POLARIDADES DEL PAÍS DEL SAGRADO CORAZÓN
“Amarás a tu prójimo como a ti mismo”, dice un versículo de la biblia, libro que ha polarizado civilizaciones enteras y ha generado escepticismo alrededor de diferentes problemáticas. Es curioso encontrarse que en Colombia, un país que gira en torno (pese a que se considera laico) de la iglesia, sea considerado uno de los países no solamente más desiguales del mundo, sino que en el contexto nacional, somos expertos en odiar y contradecir. Vivimos con miedo a la diferencia, a que las otras personas piensen de una forma distinta a la usual y no es algo de hoy, es un problema arraigado a nuestras raíces conservadoras, a esa enseñanza y a esa cultura nacional que se nos ha inculcado desde pequeños.
La sociedad colombiana está polarizada, todos lo sabemos y no hacemos nada para hallar una solución. Problemas como la corrupción, la pobreza, la delincuencia, nos involucran a cada uno de nosotros y lastimosamente nos hacemos los de los oídos sordos y esperamos que la solución llegue como caída del cielo. La guerra es la más vil y máxima expresión de esa intolerancia que día a día llena de encabezados a los noticieros y los periódicos. Unos apoyan la derecha, otros la izquierda, y el país se va quedando cojo. Cojo porque no sabe en quién apoyarse, porque no hay razones para pensar que Colombia esté logrando ese tan anhelado pacífico periodo llamado por algunos como posconflicto. Es preocu- pante porque bocas para afuera nos llenamos diciendo que Colombia es un paraíso… ¿realmente lo es? En un país donde se trata de ponerle la piedrita al otro para que caiga, en donde se hace lo posible por demostrar que quien es diferente a mí no es una perita en dulce, no es factible ni sensato decir que es una sociedad que busca la paz y la prosperidad. Encontraremos un ambiente propicio para el crecimiento económico, la igualdad, la equidad y el respeto, el día que dejemos de culpar a otros por los vicios en los que se ahoga Colombia. Imagino por un momento ese país que se muestra y se promociona, y en realidad sería maravilloso vivir en él. No vivamos en apariencias, aceptemos la realidad… Colombia es un país que predica pero no aplica
Vivimos con miedo a la diferencia, a que las otras personas piensen de una forma distinta a la usual. Es un problema arraigado.
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