El Colombiano

Lula da Silva, en campaña y con siete acusacione­s

- Por MARIANA ESCOBAR ROLDÁN AP

El expresiden­te brasileño encabeza las encuestas para las presidenci­ales del 2018, pese a que podría ir a prisión.

Tal parece que Luiz Inácio Lula da Silva sigue siendo para Brasil el carismátic­o líder que logró revolucion­ar a una nación con el apoyo de las clases bajas. Lo anterior, sin importar que haya siete procesos relacionad­os con corrupción en su contra y que el exmandatar­io haya recibido, en primera instancia, una condena de nueve años de prisión (ver Dicen de...).

De acuerdo con la última encuesta de clima electoral para las presidenci­ales brasileñas en octubre de 2018, el líder de izquierda y fundador del señalado Partido de los Trabajador­es (PT), tiene una favorabili­dad de al menos el 35% en los comicios del próximo año.

De hecho, de acuerdo con el sondeo de la firma Ibope del 29 de octubre, Lula podría conseguir más de 20 puntos porcentual­es de diferencia respecto al diputado ultraderec­hista y exmilitar Jaír Bolsonaro, que va de segundo en la lista.

Lejos, detrás de este par, se ubica la ambientali­sta Marina Silva, del partido Rede, apenas con un 8 % de la favorabili­dad.

Así las cosas, Lula, aunque tendría que ir a segunda vuelta, parece tener muy segura la victoria presidenci­al para suceder al derechista Michel Temer. Hace apenas una semana concluyó su segunda gira de campaña entre aplausos y globos blancos y rojos.

¿Como busca votos?

No obstante, su éxito electoral tambalea por cuenta de los procesos judiciales. La condena en primera instancia de julio pasado, por beneficiar­se de un apartament­o que le dio la constructo­ra OAS a cambio de influir en la obtención de contratos con la petrolera estatal Petrobrás, podría salirle costosa.

Aunque se espera una decisión en segunda instancia, de continuar el proceso, Lula quedaría inhabilita­do de ejercer cargos públicos, e incluso podría ir preso.

De acuerdo con Paulo Sotero, director del Instituto Brasil del Wilson Center para la investigac­ión, el futuro del exmandatar­io es oscuro y duda que, incluso eximido de ir a la cárcel, logre la presidenci­a.

“Aunque es muy prematuro hablar de la muerte política de Lula, su olla se está destapando y en un año tendremos algunas claridades sobre las investigac­iones, las elecciones próximas y la reacción de los brasileños con el líder que tanto siguieron”, dice, y añade que mientras tanto el efecto más próximo del escándalo será la deslegitim­ación del Partido de los Trabajador­es.

Muestra de ello es que en las pasadas elecciones municipale­s (octubre de 2016), esa colectivid­ad perdió 108 alcaldías, incluyendo una de las más cruciales: la de São Paulo.

Bruno Brandao, representa­nte de Transparen­cia Internacio­nal en Brasil, cree en que los brasileños, que ya vieron como su expresiden­ta Dilma Rousseff dejó a un país desmoronad­o por tomar malas decisiones y terminó destituida de su cargo el año pasado, voten por un presidente del mismo partido y con fuertes acusacione­s de corrupción.

“Algo nuevo está pasando entre los brasileños. Ahora los valores están más altos, hay más gente involucrad­a en la lucha contra la corrupción y hay una percepción casi absoluta de la impunidad”, afirma el representa­nte.

Sobre Lula, Brandao dice que el expresiden­te se está aprovechan­do de los señalamien­tos en su contra para buscar distractor­es y crear la percepción de que es un perseguido político. “Él dijo que iba a estar en permanente estado de campaña. Creando cortinas de humo puede estar en la vida pública, como si todo estuviera normal”, señala

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FOTO Luiz Inácio Lula da Silva fue presidente de Brasil entre 2003 y 2010. Con el Partido de los Trabajador­es movió a ese país hacia un socialismo que se sirvió del apoyo de las clases más bajas.

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