LA ÉTICA Y EL DERECHO FRENTE A LA CORRUPCIÓN
Hace un tiempo, un abogado más mediático que jurista, afirmó defendiendo al magistrado
Jorge Pretelt, que la ética y el derecho son dos esferas sociales de acción que no tienen entre sí ninguna relación. Su aseveración generó una amplia polémica, pero hoy, cuando además de Pretelt otros magistrados enfrentan procesos ante la justicia, su afirmación cobra mayor relevancia porque entre tanto se ha hecho evidente que esta separación entre ética y derecho es funcional a una estructura de corrupción sistémica que afecta gravemente al poder judicial en Colombia.
En estos escándalos hemos podido ver cómo se ha producido la apropiación de los recursos públicos por unas minorías movidas solamente por la ambición desenfrenada de riquezas y que han dejado de lado los principios jurídicos y éticos.
En Colombia probablemente esté pasando algo en la estructura básica de la sociedad, que consiste en que la acumulación de riqueza dejó de ser una cuestión de los capitalistas, para convertirse en un asunto de las élites que controlan el poder del Estado en la política, el parlamento, los tribunales. Si la finalidad de la función judicial es la aplicación de la justicia, la penetración del incentivo de la acumulación de riqueza, conduce a su “economización”, es decir, hace que sus actividades se definan por la apropiación de la misma.
La consecuencia de esto es que la dimensión ética está en peligro. Y cuando esto sucede está en peligro la racionalidad del hombre, una de cuyas manifestaciones es el derecho.
Ante esta situación de riesgo de la ética y del derecho, Kant da luces para replantear estos problemas. El filósofo alemán desplegó dos estrategias para enfrentar el asunto de las personalidades narcisistas y ambiciosas.
Para Kant, la ética y el derecho son legislaciones de la razón práctica, las cuales tomadas en conjunto explican la totalidad de la situación práctica del hombre. En el derecho se trata de establecer las condiciones bajo las cuales las aspiraciones del deseo de los hombres puedan ser encauzadas de manera que se elimine toda posibilidad de dominio de la voluntad de un hombre sobre la de otro. En la ética se busca limitar toda aspiración desproporcionada de felicidad individual, mediante la crítica racional de los fines y realizaciones personales.
Ahora podemos preguntar ¿qué se le pide moralmente a un juez cuando actúa? El utilitarista establece una prioridad de lo bueno sobre lo correcto. De esto un astuto jurista puede derivar la tesis maquiavélica: el fin justifica los medios. Kant dice que no se le puede exigir al juez que maximice la felicidad general con cada decisión. Su función es hacer respetar los derechos en juego en cada decisión, sea cual fuere la felicidad que derive de ello. Sin la reflexión crítica sobre la felicidad que hace la ética el derecho es vacío; sin que el derecho garantice las condiciones para que cada uno persiga su visión de lo bueno, la ética es ciega. Esta es la conexión entre la ética y el derecho que los jueces corruptos quieren desconocer * Director del Instituto de Filosofía U. de A.
La dimensión de la ética está en peligro. Y cuando esto sucede está en peligro la racionalidad del hombre.