LA ANTICONCEPCIÓN Y EL CRECIMIENTO ECONÓMICO
Este mes, 41 demócratas introdujeron un proyecto de ley con una misión simple: deshacer el reciente cambio de la administración Trump al Acta de Cuidado de Salud Asequible que abona el camino para que virtualmente cualquier empleador niegue a sus empleados el acceso a anticonceptivos sin un copago. Antes de la nueva orientación del presidente Donald
Trump, la ley exigía que casi to- dos los empleadores ofrecieran a los trabajadores planes de seguro médico que incluyeran anticonceptivos sin costo. Pero las nuevas reglas, en efecto inmediatamente después del anuncio, permiten a cualquier empleador solicitar que el gobierno lo deje optar por no hacerlo con base en objeciones religiosas o morales.
En una declaración sobre el proyecto, la senadora Patty Mu
rray, demócrata de Washington, dijo que el control de la natalidad “se trata de ser saludable y económicamente seguro”.
De hecho, aunque el acceso a la anticoncepción es claramente un asunto que tiene que ver con la salud de las mujeres, también afecta profundamente a la economía. Cuanto más fácil sea para las mujeres obtener anticonceptivos, más capaces serán de obtener educación y empleo. Eso ha sido enormemente importante para la economía. Lo contrario, sin embargo, puede ser igual de cierto. Trump ha prometido un crecimiento económico en tasas que no hemos visto en décadas. Sus acciones en cuanto a la contracepción están en desacuerdo con eso.
Para la mujer individual, ciertamente es cuestión de bi- lletera. El requerimiento del Acta de Cuidado de Salud Asequible para que el seguro de salud ofrezca anticonceptivos sin costo compartido ha resultado en aproximadamente 57,6 millones de mujeres que han conseguido anticonceptivos sin un copago. Esto les ha ahorrado una enorme suma de dinero: $1.4 mil millones solo en el 2013.
La habilidad de optar por no ofrecer anticonceptivos gratis, entonces, no solo tiene que ver con objeciones religiosas. Obamacare retiró una enorme carga financiera que asumían las mujeres solas. Antes del Acta, el 85 por ciento de los planes de cuidado de salud en grandes compañías ofrecían cobertura de anticonceptivos, pero la mayoría requerían al menos un copago. Las mujeres individuales pagaban unos US$ 250 al año. Ahora el presidente les ha entregado a las compañías de seguro una salida para asumir esa carga.
La administración Trump ha tratado de asegurarles a las mujeres que aún podrán conseguir anticoncepción barata, diciendo que “muchas formas de anticoncepción están disponibles por unos US$ 50 al mes”. Aunque ese sea el caso, US$ 50 al mes -US$ 600 al año- no es algo pequeño para el presupuesto de muchas personas, en particular para las mujeres que componen la mayoría de los ganadores de bajos salarios. Como lo ha señalado la jueza de la Corte Suprema de Justicia
Ruth Bader Ginsburg, el costo de un aparato intrauterino, una de las formas más efectivas de anticoncepción, es más o menos lo mismo que el pago mensual del salario mínimo.
Pero un mayor impacto de una barrera financiera para la contracepción probablemente será sentido por toda la fuerza laboral. Altas tasas de natalidad históricamente han reducido la habilidad que tienen las mujeres para conseguir y mantener trabajo remunerado, lo cual no es tan difícil de entender -mantener un empleo se hace mu- cho más difícil cuando tiene que ser equilibrado con embarazos y la crianza de los niños.
Por otro lado, existe buena cantidad de evidencia que dice que cuando las mujeres consiguieron más acceso a la pastilla anticonceptiva tarde en la década de los 60 y temprano en la de los 70, pudieron demorar el matrimonio y el nacimiento de los hijos e invertir en carreras por medio de educación, entrenamiento profesional y permanencia en trabajo remunerado.
Acceso legal a la pastilla transformó a la economía en esa época. Aumentó la participación de las mujeres jóvenes en la fuerza laboral en un 7 por ciento.
Las mujeres con acceso más temprano a la pastilla ganaron 8 por ciento más que sus colegas, y la pastilla fue responsable por una tercera parte de la reducción en la brecha de salario por género hacia 1990.
El control de la natalidad aún está jugando el papel económico que jugó en los años 70. Si la anticoncepción vuelve a costar cientos de dólares al año, las mujeres sentirán el pellizco financiero. Si eso sucede, todos sufriremos las consecuencias económicas
Cuanto más fácil sea para las mujeres obtener anticonceptivos, más capaces serán de obtener educación y empleo.