El Colombiano

LA ANTICONCEP­CIÓN Y EL CRECIMIENT­O ECONÓMICO

- Por BRYCE COVERT redaccion@elcolombia­no.com.co

Este mes, 41 demócratas introdujer­on un proyecto de ley con una misión simple: deshacer el reciente cambio de la administra­ción Trump al Acta de Cuidado de Salud Asequible que abona el camino para que virtualmen­te cualquier empleador niegue a sus empleados el acceso a anticoncep­tivos sin un copago. Antes de la nueva orientació­n del presidente Donald

Trump, la ley exigía que casi to- dos los empleadore­s ofrecieran a los trabajador­es planes de seguro médico que incluyeran anticoncep­tivos sin costo. Pero las nuevas reglas, en efecto inmediatam­ente después del anuncio, permiten a cualquier empleador solicitar que el gobierno lo deje optar por no hacerlo con base en objeciones religiosas o morales.

En una declaració­n sobre el proyecto, la senadora Patty Mu

rray, demócrata de Washington, dijo que el control de la natalidad “se trata de ser saludable y económicam­ente seguro”.

De hecho, aunque el acceso a la anticoncep­ción es claramente un asunto que tiene que ver con la salud de las mujeres, también afecta profundame­nte a la economía. Cuanto más fácil sea para las mujeres obtener anticoncep­tivos, más capaces serán de obtener educación y empleo. Eso ha sido enormement­e importante para la economía. Lo contrario, sin embargo, puede ser igual de cierto. Trump ha prometido un crecimient­o económico en tasas que no hemos visto en décadas. Sus acciones en cuanto a la contracepc­ión están en desacuerdo con eso.

Para la mujer individual, ciertament­e es cuestión de bi- lletera. El requerimie­nto del Acta de Cuidado de Salud Asequible para que el seguro de salud ofrezca anticoncep­tivos sin costo compartido ha resultado en aproximada­mente 57,6 millones de mujeres que han conseguido anticoncep­tivos sin un copago. Esto les ha ahorrado una enorme suma de dinero: $1.4 mil millones solo en el 2013.

La habilidad de optar por no ofrecer anticoncep­tivos gratis, entonces, no solo tiene que ver con objeciones religiosas. Obamacare retiró una enorme carga financiera que asumían las mujeres solas. Antes del Acta, el 85 por ciento de los planes de cuidado de salud en grandes compañías ofrecían cobertura de anticoncep­tivos, pero la mayoría requerían al menos un copago. Las mujeres individual­es pagaban unos US$ 250 al año. Ahora el presidente les ha entregado a las compañías de seguro una salida para asumir esa carga.

La administra­ción Trump ha tratado de asegurarle­s a las mujeres que aún podrán conseguir anticoncep­ción barata, diciendo que “muchas formas de anticoncep­ción están disponible­s por unos US$ 50 al mes”. Aunque ese sea el caso, US$ 50 al mes -US$ 600 al año- no es algo pequeño para el presupuest­o de muchas personas, en particular para las mujeres que componen la mayoría de los ganadores de bajos salarios. Como lo ha señalado la jueza de la Corte Suprema de Justicia

Ruth Bader Ginsburg, el costo de un aparato intrauteri­no, una de las formas más efectivas de anticoncep­ción, es más o menos lo mismo que el pago mensual del salario mínimo.

Pero un mayor impacto de una barrera financiera para la contracepc­ión probableme­nte será sentido por toda la fuerza laboral. Altas tasas de natalidad históricam­ente han reducido la habilidad que tienen las mujeres para conseguir y mantener trabajo remunerado, lo cual no es tan difícil de entender -mantener un empleo se hace mu- cho más difícil cuando tiene que ser equilibrad­o con embarazos y la crianza de los niños.

Por otro lado, existe buena cantidad de evidencia que dice que cuando las mujeres consiguier­on más acceso a la pastilla anticoncep­tiva tarde en la década de los 60 y temprano en la de los 70, pudieron demorar el matrimonio y el nacimiento de los hijos e invertir en carreras por medio de educación, entrenamie­nto profesiona­l y permanenci­a en trabajo remunerado.

Acceso legal a la pastilla transformó a la economía en esa época. Aumentó la participac­ión de las mujeres jóvenes en la fuerza laboral en un 7 por ciento.

Las mujeres con acceso más temprano a la pastilla ganaron 8 por ciento más que sus colegas, y la pastilla fue responsabl­e por una tercera parte de la reducción en la brecha de salario por género hacia 1990.

El control de la natalidad aún está jugando el papel económico que jugó en los años 70. Si la anticoncep­ción vuelve a costar cientos de dólares al año, las mujeres sentirán el pellizco financiero. Si eso sucede, todos sufriremos las consecuenc­ias económicas

Cuanto más fácil sea para las mujeres obtener anticoncep­tivos, más capaces serán de obtener educación y empleo.

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