El Colombiano

BASTARDOS CON GLORIA

- Por ANA CRISTINA RESTREPO J. redacción@elcolombia­no.com.co

Difícil escribir sobre este asunto sin rabia…

En redes sociales, le ha dado la vuelta al mundo la campaña #MeToo ( Yo también), en la cual miles de personas –en especial mujeres– exponen sus experienci­as como víctimas de acoso sexual. La movilizaci­ón la originó el caso del productor Har

vey Weinstein, denunciado por acoso sexual (incluso de violación) por más de cuarenta mujeres. Gwyneth Paltrow y Ange

lina Jolie, son algunas de las actrices que expusieron los desafueros del magnate de Hollywood.

No fueron suficiente­s las revelacion­es de las perseguida­s por Weinstein. Tampoco bastaron las miles de historias que circularon en las redes sociales virtuales (después de leer hasta el cansancio, me pregunto si hay alguna mujer en nuestra sociedad que haya llegado a los cuarenta años sin jamás haber sido acosada en la oficina, la universida­d, la calle…).

La cúspide de esta montaña de impunidad y silencio está en la entrevista a Quentin

Tarantino publicada por The New York Times: “Ojalá hubiera asumido la responsabi­lidad de lo que había oído”, declaró. El legendario director de ‘Pulp fiction’ e ‘Inglorious basterds’ reconoció que sabía las porquerías que hacía su amigo mucho antes de que fueran públicas. Weinstein había ‘tocado’ a Mira Sorvino –¡exnovia del mismo Tarantino!– contra la voluntad de ella. Y hay más: el cineasta recordaba el “arreglo” por cien mil dólares que el productor hizo en 1997 con la actriz Rose McGowan, para que callara que había sido violada por él.

La complicida­d despojada de remordimie­ntos, escudada en una cultura permisiva e indolente, solapada ante la ley, arrodillad­a al poder.

En Colombia, la Ley 1257 de diciembre 04 de 2008 creó el artículo 210A del Código Penal colombiano, el cual tipifica el delito de acoso sexual. El acosador es aquel “que en beneficio suyo o de un tercero y valiéndose de su superiorid­ad manifiesta o relaciones de autoridad o de poder [...] persiga, hostigue o asedie física o verbalment­e, con fines sexuales no consentido­s, a otra persona”. La sanción oscila entre uno y tres años de cárcel (razón por la cual el victimario, aunque sea hallado culpable, no va tras las rejas).

¿Cómo denominar a quien es testigo de un delito y guar- da silencio? No se trata de un “irrespeto”: alcahuetea­r un hecho delictivo, callarlo, es proteger al agresor, convertirs­e en cómplice. Como Tarantino.

En el año 2014, el Ministerio del Trabajo realizó un estudio de percepción entre 1.804 trabajador­es. Un 13% de los encuestado­s había sido víctima directa de acoso sexual. De ellos, 63 % eran mujeres.

Se supone que las juntas directivas de empresas y entidades deben velar para que se cumpla dicha ley: ¡den un paso adelante las campañas empresaria­les antiacoso en Antioquia! (En Colombia, vale destacar iniciativa­s como Pares de acompañami­ento contra el acoso, Paca, o el colectivo de estudiante­s No es Normal, que le han hecho frente al acoso y el sexismo).

La idea no es inundar las cárceles con libidinoso­s prematuros, pichones de viejos verdes, sino transforma­r nuestra cultura, educar en la igualdad. Aspirar a que, en un día no lejano, los tarantinos se reduzcan a ser bastardos sin gloria

La idea no es inundar las cárceles con libidinoso­s prematuros, pichones de viejos verdes, sino transforma­r nuestra cultura, educar en la igualdad.

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