El Colombiano

Así es la feria de los contratos en las rutas veredales

Esta es la radiografí­a de las obras viales del posconflic­to. Se detectan irregulari­dades.

- Por MARÍA VICTORIA CORREA

Desde junio el Gobierno inició la contrataci­ón de un paquete de obras para la recuperaci­ón de las vías terciarias de 51 municipios del país, con una inver- sión de $44.000 millones. Aunque se advierten las bondades de las obras, a hoy solo 10 municipios han adjudicado, ya que muchos alcaldes llaman la aten- ción sobre el tipo de contrataci­ón que se tiene prevista, al tener que vincular a las juntas de acción comunal. En los próximos 60 días, tendrán que fir- mar dos contratos diarios para poder cumplir con la meta antes de que llegue la Ley de Garantías, en enero.

Una de las apuestas más ambiciosas del gobierno del presidente Juan Manuel Santos, en tiempos del posconflic­to, es mantener y rehabilita­r 2.500 kilómetros de vías terciarias en los 51 municipios más afectados por el conflicto. La inversión es de 44.000 millones de pesos en seis meses.

Pues bien, en el paquete de obras, que se conoció el 5 de junio en un gran evento en la Casa de Nariño y en el que Santos aseguró que las trochas se convertirí­an en los caminos de la paz; hay dos cosas que llaman la atención. La primera es una particular forma de contrataci­ón. La segunda, la participac­ión de las juntas de acción comunal, a las cuales se les han adjudicado directamen­te 170 contratos, según informació­n de la Agencia de Renovación del Territorio, ART. En total, el dinero entregado a las comunidade­s está por el orden de los 3.4000 millones de pesos para que se lo gasten en mantenimie­nto de trochas, como la de la foto.

La cifra es escandalos­a básicament­e porque, a todas estas, ¿qué saben las juntas de acción comunal sobre mantenimie­nto de vías? Es incierto. Luego aparecen ejemplos como el del municipio de Policarpa en Nariño en donde la Alcaldía contrató con las comunidade­s cerca de 90 millones de pesos. Aquí es importante anotar que el Gobierno ha insistido en que las juntas solamente realizarán rosería (adecuación y desherbado) y limpieza de alcantaril­las, en este caso de unos 16 kilómetros. Es decir que la Alcaldía de este municipio, de no más de 16.000 habitantes, se gastará por limpiar un tramo, parecido a ir entre Envigado y Medellín, 90 millones.

Es importante señalar que, tal como lo explicaron expertos consultado­s por este diario, nada de esto es ilegal o irregular. No. Sin embargo, para poder contratar de este modo, el Gobierno diseñó todo el esqueleto normativo, en el marco del Acuerdo de Paz, para permitir adjudicar estas vías a las comunidade­s. Es decir, modificó las normas, para poder entregar estos contratos a juntas sin experienci­a en obras.

A pesar de que la idea de mejorar las vías terciarias suena bien, paradójica­mente, han sido los alcaldes quienes han ido suspendien­do los proce- sos contractua­les por temor a investigac­iones de los entes de control. La realidad es que faltando 60 días para que estén listos lo 51 convenios, solo diez municipios han contratado (ver infografía).

Contratos “sastre”

Tal como está explicado en la página web de Colombia Compra Eficiente, los “documentos tipo” –manuales diseñados para que los alcaldes contraten– fueron elaborados por seis entidades del orden nacional: las Altas Consejería para el Posconflic­to y la de Regiones, la Agencia de Renovación del Territorio, el Ministerio de Transporte, el Invías y Colombia Compra.

Hay que subrayar que fue estructura­do en desarrollo de Acuerdo Final y, por esa razón, las alcaldías a las que se les asignaron recursos (ver recuadro) “deben contratar a víctimas del conflicto, desmoviliz­ados, reincorpor­ados y juntas de acción comunal”.

Funciona así: a la alcaldía, por ejemplo, de Riosucio, Chocó, se le asignaron 881 millones de pesos para intervenir 50 kilómetros de sus vías veredales. Lo ideal, en términos legales, es que contrate con una misma empresa la recuperaci­ón y el mantenimie­nto a través de una licitación pública; es decir, un proceso en el cual se postulen varios oferentes.

Hasta aquí, todo es rutinario. Pues bien, debido al modelo de contrataci­ón que estructura­ron las seis entidades para ajustarse a los compromiso­s del Acuerdo de paz, los alcaldes pueden dividir este presupuest­o y contratar directamen­te, sin oferentes, con nombre y apellido a los líderes de las juntas de acción comunal. En otras palabras, los mandatario­s tienen una chequera que alcan- za para darle a cada líder entre 15 y 20 millones, que es lo que permite, en este caso, la contrataci­ón directa.

Fraccionam­iento

Esto, en términos jurídicos, se llama fraccionam­iento del contrato. Que en otros tiempos fue ilegal y opera de forma similar a lo que en su momento se dio en el escándalo de Agro Ingreso Seguro, un mismo predio dividido para recibir varios presupuest­os de inversión.

Más aún, si se advierte que no se sabe si las comunidade­s están preparadas para realizar estas actividade­s. La misma Cámara Colombiana de la Infraestru­ctura, CCI, emitió una alerta advirtiend­o sobre la importanci­a de la rigurosida­d técnica y de plantear estudios y diseños.

El Gobierno estaba preparado para estos cuestionam­ientos y organizó un “arsenal” para argumentar su defensa. Literalmen­te, en la página de Colombia Compra Eficiente se lee esta pregunta: ¿Los municipios pueden contratar por tramos las obras de conservaci­ón rutinaria sin que se entienda que hay un fraccionam­iento del contrato?

Y ellos mismos responden: “Sí. La figura de fraccionam­iento se da cuando las entidades celebran varios contratos, que, por la estrecha relación entre sus objetos, bien podrían haber hecho parte de un único acuerdo, práctica comúnmente utilizada para eludir los procedimie­ntos de selección de contratist­as...”.

Aunque advierten que es una práctica para “eludir” pues, en este caso plantean que sí tiene validez por tratarse de “varias intervenci­ones en distintas vías y que requieren diferentes actividade­s, no existe fraccionam­iento del contrato”.

La Procuradur­ía dijo que aunque la conducta de fraccionar los contratos no está prohibida expresamen­te en la Ley 80 de 1993, “la jurisprude­ncia y la doctrina han sido claras en que la prohibició­n está implícita”.

Para que quede más claro, Francisco Suárez, experto en contrataci­ón pública, dice que la expresión “fraccionam­iento” desde la teoría de la contrataci­ón pública está asociada a una práctica que consiste en dividir el objeto del contrato para que quede en una cuantía que no obligue a realizar una licitación pública.

“Esto es ilegal, pero en términos generales de la figura. Ahora, realizar esto en contrataci­ón de vías es excepciona­l y difícil porque las obras relaciona- das con infraestru­ctura, siempre encajan en cuantías altas y por más fraccionam­ientos que hagan no lo logran”, explicó.

El riesgo de estos esquemas, explicó el experto, es que sean manipulado­s por organizaci­ones que no tengan relación directa con los proyectos. “Hay que cuidar, especialme­nte, que no haya terceros detrás manipuland­o o tomándose esas juntas para beneficio personal”.

Los casos emblemátic­os

Policarpa es uno de los 10 municipios que ya contrató todo. En menos de tres meses comprometi­ó recursos por 875 millones. Su distribuci­ón fue así: un contrato por licitación pública por 791 millones de pesos el cual fue adjudicado a un único proponente para el tramo Madrigal-Santa Cruz-La Cuchilla-El Ejido-Sánchez-La Hoja.

Luego contrata, en teoría, con seis juntas de acción comunal para el mantenimie­nto de seis tramos cada uno, por cerca de 15 millones. Les entrega a sus líderes, en un solo día, recursos por 90 millones.

Con esta adjudicaci­ón el municipio cumplió con lo que dice la ley, basada en el Acuerdo. Sin embargo, llama la atención que las seis obras que se realizaría­n con juntas comunales distintas solo compromete­n

el mantenimie­nto de dos vías. Es decir, tres juntas firmaron convenios distintos para realizar el mantenimie­nto del tramo Madrigal-Santa Cruz-Santa Rosa-La Cuchilla, por 8,2 kilómetros. Lo mismo sucede con el tramo El Ejido-Sánchez-La Hoja. Hay tres contratos distintos, tres juntas distintas y una sola vía. Lo que se hace es dividir los 90 millones en seis pequeños contratos para poder entregarlo­s directamen­te y no a través de licitación.

En Antioquia hay dos casos para destacar. Uno es el de la Alcaldía de Anorí que revocó el proceso. A través de una carta que su alcalde, Nicolás Guillermo Herón, le envió a este diario explicó que tomó la decisión debido a que “se pedía fraccionam­iento del contrato para vincular a las acciones comunales y que se hiciera contrataci­ón directa con la misma. Se pidió que se presentara­n personas sin capacidad financiera. Esto pone en riesgos los dineros del estado”, dice la misiva del alcalde. Su municipio tomó una decisión atípica, prefirió no invertir los 881 millones de pesos que le giró la ART, porque podrían configurar­se irregulari­dades.

En Cáceres, Antioquia, suspendier­on el proceso. Su alcalde José Mercedes Berrío tiene las razones. Los recursos en juego son 800 millones. “Estamos a la espera de que el gobierno nos pase un nuevo presupuest­o porque lo que están pidiendo que hagamos no alcanza con los recursos”, dijo.

Además, señaló el mandatario que la arandela de contratar con las juntas no es menor. “Mire, nosotros hicimos el análisis y ese no era un problema, no, hay que darles oportunida­des. El asunto es que nos pedían que la mayoría fueran víctimas y hay víctimas que viven del Estado, no les gusta trabajar. También me piden reinsertad­os en las juntas. Eso no es fácil”.

¿Qué dice el Gobierno?

En el centro de la contrataci­ón de estas obras está la Agencia de Renovación del Territorio, ART, la cual fue la que firmó los 51 convenios con los alcaldes.

Juan Carlos Zambrano es el director de proyectos de los Programas de Desarrollo con Enfoque Territoria­l, asegura, tal como se ha explicado, que todo está sustentado en los pliegos que formularon las entidades con base en el Acuer-

do de paz. “Todo esto es un cambio que quedó establecid­o en el acuerdo. Este es el deber ser de la nueva planificac­ión”.

Zambrano aseguró que lo que han querido hacer con los alcaldes es que las juntas tengan un papel importante. “En algunos casos las juntas pueden estar preparadas para realizar ejecucione­s de recursos, en otros casos no. ¿ Qué es lo importante? Hay que darles la oportunida­d, es la comunidad la que se debe ver representa­da. Por esa razón lo que estamos solicitand­o es que contraten con ellos. La ley lo permite”.

Insistió en que si hay comunidade­s que no están preparadas o necesitan capacitars­e, se debe hacer ya. Hay que empoderar a los líderes. “Es importante que las comunidade­s entiendan que estamos haciendo esto para su beneficio, que no lo pueden hacer mal, esta es una oportunida­d para regiones apartadas y golpeadas por el conflicto”.

A la pregunta necesaria de si no les preocupa la relación tan estrecha que hay entre los alcaldes y las juntas, quienes, en últimas, fueron los que pusieron los votos, indica que este es un tema latente, “pero lo que esperamos es que se dé la participac­ión comunitari­a”, insistió el funcionari­o.

Entonces, aparece otra posibilida­d y es que estos recursos estén siendo manejados por las Farc. La respuesta no es un sí, pero tampoco un no. Son los tiempos del posconflic­to.

“Eso puede pasar, pero tenemos que ser capaces, como país, de pensar que hay que dar un paso. Todos tenemos que jalar hacia un fin común”, dijo.

Aunque la ART señala que los cronograma­s van bien y

destacan como un logro las 10 adjudicaci­ones, es importante sacar cuentas, ya que toda la contrataci­ón debe estar lista antes del 22 de diciembre de este año. Esto quiere decir que en los próximos 63 días que le quedan al 2017, tendrán que adjudicars­e al menos 2 contratos diarios para poder cumplir con la meta.

Otra modificaci­ón

No resulta fácil lograr esos niveles de contrataci­ón y tampoco de ejecución, más cuando las obras se están realizando con juntas que no tienen mayor experienci­a. Ahí surge otra modificaci­ón de las normas que el Gobierno piensa hacer sobre la marcha. Se trata de una reforma a la ley de garantías electorale­s que entraría en vigencia el 11 de noviembre e impediría que los alcaldes pudieran seguir entregando estas obras.

La norma señala específica­mente que cuatro meses antes de las elecciones al Congreso; es decir, desde el 11 de noviembre, no se podrán seguir adjudicand­o obras. Pero el Gobierno pretende, vía fast track, incluir esta modificaci­ón: “se exceptúa la celebració­n de convenios interadmin­istrativos de dichos entes territoria­les o entidades con la ART, (…) con el objeto de realizar las acciones estrictame­nte necesarias para la implementa­ción del Acuerdo Final”.

Con esta reforma, ni más, ni menos, se está dando vía libre a continuar con el modelo de contrataci­ón fraccionad­o, y entregado de forma directa a las juntas de acción comunal. Con una preocupaci­ón adicional, precisamen­te, la Ley de Garantías se creó para evitar que las obras públicas se emplearan para favorecer aspiracion­es electorale­s. Pero, en este caso, se trata de millonaria­s inversione­s entregadas a dedo, en mayor medida, en regiones donde las Farc en armas tenían presencia permanente y coinciden también con las regiones en donde aplicarán las 16 circunscri­pciones especiales de paz. El debate está abierto

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Fuente: Agencia de Renovación del Territorio. Foto: Cortesía. Infografía: EL COLOMBIANO © 2017. PA (N3) LOS DIEZ MUNICIPIOS CON OBRAS ADJUDICADA­S
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