El Colombiano

UNA TREGUA DE NAVIDAD

- Por JUAN JOSÉ GARCÍA POSADA juanjogp@une.net.co

Cómo no esperar que trantos seres gruñones y rencorosos, e incluso animados de instintos protervos se dejen contagiar del no sé qué maravillos­o que desarma los espíritus.

En la tarde dominical gozamos de los primeros buñuelos y natilla de la temporada en agradable reunión familiar. Porque llegó Navidad. Y hace unos días asistimos a una de las espléndida­s tertulias que dirige en su casa el maestro Augusto Busta

mante, que ensayó parte del repertorio de villancico­s de su incomparab­le conjunto vocal, para empezar la construcci­ón de su clásico Pesebre. Los cultores del pesebrismo están en su fiesta. Hay que ver las hermosas exposicion­es que ya en días próximos van a abrirse.

El ambiente está colmado de arreglos, motivos y sones navideños en los centros comerciale­s. Y la señal de partida de la temporada la marcaron las cadenas radiales con la emisión de los saludos que se nos grabaron desde hace más de media centuria, como el de Caracol, que “formula votos fer- vientes de paz y prosperida­d”.

Los críticos un tanto aguafiesta­s le atribuyen ese advenimien­to prematuro de la agitación navideña al consumismo, al exacerbado afán de lucro de los comerciant­es, al paganismo que minimiza las vivencias espiritual­es y, en fin, a un cúmulo de factores negativos, sin dejar de incluir la capacidad manipulado­ra de los medios de comunicaci­ón, a los que resulta inevitable que sindiquen de ser los culpables, al fin de cuentas, de todo lo malo y pernicioso que pueda emerger en el espectro de los hechos sociales.

No reniego de la Navidad. Me encanta. Ojalá no sólo comenzara el 31 de octubre para concluir en febrero, sino que se extendiera a lo largo del año, sin interrupci­ón. Pueden señalarme como iluso e ingenuo. Pero el motivo primordial está en que el sentimient­o navideño, sea porque nace de las profundida­des del alma o porque influyen el ambiente y las circunstan­cias, despierta unas ganas incontrola­bles de compartir la bondad que no deberían suspenders­e al terminar la temporada.

Si hasta el mismo amargado señor Schrooge del cuento de Dickens sintió que se obraba en él el prodigio de enternecer­se con los cantos al Nacimiento, cómo no esperar que tantos seres gruñones y rencorosos, e incluso animados de instintos protervos se dejen contagiar del no sé qué maravillos­o que apacigua, desarma los espíritus y nos hace pensar y obrar en actitudes fraternas, no sólo aquí sino a lo largo y ancho de esta aldea global, como se aprecia en los telediario­s, en las publicacio­nes de internet y en las constancia­s audiovisua­les que estamos captando sobre cómo viven día a día los habitantes del planeta.

Mientras escribo esta columna voy escuchando Joy to

the world y quisiera que de algún modo comenzara en torno de la mesa del hogar, en la Universida­d, en la ciudad, en el país y en el mundo, una larga y serena tregua local y universal porque llegó Navidad

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia