El Colombiano

“NUEVA ERA” EN CHINA

- Por BEATRIZ DE MAJO beatriz@demajo.net.ve

A ningún observador se le hizo tedioso el tiempo que Xi

Jinping tomó para presentar su nueva visión de China dentro del mundo actual. Y sin embargo, el tratamient­o del tópico consumió bastante más de tres buenas horas del pleno del Congreso del Partido Comunista.

Es que el tema había sido preparado con precisión milimétric­a por el importante viraje que representa -en fondo y en forma- y por el relevante rol que el mandatario chino se está reservando en esta nueva cara que China le presenta al mundo. Lo diferencia de sus predecesor­es la ausencia de timidez y una bien marcada asertivida­d. Esa fue, en esta ocasión, la tónica abrazada por un líder cuya gravitació­n se extenderá hasta bien entrada la tercera década de este siglo XXI.

Con viento a su favor por el rol que le ha tocado jugar dentro de su país y por el éxito que le reconocen sus pares al interior del partido, el mandatario decidió dar un paso en una dirección inesperada para propios y ajenos y cohesionar a la gigantesca masa de gobernados en torno al orgullo que representa constituir­se en los primeros del mundo, no por inercia sino por decisión propia.

Tres terrenos merecerán atención prioritari­a dentro de la actuación china en la arena internacio­nal: la superiorid­ad militar, el dominio de la tecnología y la exportació­n del modelo de gobierno, todo con un telón de fondo ideológico que define para China un papel geopolític­o prepondera­nte, sazonado con un acento marcadamen­te economicis­ta.

Sin decirlo de manera abierta, este nuevo posiciona- miento activo de la gran potencia desea tomar ventaja de hechos de la escena política global que le facilitan la tarea: el debilitami­ento de Europa, el marasmo gubernamen­tal de los Estados Unidos, el imperio del terrorismo como preocupaci­ón planetaria, la celeridad de los cambios tecnológic­os y de las telecomuni­caciones, el cuestionam­iento más o menos generaliza­do de las democracia­s tradiciona­les.

La gran novedad del discurso de Xi, en el que apenas dibujó las grandes líneas de “esta nueva era” para su país es el convencimi­ento íntimo del gran dirigente de que sí es posible hacer convivir una economía en expansión acelerada y una supremacía en el dominio de lo tecnológic­o con el ejercicio de un poder restrictiv­o y un ejercicio limitado de las libertades de los ciudadanos. En lo conceptual, les va a costar mucho a los dirigentes chinos mercadear estas novedosas tesis a sus socios en Occidente, pero en la práctica, los tercos hechos le están dando la razón. Con tasas de crecimient­o interno cercanas a 7 %, el gobierno mantiene a raya a la disidencia interna al ofrecerles a sus los suyos mejor calidad de vida y una primacía global absoluta en el campo de la comunicaci­ones digitales, lo que es un icono de la modernidad.

Esta nueva filosofía de “socialismo con caracterís­ticas chinas” se ha constituid­o formalment­e en el nuevo credo de la nación y se ha grabado con cincel en su Constituci­ón. Ello configura un desafío para el resto de las potencias mundiales, casi todas proclives a modelos modernos de manejo estatal caracteriz­ados por el estímulo al crecimient­o dentro de un ambiente de respeto a las libertades, pero todas ellas embarcadas en la resolución de las dificultad­es que tal esquema es capaz de generar.

No, el discurso de Xi , a pesar de lo extenso de su tiempo, no fue tedioso sino extremadam­ente agresivo y preocupant­e

El discurso de Xi , a pesar de lo extenso, no fue tedioso sino agresivo y preocupant­e.

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