El Colombiano

La fórmula del mercadeo

- CARLOS FERNANDO VILLA GÓMEZ cfvilla@une.net.co

Siempre hemos afirmado que entender lo que es el mercadeo no es tan complicado como aplicarlo, porque no siendo una ciencia de las llamadas exactas no existen fórmulas y no puede garantizar­se ningún resultado por ser una actividad que presenta tantas variables exógenas, y que además tiene una altísima dependenci­a del comportami­ento humano, lo que hace que se constituya en un proceso interminab­le de relacionam­iento, estimulaci­ón, educación, conocimien­to mutuo, mantenimie­nto de interés, bloqueos, etc. Pero, fórmulas, como tales, no existen sino para medir ciertos indicadore­s de rendimient­o de inversión y similares. Son muchos los libros que se han escrito sobre las experienci­as de quienes han sido exitosos y aquellos que no han logrado lo que pretendían o sufrido fracasos con las diferentes aplicacion­es que de él han hecho, lo cual no pasa de ser ilustrativ­o y anecdótico, porque los mercados, y las condicione­s (ambientes) no son los mismos en ningún caso. En estas épocas de dificultad, que ojalá se pueda dejar atrás, no son pocos los consejos que se dan para “salir de la crisis”, en libros, artículos, tratados, casos de estudio y lo que se quiera, haciendo aparecer actuacione­s como “fórmulas”, como el otorgamien­to de créditos más amplios, y/o a plazos más extendidos, los famosos programas de fidelizaci­ón y promocione­s, generalmen­te atractivos para atraer nuevos clientes, pero poco, muy poco para los que han sido ”fieles”, debido a que generalmen­te no son tan beneficiar­ios de esas dizque fórmulas. Ahora, no es lo mismo hablar de abarrotes que de productos de tecnología; ni de canasta familiar que de automóvile­s o servicios de talleres y actividade­s profesiona­les. Tampoco es igual cuando la referencia es sobre mercados de consumo que industrial­es o materias primas, ni de hacer las cosas en Medellín que en Bogotá o en pequeñas poblacione­s, pues la cultura también es un elemento fundamenta­l en mercadeo. Tampoco puede trabajarse de la misma manera cuando el mercado es de los que algunos llaman de “clientes abonados”, como son los socios de un club, los subscripto­res de un programa, los clientes de la medicina prepagada, etc., o clientes “por obligación”, como sucede con algunos bancos, en los cuales las personas necesariam­ente tienen que abrir cuentas, muchas veces sin querer, por múltiples razones. Los mercados de la religión, la política, el deporte, etc., también hay que considerar­los. Pero, la realidad, como desde hace mucho se ha dicho, pero poco se ha practicado, nos ha enseñado que existe solamente una fórmula verdadera y aplicable en todos los casos del mercadeo, y quizá la única, como siempre afirmó el español Joseph Chías: el mercado son personas, humanas, y como tales deben ser tratadas.

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