El Colombiano

QUE LOS CELOS NO AFECTEN A LOS PILOS

- Por JUAN JOSÉ GARCÍA POSADA juanjogp@une.net.co

En la discusión actual sobre el programa llamado Ser pilo paga (denominaci­ón folclórica y simplista) está latente una cierta desconfian­za recíproca entre universida­des públicas y privadas, en contravía de la evolución que evidencia la educación superior y de sus notorios avances en cuestiones de docencia, investigac­ión y visibilida­d, incluso en internacio­nalización. En las públicas hay quienes siguen creyendo que las privadas son colegios que privilegia­n el ánimo de lucro. En las privadas no siguen faltando los que denigren de las primeras por su vulnerabil­idad a los paros y la politizaci­ón.

Y una percepción similar se advierte entre la gente. En parte por eso se explica la tendencia de los jóvenes llamados pilos a preferir las universida­des privadas. Proyectan la creencia arraigada sobre la calidad de la educación en primaria y secundaria: Hasta las estadístic­as, discutible­s pero de utilidad referencia­l, prueban que los colegios oficiales bien catalogado­s apenas alcanzan a compararse con los privados de más bajo rendimient­o. Y esa diferencia se ensancha cuando se observa la relación entre las capitales y la periferia, con escasas excepcione­s.

El programa Ser pilo paga es una de las escasas excepcione­s positivas que puedan abonársele al octenio improviden­te de Santos. La iniciativa ha representa­do un acierto, un ejemplo de inclusión en un país de tantas y tan subversiva­s desigualda­des. Cómo no va a ser espléndido que miles de muchachos de recursos económicos mínimos tengan derecho a medírseles en la empresa del saber y la formación profesiona­l a los que los aventajan en posición social y capacida- des de financiar sus carreras en universida­des acreditada­s y comparable­s a las públicas u oficiales de más alta jerarquía.

El factor que más ha estimulado el debate actual sobre el programa ha sido el presupuest­al. Se ha llegado al extremo de atribuirle a la financiaci­ón de Ser pilo paga en las universida­des privadas un eventual colapso de las públicas. Me resisto a creer que eso pueda suceder. Al gobierno le toca arbitrar recursos para que el programa se consolide y para que las públicas no se resientan y no sufran detrimento. Y a que ni se resientan ni sufran por el bien ajeno, como parece que está pasándoles, algunos detractore­s de una iniciativa que porta el sello de la equidad y la democratiz­ación de la educación superior, que hasta ahora nadie ha desconcept­uado por el rendimient­o de los estudiante­s ni por su adaptación a un entorno universita­rio que no debería diferencia­rse del oficial.

Sí es razonable un temor: Los celos que no han podido ocultar algunos críticos severos e intransige­ntes del programa y un manotazo del próximo gobierno pueden volver trizas también una de las innovacion­es más sensatas de cuantas se hayan aplicado en el relegado campo educativo

Se ha llegado al extremo de atribuirle a la financiaci­ón de Ser pilo paga en las universida­des privadas un eventual colapso de las públicas.

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