El Colombiano

ORACIÓN DEL ALMA ENAMORADA

- Por ERNESTO OCHOA MORENO ochoaernes­to18@gmail.com

En medio de las tragedias de cada día, de los fracasos de la vida, de la vejez y el deterioro del cuerpo y de la existencia, hay que tener el valor de no embelesars­e en lo oscuro, lo lúgubre, lo doloroso e irreparabl­e y mirar de frente o husmear en el aire motivos de luz para seguir viviendo.

Tal vez lo primero que tenemos que hacer es recuperar el sentido y la emoción del asombro. A pesar de todos los pesares, en medio mismo de esos pesares, es bueno situarse en un recodo de la vida y mirar, observar, indagar, preguntar el porqué de las cosas, de lo que ocurre.

Uno no se debe salir de la vida para encontrar la vida, sino echar a caminar por ella sin miedos. Cada paso que golpea el piso es una interrogac­ión, cada roce del pie con la tierra es una verdad descubier- ta. Hay que arriesgar aventurars­e lejos de los esquemas mentales, sin más norte ni guía que este horizonte de luz presentida que uno va descubrien­do a medida que avanza.

Ir descubrien­do, siempre en trance de acabamient­o, cada minuto de la vida y cada paisaje del camino, no como si fueran nuevos esos horizontes y esos minutos, sino porque uno mismo al vivirlos los hace nuevos, los crea. La creación huele a nuevo. También la eternidad. Y en estos momentos, lo que se descubre como una iluminació­n es que es Dios mismo el que huele a nuevo. El aroma de lo eterno.

Hay que ser un descubrido­r, no un conquistad­or.

Un descubrido­r de todo, de las cosas, de la realidad, de las personas. No destrozarl­as para dominarlas, sino descubrirl­as, renacerlas, recrearlas. Hacerlas de uno, meterlas dentro de uno, vivirlas dentro de uno. Ser sementera, dejarse sembrar la vida en el alma. Y en el cuerpo. Y en el cosmos. En ese cuerpoalma-cosmos que es el existir.

Es como apoderarse, pero sin sojuzgarlo ni esclavizar­lo, de este mundo frágil que cuando menos se piensa se nos deslíe entre los dedos. No aprisionar las cosas ni las personas. Dejarlas libres, limpias, vírgenes, desnudas. Para vivir, o para morir, a nuestro lado o en la ausencia. Mirar, contemplar y aceptar el asombro. Es una forma de serenidad. Vivir expectante, abierto, listo para el milagro.

Le regalo, lector amigo, para rezar ahora y en todos los amaneceres (también en medio de la noche oscura) la “Oración del alma enamorada” de san Juan de la Cruz:

“Míos son los cielos y mía es la tierra. Mías son las gentes, los justos son míos y míos los pecadores. Los ángeles son míos y la Madre de Dios es mía y todas las cosas son mías. Y el mismo Dios es mío y para mí, porque Cristo es mío y todo para mí”

La creación huele a nuevo. También la eternidad. Y en estos momentos, lo que se descubre como una iluminació­n es que es Dios mismo el que huele a nuevo.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia