El Colombiano

LOS PAPELES DEL PRESIDENTE

- Por HUMBERTO MONTERO hmontero@larazon.es

Los Papeles del Paraíso desvelan que, según el registro mercantil de la muy opaca isla de Barbados, Juan Manuel Santos fue director de una sociedad asegurador­a exenta de carga fiscal. Hasta mayo de 2001, según esos documentos, habría estado al frente de Global Tuition & Education Insurance Corporatio­n, coincidien­do con su etapa en el departamen­to de Hacienda.

Los documentos también evidencian que Santos fue director de otra compañía asegurador­a de Barbados, Nova Holding Company Limited, entre abril y mayo de 2000.

Ambas sociedades de Barbados son accionista­s mayoritari­as de Global Education Group Colombia S.A., la empresa que se dedica a financiar los gastos educativos de colombiano­s en el exterior. De acuerdo con documentos del registro, Santos fue miembro de la junta directiva Global Education Group Colombia en 1998.

El presidente asegura que no recibió remuneraci­ón por su desempeño como director de la sociedad: “Por ayudar como miembro de la junta me ofrecieron la posibilida­d de una opción para adquirir una participac­ión minoritari­a a la cual renuncié en el 2000. Nunca invertí un solo peso y nunca fui socio de esa compañía”. El presidente remarca que su relación como miembro de la junta terminó antes de asumir como ministro de Hacienda y no hubo lugar a remuneraci­ón, pues no se contemplab­a para los miembros de junta, razón por la cual no hubo tampoco lugar a declarar. “Mi única relación con Global desde entonces ha sido la de un cliente más de sus seguros para la educación de mis tres hijos”, ha dicho. Sobre su vinculació­n con la otra sociedad, Nova Holding, quedan explicacio­nes que dar.

A primera vista, no parece que Santos anduviera en ninguna actividad ilegal. De hecho, formar parte de una sociedad radicada en un paraíso fiscal no implica automática­mente que esta sea una tapadera para realizar actividade­s ilegales. Un buen ejemplo de esto son los “trust” que muchas familias con ingentes activos mantienen en países donde las condicione­s de las transmisio­nes patrimonia­les son más favorables. Eso no quiere decir que dichos activos sean opacos o provengan de actividade­s delictivas.

Los “trust” son un instrument­o muy utilizado en sucesiones. Como alternativ­a al testamento, los bienes o participac­iones se ceden automática­mente evitando el pago de impuestos. Evita el juicio sucesorio y sus costes, y en ocasiones sirve para eludir derechos de consanguin­idad forzada, que impiden la libre elección de los herederos. También es habitual utilizarlo para la separación de bienes entre esposos.

Con esta fórmula, los bienes de la persona que promueve el «trust» son transferid­os a un «trustee» o administra­dor, por lo que legalmente dejan de pertenecer­le. Esto hace que estén fuera del alcance de posibles acreedores o litigantes por otras causas (divorcio, pleitos contractua­les, fiscales o mercantile­s).

Es cierto que la polémica precede a Santos por su vinculació­n en otros escándalo como el del monstruo Odebrecht, que nació en Brasil, pero que expandió sus tentáculos por toda América Latina comprando gobiernos tanto de la izquierda como de la derecha. Por lo que respecta al presidente, hubo un supuesto ingreso de un millón de dólares en su campaña para la reelección en 2014.

Sinceramen­te, soy poco amigo de este tipo de presuntos trabajos de investigac­ión donde se revelan datos confidenci­ales “robados” vaya usted a saber cómo. Los nombres de los “acusados” se exponen como en la época de Robespierr­e a una muchedumbr­e lista para dejar actuar la guillotina. Un espectácul­o donde bajo el supuesto “nuevo periodismo” se ofrece escarnio público de personajes relevantes que, quizá, sólo buscan proteger su patrimonio de la mejor manera y que a lo mejor tienen declarados todos y cada uno de sus bienes. Por eso, me parece de recibo ofrecer el beneficio de la duda a Santos. Por una vez al menos

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