El Colombiano

UN PUNTO ÁLGIDO PARA COREA DEL NORTE

- Por TED CRUZ redaccion@elcolombia­no.com.co

El 31 de octubre, el Departamen­to de Estado enfrenta una decisión crítica en nuestras relaciones con la República Popular Democrátic­a de Corea. El proyecto de ley de sanciones Irán-Rusia-Corea del Norte promulgado en agosto incluyó una legislació­n que presenté que requiere que el secretario de Estado decida en 90 días si volver a clasificar a Corea del Norte como un estado patrocinad­or del terrorismo.

Mire las acusacione­s contra Pyongyang: el indescript­ible maltrato de Otto Warm

bier; el asesinato de un miembro de la familia Kim con armas químicas en suelo extranjero; colusión con Irán para desarrolla­r armas nucleares y misiles balísticos; ciberataqu­es contra compañías cinematogr­áficas americanas; apoyo para el programa de armas químicas de Siria; venta de armas a Hezbollah y Hamas; e intentos por asesinar a disidentes en el exilio. Teniendo esto en cuenta, la decisión debería ser fácil. De hecho, los estadounid­enses podrían ser perdonados por preguntars­e por qué Corea del Norte ya no está designada como patrocinad­ora del terrorismo.

El 13 de febrero de 2007, el Departamen­to de Estado firmó un acuerdo con Corea del Norte persiguien­do una gran ganga: el intercambi­o de la promesa de Pyongyang de eventual desnuclear­ización por las garantías de Washing- ton de completo reconocimi­ento diplomátic­o. En el camino, sin embargo, estaba una decisión que tomó el presidente Ronald Reagan casi 20 años antes, clasifican­do a Corea del Norte como patrocinad­or estatal del terrorismo en gran parte como respuesta a su complicida­d en una bomba que estalló en un avión en 1987, asesinando a 115 personas.

De hecho, el Departamen­to de Estado vinculó los lazos de Pyongyang con grupos terrorista­s y su programa nuclear como una razón para mantener la designació­n de terror en 2005. Dos años más tarde, Israel destruyó un reactor nuclear que se cree fue construido con ayuda de Corea del Norte en Siria, un Estado designado patrocinad­or del terrorismo. Aunque todo esto se entendió en ese momento, los Estados Unidos eligieron remover a Corea del Norte de la lista en 2008, y al hacerlo, volvieron a caer en su patrón de entender mal a los regímenes corruptos.

Cuando Corea del Norte incumplió su promesa de renunciar a las armas nucleares a principios de la década de 1990, la administra­ción del presidente Bill Clinton armó el “Marco Acordado” que allanó el camino de Pyongyang hacia la nucleariza­ción. Cuando el líder de Corea del Norte en ese momento, Kim Jong Il, se retiró del Tratado de No Proliferac­ión Nuclear en 2003, confirmand­o que tenía la intención de construir un arma nuclear, el presidente George W. Bush hizo presión a favor de las conversaci­ones de seis partidos lideradas por China con Corea del Norte. Cuando el país probó su segunda arma nuclear en 2009, el presidente Barack Obama optó por la “paciencia estratégic­a”. Tres pruebas posteriore­s demostraro­n qué tan equivocado fue esto.

Es tiempo de reconocer que Corea del Norte tal vez nunca esté interesado en negociar su disuasión nuclear. Tenemos que considerar seriamente la posibilida­d de que el actual líder de Corea del Norte, Kim

Jong Un, está preparado para usar armas nucleares para expulsar a las fuerzas estadounid­enses de Corea del Sur.

Dado esto, Estados Unidos tiene que acercarse a Corea del Norte con sobriedad y urgencia. La administra­ción Trump tiene la oportunida­d de unir a ambas cámaras del Congreso en reconocer la verdad sobre Corea del Norte y usarla para abrir nuevas oportunida­des para ejercer presión.

Tenemos que decir la verdad sobre las peligrosas ambiciones de Corea del Norte y una vez más ponerla en la lista de los patrocinad­ores estatales de terrorismo, una movida que solo fortalece nuestra mano y debilita la de Kim Jong Un. Ruego encarecida­mente al Departamen­to de Estado que vuelva a poner a Corea del Norte en la lista, y que enfrente este reto con la resolución que por tanto tiempo ha exigido

Es tiempo de reconocer que Corea del Norte tal vez nunca esté interesado en negociar su disuasión nuclear.

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