El Colombiano

Los lazos rotos de la oposición venezolana

Sus divisiones son aprovechad­as por el madurismo para ganar réditos en comicios municipale­s y presidenci­ales.

- Por MARIANA ESCOBAR ROLDÁN

Las elecciones regionales en Venezuela el pasado 15 de octubre dejaron fracturas hondas en la oposición de ese país. La victoria del oficialism­o, que se llevó 18 de las 23 gobernacio­nes, dio la sensación de que un chavismo desgastado por las denuncias de corrupción, violación a los derechos de los manifestan­tes y promotor de una Constituye­nte ilegítima recuperaba el éxito popular, mientras las bases de la oposición perdían la fe en sus líderes.

La exposición de irregulari­dades en esas elecciones por parte de la Organizaci­ón de Estados Americanos (OEA), que detalló que en ese proceso faltó una observació­n electoral internacio­nal imparcial, y de la misma oposición, cuya pesquisa dio cuenta de que hubo 1.624.000 votos que no tienen cómo respaldars­e con huella dactilar, cambiaron un poco el escenario.

No obstante, la oposición continúa con claros signos de debilidad. De acuerdo con Carlos Romero, politólogo e internacio­nalista de la Universida­d Central de Venezuela, la causa de la pasada derrota electoral pasa por las trampas y el ventajismo del Gobierno, pero también falta de unidad entre diferentes partidos opositores e ingenuidad de que el oficialism­o no se iba a aprovechar de eso.

Muestra de ello, aclara Romero, es el hecho de el 30 % de la población considerad­a opositora (que suman más de un millón 700 mil votos) no participó en los comicios regionales. “Hay una cierta pasividad en el elector opositor, y tampoco hay consenso sobre qué línea se va a seguir en las relaciones con el Gobierno, en la participac­ión o no en las próximas elecciones para alcaldes y en la negociació­n o no con el oficialism­o, en medio de una situación económica que se agrava mucho más”, expone.

Lo cierto es que estas divisiones en la oposición, que ahora está lejos de parecer un bloque sólido y con ideas similares, podrían impactar desfavorab­lemente para las elecciones a alcaldes (el 10 de diciembre) y a presidente (programada­s para diciembre de 2018).

Tres bloques disímiles

El desmembram­iento de la oposición, que ya había salido a la luz con la decisión de Nicolás Maduro de elegir a una Asamblea Nacional Constituye­nte (ANC) sin consultar a los venezolano­s, dejó al sector partido en tres grupos difícilmen­te reconcilia­bles, según el análisis de Ronal Rodríguez, investigad­or del Observator­io Venezuela de la Universida­d del Rosario.

El primero, el más radical, está liderado por la exdiputada María Corina Machado, para quien desde hace tiempo se acabó la vía electoral en Venezuela, por lo que hay que buscar, con presión, la salida del Gobierno, pero los ciudadanos no saben cómo acoplarse a esa visión, en la medida en que vieron que cuatro meses de movilizaci­ones dejaron más de 150 muertos y el presidente siguió en el poder.

El otro grupo, continúa Rodríguez, es el conformado por los partidos Voluntad Popular (bajo el liderazgo de Leopoldo López) y Primero Justicia (al mando de Henrique Capriles). Aunque encarnan el descontent­o con el Gobierno de Maduro,

son más moderados y tratan de buscar fórmulas para su salida, pero sin llamar a la desobedien­cia civil. “Quieren saltarse las elecciones municipale­s del próximo 10 de diciembre para cohesionar a la gente hacia las presidenci­ales, y así luchar contra el régimen, aunque la gente quiere soluciones ya y ellos no parecen ofrecer una alternativ­a al corto plazo”, detalla el investigad­or.

El tercer grupo, el de los “genuflexos”, califica Rodríguez, está conformado por los partidos Acción Democrátic­a (liderado por el expresiden­te de la Asamblea Nacional Henry Ramos Allup) y Un Nuevo Tiempo (con Manuel Rosales).

“Ellos solían tener un fuerte discurso contra el chavismo, pero ahora hablan con un mensaje confuso a la población, e incluso han participad­o en conse-

jos de Gobierno, dándole la mano a Nicolás Maduro”, anota el investigad­or.

Ante una peor crisis

Los dos primeros grupos están reacios a ir a las elecciones para alcaldes. A Cristian Rojas, jefe del Departamen­to de Ciencias Políticas de la Universida­d de La Sabana, le parece que esa opción es apenas correcta, teniendo en cuenta que en Venezuela ya no pueden buscarse salidas electorale­s, “porque las institucio­nes están absolutame­nte corrompida­s”.

Sin embargo, a Romero le parece que esa respuesta de los partidos opositores es más bien una especie de “arrogancia”, cuando se necesita la participac­ión como un medio para denunciar la situación política y para buscar soluciones a un cuadro irregular de presos políticos, amenazas y crisis económica.

En esa medida, el politólogo llama la importanci­a de que la oposición haga algo frente a las repercusio­nes que podría tener el anuncio de Maduro de reestructu­rar la deuda pública de Venezuela, denuncia Romero.

Y es que una reestructu­ración de la deuda externa venezolana podría significar más sanciones contra el gobierno de, porque se activarían nuevas demandas contra el Estado, mientras el alargamien­to en los plazos de pago terminará afectando al Gobierno de 2025, por lo que la normalizac­ión del país será aún más lenta

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