LA SOLIDARIDAD ES MÁS PRODUCTIVA QUE LA COMPETITIVIDAD
A pesar de que uno de nuestros grandes anhelos como padres es lograr que las relaciones afectivas en nuestra familia sean muy positivas y perdurables, la cultura consumista en que estamos inmersos y formando nuestros hogares desfavorece nuestros vínculos familiares.
Debido a que la prosperidad se mide hoy en términos de los bienes y honores que obtengamos y no de la calidad de nuestros vínculos y de nuestras acciones, cada vez se valora más el “éxito” concebido en términos de lograr más fama, poder y dinero que los demás. Por este motivo se considera que es indispensable entrenar a los hijos a competir y ganar, si quieren llegar a “ser alguien” en la vida y, por eso, lo que predomina en sus relaciones son los celos, la envidia y la rivalidad, no el amor y la solidaridad. Por esta razón ha prosperado mucho la competitividad, esa postura en virtud de la cual lo importante es ganar a como dé lugar por lo que estamos más centrados en derrotar que en servir y triunfar.
Sin embargo, si lo que deseamos es que los hijos se entiendan mejor y que sean más solidarios y colaboradores, lo que debe de prevalecer en el hogar es el afecto, la camaradería y la amistad. Y esto será evidente para ellos si, por ejemplo, la forma en que interactuamos con nuestro cónyuge les muestra que el respeto y el amor son el fundamento de nuestra relación; si la manera en que tratamos y recompensamos a nuestros empleados les establece que hay que ser amables y generosos con quienes nos sirven; y si la consideración que demostramos a los ancianos y a los más desafortunados les hace ver que para nosotros es prioritario ayudar a quienes más lo necesitan.
Si nos concentramos en enriquecer no solo las capacidades y las habilidades de nuestros hijos, sino ante todo su integridad moral y su buen corazón, desarrollarán un genuino interés por sus semejantes, un trato generoso y cordial con los más desfavorecidos y un sincero deseo de servir a los demás. Es en esta forma que su calidad humana se alimentará y los llevará mucho más lejos que una gran cantidad de dinero, de diplomas o de trofeos ganados a expensas de fomentar su desmesurada ambición por sobresalir. Esto será lo que hará posible que logren cultivar la armonía y la solidaridad en su hogar, en su familia y, por ende, en su vida