RESIGNIFICAR LA JUSTICIA
En un contexto nacional que plantea desafíos como la ineficiencia de las instituciones de justicia y la terminación del conflicto armado con las Farc; la necesidad de una labor filosófica con relación al concepto de justicia se hace palpable en una ciudadanía que se ha limitado a entenderlo desde la retribución. La sanción se ha concebido como un asunto revanchista, como una posibilidad inmediata de saciar deseos impulsados por el rencor y los resentimientos.
De ahí que se haya vuelto común ver en las noticias casos de ciudadanos agrediendo ladrones, y consignas que, con relación al conflicto armado, claman por más años de cárcel para las Farc y el maltrato hacia sus miembros en la etapa de reinserción. Estos hechos han mostrado cómo se ha pretendido dar solución a las problemáticas que padece el país, evitando cuestionarse por sus causas y prefiriendo dar un reproche moral sobre sus efectos que poco aporta a una transformación sustancial de la situación.
Se ha olvidado que la justicia obedece a razones prácticas más que morales, y que su función ha de ser velar mayoritariamente por aquello que resulta útil para la restauración de los lazos sociales. Bien lo decía Platón en el primer libro de La República: la justicia es lo que congrega, lo que permite la concordia de unos con otros. Cuando ella falta, toda acción humana se ve frustrada por la fragmentación. Esto nos debe recordar que el cas- tigo, normalmente entendido como la venganza de los crímenes, ha de convertirse en un instrumento que posibilite la armonía y el mejoramiento ético tanto de la comunidad como de quien lo recibe.
En pocas palabras, es imperativo repensar la esencia de la justicia y los efectos que de ella se desprenden, viéndola como un medio para lograr un propósito mayor y no como un fin en sí mismo. Además, en cuanto a los problemas enunciados, es relevante examinar nuevas estrategias que fortalezcan las instituciones estatales (para evitar la justicia a mano propia); y fomentar una cultura de la reconciliación que, reconociendo la reparación a las víctimas como una modalidad de justicia, promueva el diálogo como una herramienta imprescindible para dirimir conflictos
El castigo ha de convertirse en un instrumento que posibilite el mejoramiento ético de la comunidad y de quien lo recibe.