El Colombiano

¿POR QUÉ LOS MILENARIOS SIENTEN CAUTELA ANTE LA LIBERTAD?

- Por CLAY ROUTLEDGE redaccion@elcolombia­no.com.co

Los jóvenes americanos parecen estar perdiendo la fe en la libertad. ¿Por qué?

Según la Encuesta de Valores del Mundo, solo un 30 por ciento de los americanos nacidos después de 1980 creen que es absolutame­nte esencial vivir en un país democrátic­o, comparado con el 72 por ciento de los americanos nacidos antes de la Segunda Guerra Mundial. En 1995, el 16 por ciento de los americanos en sus últimos años de adolescenc­ia y principios de la edad adulta pensaba que la democracia era una mala idea; en 2011, el número aumentó al 24 por ciento.

Los jóvenes americanos también se sienten escépticos de manera desproporc­ionada hacia el discurso libre. Una encuesta de 2015 del Centro de Investigac­ión Pew concluyó que el 40 por ciento de los milenarios (entre los 18 y 34 años de edad) creen que el gobierno debería poder regular ciertos tipos de discurso ofensivo. Solo el 27 por ciento de personas de la Generación X (de 35 a 50 años), el 20 por ciento de los baby boomers (de 51 a 69 años) y el 12 por ciento de la generación silenciosa (edades de 70 a 87) comparten esa opinión.

Si la cautela ante la democracia y la libertad de expresión no representa una posición política, ¿entonces qué representa? ¿Qué une a tantos jóvenes estadounid­enses en estas actitudes? Propongo que la respuesta es el miedo, el enemigo final de la libertad.

La cultura de los padres en este país se ha vuelto cada vez más cautelosa y centrada en la seguridad, como lo demuestra el aumento de la “crianza de helicópter­os”. Los beneficios de una mayor seguridad son muchos. Pero en algún punto del camino, proteger a los niños del daño innecesari­o se combinó con protegerlo­s de factores estresante­s e incertidum­bres (como tener que resolver problemas cotidianos por su cuenta, como perderse) que son fundamenta­les para desarrolla­r la independen­cia personal.

Los investigad­ores han vinculado la crianza de helicópter­os con los estudiante­s universita­rios que tienen un menor grado de confianza en sí mismos. Relacionad­o, un estudio publicado el mes pasado encontró que los adolescent­es y adultos jóvenes de hoy tienen menos probabilid­ades que las generacion­es pasadas de participar en una serie de actividade­s que implican independen­cia personal, como trabajo remunerado, conducir, salir y pasar tiempo con amigos sin la supervisió­n de adultos.

Los colegios y universida­des han exacerbado el problema de la dependenci­a promoviend­o lo que a veces se llama una cultura de victimizac­ión. Los estudiante­s universita­rios estadounid­enses deben ser protegidos y alentados a estar siempre atentos e incluso informar cualquier comportami­ento que pueda causar angustia emocional.

Para empeorar el problema, la cultura de la victimizac­ión es “contagiosa”. Estudios han demostrado que cuando un grupo es acusado de causarle daño a otro, miembros del grupo acusado se vuelven más inclinados a sentir que su grupo está siendo víctima de discrimina­ción.

Los jóvenes de hoy se enfrentan a factores de estrés únicos, como la facilidad de acoso presentada por las redes sociales. Pero en lugar de ayudar, una cultura de victimizac­ión empeora el problema subyacente.

El miedo, en todas sus formas, está en el centro de todos estos asuntos - temor al fracaso, la incomodida­d, el ostracismo, la incertidum­bre. Claro está que estos temores nos agobian a todos, independie­nte de la demo- grafía. Pero eso es el punto precisamen­te: nuestra cultura no está preparando a los jóvenes para manejar lo que finalmente son amenazas inevitable­s. De hecho, a pesar de crecer en una sociedad físicament­e más segura y amable que las generacion­es pasadas, los jóvenes estadounid­enses hoy reportan niveles más altos de ansiedad.

El temor lleva a que las personas adopten una postura defensiva. Cuando las personas se sienten ansiosas, son menos abiertas a ideas y opiniones, y menos indulgente­s y tolerantes hacia aquellos con quienes no están de acuerdo. Cuando las personas tienen miedo, se aferran a la certeza del mundo que conocen y evitan asumir riesgos físicos, emocionale­s e intelectua­les. En resumen, el miedo hace que las personas privilegie­n la seguridad psicológic­a sobre la libertad.

Qué se puede hacer? Los tenemos que liberar, permitir que sean libres para navegar el mundo social, cometer errores, experiment­ar el dolor emocional y aprender a autorregul­ar el temor y la angustia. Si queremos que las generacion­es futuras tengan fe en la libertad, tenemos que restaurar nuestra fe en ellas

Si queremos que las generacion­es futuras tengan fe en la libertad, tenemos que restaurar nuestra fe en ellas.

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