aunque viva en el sur del continente con su esposa, la actriz Soledad Fandiño, y su hijo Milo, a punto de cumplir 3 años, se mueve por el mundo como un ave migratoria. Ahora está de gira, pero dos años atrás anduvo persiguiendo los indicios genéticos de su ADN.
Una prueba que tenía guardada fue el comienzo de una aventura musical, visual y creativa, en la que se sintió presionado. “A mí no me tenía que probar nada, pero sí tenía que demostrarle a la gente qué era lo que yo hacía en Calle 13”.
La idea era construir un disco con la música de esos lugares que marcaban la ancestría de sus genes. Todo fluyó pero no fue fácil organizar la logística para recorrer esos espacios: la región caucásica con sitios como Ossetia, Georgia y Armenia. De África, Ghana y Burkina Faso. Además China, Siberia y su natal Puerto Rico.
El idioma no fue problema porque la música era el lenguaje principal de este proyecto que no solo contiene un disco, también un documental y un libro. Una labor desgastante pero “hecha con el corazón, porque quería lograr el mejor trabajo que hubiera hecho en la vida”.
René, de 39 años, sigue contando por teléfono antes de su viaje a Medellín. Dice que escribió todas las letras de este disco. Sí, todas, incluso las que se cantan en otros idiomas que pasaron del español al inglés y de ahí al mandarín, al ruso, al francés y a algunas lenguas africanas.
Hiperactivo y con déficit de atención, como lo afirma en el documental, Residente detiene la conversación: “perdona, me están pidiendo una foto”. Hay una pausa. “Estoy caminando por la calle hacia mi casa” precisa y retoma la charla. Rectifica que la única letra en otro idioma que no escribió fue el coro africano de Dagombas en
Tamale. “Es una canción de baile que ellos ya tenían y me encajó con el concepto”. Residente, el disco, es todo un atlas musical.
Se lanzó el 31 de marzo de este año y fue el que más nominaciones consiguió al Latin Grammy. Nueve en total. Es muy probable que en la ceremonia del próximo 16 de noviembre sume más gramófonos a los 25 ganados en años anteriores. Es un álbum con una propuesta elástica, diversa.
Así ha sido siempre su música, no es reguetón, ha dicho hasta el cansancio en otras entrevistas. Residente hace música para expresarse, para hablar con rima de Guerra, Desencuentros y La sombra. Para rechazar los muros y resaltar los Hi
jos del cañaveral, de su Puerto Rico del alma. Continúa el diálogo sobre la gira. De la presión de escribir los versos de este disco pasa al escenario. Allí se emociona y comparte adrenalina con el público que brinca y canta a los cuatro vientos que en este mundo Somos
anormales. Sobre la banda dice “que está brutal, son todos muy talentosos”.
La entrevista terminó abruptamente porque la llamada se cayó. Justo cuando hablaba de su primo. El laureado actor de Broadway,
Lin-Manuel Miranda, el mismo que hace un rap en inglés al inicio del disco y le recuerda que ambos nacieron “con revolución en las venas. Entre ritmo de bomba y plena. Y estamos conectados en las malas y en las buenas”.
Residente ya está en Colombia. El domingo revolucionará por cuarta vez La Macarena. Lo advierte: “vengan con ropa relajada, nada de vestidos de modelito, vamos a sudar, va a ser potente”