Barcelona cantó en las calles por la independencia

El grito de emancipación se escuchó en las calles, los catalanes creen en la separación aunque España lo rechace.

“Hemos intentado dialogar y España ha sido un muro. Ahora seguirá siendo un muro, pero delante tendrá a una nación”. FRANCESC BITLLODH Ciudadano catalán

Gritaron independencia cuando estaba almorzando frijoles. A la mitad de mi plato colombiano, el Parlamento catalán proclamaba en directo y de forma unilateral su separación de España.

En un viernes histórico, Cataluña se convertía, según su propia legislación, en un estado soberano, demostrando que más que un anhelo de antaño, la emancipación era un hecho, aunque fuera necesario desobedecer las órdenes del Gobierno Nacional.

Casi de inmediato, el presidente Mariano Rajoy le pidió tranquilidad a los españoles y dijo que restauraría la legalidad en Cataluña, dejando en cada palabra la aplicación del Artículo 155 de la Constitución del 78, que le permitiría al Gobierno tomar control sobre cualquier comunidad autónoma.

En la calle alzaban la bandera catalana, que antes era usada solo por el Rey ( de la Corona de Aragón) para expresar su soberanía, y ahora estaba en las manos de todos. Algunas fueron elevadas con cañas de pescar o con palos, mientras entonaban al unísono: “aquí comença la nostra independencia”.

“Es el día más importante para Cataluña desde hace 300 años”, me dijo Francesc Bitllodh, nacido en Barcelona, y quien llegó desde Francia para unirse al grito colectivo. “Aquí se termina todo un proceso durante el cual hemos trabajado para llegar a este día, y empieza otro donde tendremos que defenderlo. Hemos intentado dialogar y España ha sido un muro. Ahora seguirá siendo un muro, pero delante tendrá a una nación”, agregó.

La fiesta

Justo debajo del Arco del Triunfo, un vendedor ambulante ofrecía camisetas y banderas en medio del tumulto amarillo y rojo (con la estrella).

La concentración de personas estaba al frente del Parque de la Ciudadela, donde está ubicado el Parlamento Catalán (lugar de la votación). Un chico de no más de veinte años se subió a una de las estatuas a la entrada del parque (la de J. Comas Herm), le puso la bandera en la mano y se bajó para verla ondear. Otros abrieron champaña y se abra- zaron como viejos conocidos. Cataluña independiente nacía en medio de una fiesta orquestada por cantos de protesta y helicópteros atravesando el cielo barcelonés.

Lourdes Jiménez, catalana desde hace tres generaciones, dijo que ese era el reconocimiento a una lucha constante que empezó en 1714 para reivindicar sus derechos. “Había un momento, cuando era más joven, que pensaba que primero era española y luego catalana, puesto que conformamos el mismo territorio. Pero de un cierto tiempo, viendo la contundencia con la que la capital está contra nuestro pueblo, decidí asumirme totalmente catalana y es lo que me hace luchar por el que ahora es mi país”.

Para Jaume Pages era algo que estaba esperando desde los 12. “Es la victoria de un pueblo milenario, que el imperialismo español ha masacrado durante siglos. Ellos tienen las armas, las grandes empresas y nosotros les hemos plantado cara, sin miedo. Tengo 48 y desde los 12 pienso que nos persiguen culturalmente. Hasta hace poco las personas en el exterior desconocían lo que estaba pasando aquí”.

En medio de la vía se agrupaban en brazos para cantar el himno de Cataluña y coreaban con guitarra en mano algunas canciones clásicas, entre esas L’estaca ( La Estaca), compuesta en 1968 por Lluís Llach, un cantautor catalán. Teresa Ventosa explicó, con los ojos encendidos, que la canción representa la libertad de expresión.

“Antes estábamos en un régimen franquista y, como había represión, los cantautores componían melodías para reivindicar la libertad. Franco vendría siendo ‘la estaca’ y la letra dice que es algo que nos tiene atrapados a todos, pero si jalamos de ella se va a caer. Entonces tenemos que tirar juntos para que se caiga. Luego vendrá la libertad”