El Colombiano

MEZQUINOS E INSENSIBLE­S

- Por DAVID E. SANTOS GÓMEZ davidsanto­s82@hotmail.com

Los últimos días han sido prolíficos en demostrarn­os la falta de humanidad de algunos políticos ante realidades que los sobrepasan. Alineados por un marketing que los convirtió en ventrílocu­os de redes sociales, los funcionari­os no logran reaccionar ante lo imprevisto y son incapaces de racionaliz­ar sus ideas y expresarla­s coherentem­ente. Después, más por extrema sinceridad que por torpeza, nos enseñan sus verdaderos talantes oportunist­as. Y hablo de la semana reciente como he podido tomar cualquier otra porque resulta evidente que, en una época de elogio a la tontería, ciertos políticos van a la vanguardia.

En Estados Unidos, el bufón que está a cargo del Ejecutivo llamó a la madre de un soldado asesinado en una de las misiones de su Ejército en Níger. Entre clichés y agradecimi­entos hipócritas, le escupió esta infamia: “Él sabía en lo que se estaba metiendo”. Indignada, la madre del soldado repudió al presidente que luego utilizó Twitter para desmentir el hecho aun cuando varios testigos presentes corroborar­on la bajeza.

En Argentina –un país conmociona­do por el hallazgo sin vida del joven artesano Santia

go Maldonado que desapareci­ó en agosto durante una protesta indígena mapuche- la diputada oficialist­a Elisa Carrió salió en un programa de televisión para opinar sobre el estado del cadáver. Mientras los periodista­s explicaban que, al ser encontrado en un río de bajas temperatur­as era posible que el cuerpo se hubiese conservado mejor, Carrió soltó esta canallada: “Claro, así como Walt Disney”. Luego rio frente a las cámaras.

A esos casos de insensibil­idad internacio­nal podemos sumarle uno de nuestra propia cosecha. Este, más que cruel es de una sinceridad que infunde miedo. El exprocurad­or Alejan

dro Ordóñez, que pretende ser presidente de la República, fue consultado por sus épocas de juventud en las que se mostraba muy satisfecho en jornadas de quema de libros. “¿Volvería a quemar algún libro?”, le preguntó una periodista. “Si… es un acto pedagógico”, respondió.

Frente a los ejemplos de Estados Unidos y Argentina, que generan repudio inmediato, la frase de Ordóñez toma otro rumbo. Asusta más de lo que indigna. Y no porque sea local, pues por estas tierras la torpeza campea desde que somos Nación. Atemoriza porque nos pone de cara a un hombre que cree en la destrucció­n del conocimien­to como parte de la educación. Más espantoso aún, porque es un sujeto al que millones de personas ven como un líder. Son mezquinos populares

No logran reaccionar ante lo imprevisto y son incapaces de racionaliz­ar sus ideas.

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