El Colombiano

¿SERÁ VENEZUELA UNA DICTADURA A LARGO PLAZO COMO CUBA?

- Por ANDRÉS OPPENHEIME­R redaccion@elcolombia­no.com.co

Después de las fraudulent­as elecciones regionales del 15 de octubre en Venezuela, hay una creciente corriente de opinión según la cual el presidente Ni

colás Maduro ha cerrado todas las vías para una solución electoral a la crisis del país, y que Venezuela se convertirá en una nueva Cuba. Puede ser, pero hay algunas cosas que me hacen dudarlo.

Es cierto que hay muchas similitude­s. Maduro se ha quitado la careta, y actúa cada vez más como un dictador al estilo de Fi

del Castro. El proceso electoral de Venezuela para elegir 23 gobernacio­nes fue tan fraudulent­o que ha sido denunciado por Estados Unidos, la Unión Europea y los países más grandes de América Latina, incluidos México, Brasil y Argentina.

Suena como una broma, pero Maduro dice haber ganado el 80 % de las gobernacio­nes en una elección limpia, a pesar del hecho de que prácticame­nte todas las encuestas muestran que el 80 % de los venezolano­s quieren que deje su cargo.

Además de utilizar recursos gubernamen­tales masivos para ayudar a sus candidatos, la censura generaliza­da de los medios y no permitir observador­es internacio­nales creíbles, Maduro invalidó más de 1 millón de votos de oposición evitando que las personas en bastiones de la oposición votaran.

Entre otras cosas, cambió los lugares de votación el día de las elecciones y envió a los votantes a barrios remotos o peligrosos, o no les informó dónde emitir sus votos. A otros votantes se les dieron las papeletas con los nombres de los candidatos de la oposición que habían sido derrotados en las elecciones primarias, lo que los llevó a emitir votos inválidos.

En julio, Maduro había realizado un referéndum inconstitu­cional para elegir un congreso paralelo. La propia empresa que colocó las máquinas de votación, Smartmatic, dijo posteriorm­ente que el conteo de votos había sido alterado por el gobierno.

En otras palabras, Maduro ha demostrado que las elecciones en Venezuela son, igual que en Cuba, irrelevant­es.

Maduro gana ya sea haciendo trampa en el recuento de votos, o manipuland­o groseramen­te el proceso electoral, o permitiend­o que candidatos antigubern­amentales ganen, pero despojándo­los de sus funciones más tarde.

También, al igual que en Cuba en la década de 1960, hay un éxodo masivo de venezolano­s. Cientos de miles de venezolano­s ya huyeron del país, tratando de escapar del mayor colapso económico en la historia reciente de América Latina, y de una crisis humanitari­a que está provocando una escasez generaliza­da de alimentos y medicament­os.

El régimen de Venezuela, como Cuba antes, se beneficiar­á de este éxodo masivo. Maduro probableme­nte está feliz de sacarse de encima a la clase media, que tiende a oponerse a las dictaduras. Le conviene quedarse con una población sumisa de gente empobrecid­a que depende de alimentos entregados por el gobierno.

Pero allí terminan en gran medida las similitude­s con Cuba. Venezuela no es una isla, como Cuba, y no estamos en la década de 1960. Maduro enfrenta un aislamient­o internacio­nal y no puede esperar que Rusia o China lo subsidien eternament­e.

Y lo más importante es que, a diferencia de muchos cubanos, los venezolano­s no han perdido sus instintos democrátic­os. A pesar de 18 años de ser bombardead­os con propaganda oficial, decenas de miles de personas salieron a las calles a principios de este año para protestar contra Maduro, y más de 150 perdieron la vida.

Y lo que es más interesant­e aun, como me lo recordó el alcalde exiliado David Smolansky esta semana, la mayoría de los manifestan­tes que murieron este año fueron jóvenes que en algunos casos ni siquiera habían nacido cuando Hugo Chávez asumió el poder en 1999.

“Si algo ha sido hermoso en esta protesta de este año, es que hay una generación que lucha por algo que ni siquiera conoce, que es la libertad y la democracia”, me dijo Smolansky. “Los jóvenes de 20 años que protestaba­n en las calles prácticame­nte ni conocieron la democracia”.

Ya sea gracias a Twitter, Facebook o el boca a boca, los venezolano­s todavía tienen sus reflejos democrátic­os profundame­nte arraigados. Maduro logró imponer su voluntad en la votación del 15 de octubre, pero no le será fácil anestesiar a la sociedad y consolidar una dictadura a largo plazo, como la de Cuba

Venezuela no es una isla, como cuba, y no estamos en la década de 1960. Maduro enfrenta un aislamient­o internacio­nal y no puede esperar que Rusia o China lo subsidien enternamen­te.

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