ECONOMISTAS FRENANDO
No se entiende entonces porqué los dos connotados economistas, quienes le hablan al oído al presidente, la cargan contra los empresarios, en lugar de ser duros con el Gobierno y recordarle que ya pasaron 7 años y en algunos frentes en vez de mejorar caímos en el abismo.
En su columna del pasado 16 de octubre en El Colombiano, el exministro Hommes la cargó contra los industriales. Según él, desde 1946 el presidente de la Andi “comenzó a desensillar en Palacio” y hasta el día de hoy los empresarios viven del “Lobby” y del proteccionismo, incapaces de competir y de diversificar la base productiva.
Otro tanto hizo el ex ministro Guillermo Perry en su columna de El Tiempo a mediados de septiembre: “Debemos sincerarnos y reconocer que algo anda mal con el empresariado colombiano”. Para Perry: “la productividad de una empresa depende de la innovación y como aplican el conocimiento científico y tecnológico…”. ¿Lo demás no cuenta?
En la década de los 50, el economista Raul Prebisch, director de la CEPAL, recomendó a nuestros países la sustitución de importaciones como política de industrialización. Muchos empresarios, acogiéndose a esa recomendación, invirtieron en la diversificación hoy solicitada por Hommes, pero en plantas que por su tamaño eran ineficientes y sobrevivían gracias a la protección dada por el gobierno vía aranceles y otras perlas, que convertían un negocio malo en uno rentable. El padre de los actuales economistas nos embarcó en lo que ahora todos lamentamos.
Ahora los economistas quieren profesionalizar al empresariado obligándolo a competir con el mercado internacional. Para lo cual, según Hommes, tuvimos una excelente preparación: Los inmigrantes europeos que llegaron escapando del nazismo, crearon la base empresarial que el país necesitaba para competir internacionalmente. Pero los empresarios, parranda de incapaces, no la supieron aprovechar.
Según el Foro Económico Mundial la competitividad depende de 12 pilares: las instituciones, infraestructura, ambiente macroeconómico, la salud y la educación primaria y secundaria, la educación superior, eficiencia del mercado laboral, desarrollo del mercado financiero, la innovación, etc. La mayoría en manos del Esta- do. No se entiende entonces porqué los dos connotados economistas, quienes le hablan al oído al presidente, la cargan contra los empresarios, en lugar de ser duros con el Gobierno y recordarle que ya pasaron 7 años y no se hicieron las carreteras que necesitábamos, en educación tampoco se hizo nada y en justicia, en lugar de mejorar, caímos en el abismo.
Según el último reporte del Foro Económico somos el país número 120 en la calidad de las carreteras, el 101 en calidad de la educación primaria y el 113 en independencia de la justicia. ¿Incentiva el sistema tributario la inversión?: ¡Somos el país número 130! Llevamos 10 años empeorando y con la última reforma tributaria, en la cual el Dr. Perry fue consejero mayor, pronto estaremos de últimos.
Olvidan también que el narcotráfico, uno de los mayores enemigos de la competitividad, volvió a resurgir en este gobierno. Así como en la década de los noventa, en medio de la apertura, al país lo inundó el contrabando, manera como los narcos monetizan sus dólares, ahora nadando en 200.000 hectáreas de coca, la situación está peor que hace 25 años.
A los economistas tampoco les preocupa la eficiencia de los gastos del Estado: La formación de un profesional en la Universidad de los Andes cuesta por año prácticamente lo mismo que la formación de un estudiante en la Universidad Nacional. Sin duda los profesionales de la U. Nacional son excelentes, pero no se puede negar que los laboratorios, las instalaciones, el nivel de profesores con PhD o maestrías y los salarios de los Andes son muy superiores a los de la Nacional. ¿Entonces por qué cuestan lo mismo?
Contrario a lo que piensan los mencionados economistas, considero que los empresarios colombianos, si bien tienen que mejorar en muchos aspectos, son unos “verracos”, capaces de sobrevivir en un ambiente macroeconómico, con un gobierno y un grupo de economistas que en lugar de ayudar, frenan el desarrollo