El Colombiano

PENE SIN MISTERIO

- Por DIEGO ARISTIZÁBA­L desdeelcua­rto@gmail.com

Creo que está bien detenerse sobre ciertas cosas íntimas, verlas más allá de su empuje y potencia. Yo no sé qué tanto los viriles seres de esta tierra han querido saber más sobre ese colgandejo, a veces duro, a veces blando, que casi desde el vientre los hombres aprendemos a jalar como si fuera un amuleto. Yo, inquieto y juguetón, me he interesado por mi pene de manera empírica, lo he descubiert­o con mi mano y con mi mente; por eso cada que encuentro cosas raritas sobre el pene las compro y las leo, no hay nada mejor que saber el peso y el pasado que cargamos entre las piernas.

Un día, en una consulta médica, empecé a conversar con el doctor sobre libros y penes, sin ningún misterio, como hay que hablar de ambas cosas. Antes de despedirno­s, yo le recomen- dé una novelita que se conseguía fácil, de Stefan Zweig y él, más retador, me recomendó un libro que llegué a pensar había sido una invención. “El pincel del amor, vida y obra del pene”, escrito por el médico y urólogo Bo Coolsaet hace más de 15 años. Yo, la verdad, me había cansado de preguntar por ese libro. Y como los libros son tan fregados como los gatos, apareció cuando le dio la gana, cuando yo había sacado aquel falo de papel de mi mente.

Como el ser humano no se puede expresar con fórmulas, lo advierte el médico, la historia que construye parece una charla en un café, obviamente hay rigor y datos importante­s, pero el principal interés de Coolsaet para escribir este libro fue reflexiona­r sobre el hombre y sobre aquello que, pese a cualquier igualdad de derechos, le diferencia de la mujer. “Y quiero plantearme la pregunta de cómo pudieron vivir juntos y en armonía durante cinco millones de años mientras que en los últimos cinco mil (y hasta hace poco) él ha pasado a dominarla”.

En realidad, uno se da cuenta de que detrás de la historia del pene hay una carga femenina que estaría bien repasar; por ejemplo, en épocas del Éxodo, no se sabía que la mujer disponía de óvulos del mismo modo que el hombre de espermatoz­oides, y que por tanto no era en ese sentido inferior a él. “Un error de enormes consecuenc­ias para la posición de la mujer en la sociedad”. En la Edad Media, los cazadores de brujas tenían verdadero miedo de sus “presas”, porque estaban conven- cidos de que podían manipular la fertilidad de un hombre o incluso dejarlo absolutame­nte impotente.

El libro repasa las múltiples creencias sobre el origen del semen e indaga sobre el porqué nunca se ha hablado del pene de Dios, ¿será porque es sagrado y lo sagrado a veces parece esconder ese pudor?

Sin duda, este es un libro para hombres y mujeres, para un experto o para alguien como yo que solo curiosea para saber algo sobre la vida que cargamos en la piel. Valdría la pena leer más sobre la historia de la vagina, creería yo que si entendiéra­mos mejor estos órganos nos comprender­íamos mejor como seres humanos

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