Seguridad y paz: el negocio de Trump
Hace un año los ciudadanos norteamericanos eligieron a Donald Trump como presidente, con tres lemas nacionalistas: “hacer América grandiosa otra vez”, “América primero”, y “compre americano y contrate americanos”. Con resultados muy positivos e inesperados en Wall Street, a la fecha, el indicador Dow Jones ha registrado más de sesenta picos históricos en lo corrido de los últimos 12 meses (hoy: DJI 23.422). Este resultado ha estado particularmente concentrado en el movimiento de las acciones de las empresas del sector militar, con incrementos de valor por encima del 40%. En una carrera histórica por conservar el liderazgo de EE. UU. como el proveedor más importante en equipamiento militar, Trump toma acciones. Según el Stockholm International Peace Research Institute (SIPRI), en el 2016, los norteamericanos tenían una participación global del 33 % en ese mercado, seguido por Rusia (25 %), China (10 %) y Francia (5.9 %). Pero sin duda alguna, este año el presidente consolidará aún más esta posición con algunos trinos beligerantes, batiendo nuevos indicadores económicos, en medio de una política exterior que promueve el negocio de la seguridad y la paz global. Esta política exterior, fortalece apoyos y genera dependencia a sus aliados, coincidencialmente, con países amigos que geográficamente giran alrededor de las principales áreas de conflictos en el planeta: Medio Oriente, Europa del Este y la península de Corea. Ejemplos de esta política para el negocio de la seguridad y la paz global están en su primer viaje en el mes de mayo por Medio Oriente. En esa región, Arabia Saudita firmó con los Estados Unidos negocios récord, que alcanzaron los US$ 350 mil millones de dólares en armas y defensa. En el mismo sentido, durante su viaje a fines de mayo, a la reunión de líderes de la OTAN en Bruselas, el presidente Trump, en medio de un discurso amenazante de desintegrar este organismo, condicionó a seguir con este acuerdo solo si los países cumpliesen el aporte acordado del 2% del PIB para el gasto en defensa militar. Por último, a principios de este noviembre, la Casa Blanca se trazó tres objetivos durante la visita más prolongada de un jefe de Estado norteamericano por cinco países en la región de Asia: promover la desnuclearización de Corea del Norte, incentivar una región Indo-Pacífico libre y abierta y avanzar en la prosperidad norteamericana a través de los acuerdos bilaterales de comercio recíprocos. Esto último, en medio de amenazas para equilibrar las balanzas comerciales, no solamente con bienes tradicionales, sino también con productos que garanticen la seguridad y la estabilidad en la región, fabricados por EE. UU.