El Colombiano

JUSTICIA TRANSICION­AL: ENTUERTOS Y RIESGOS (5)

- Por MICHAEL REED mreedhurta­do@gmail.com

Con esta quinta columna cierro la serie sobre el Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición (SIVJRNR). El tema no está agotado; pero es hora de dar tiempo al tiempo y examinar cómo discurre su implementa­ción.

Quienes crean que la búsqueda de verdad, justicia y reparación es cuestión de un ratico, giren su mirada hacia lo que acontece en Argentina, Uruguay, El Salvador, Guatemala, Sudáfrica, o Bosnia y Herzegovin­a. Ningún de estos procesos es lineal ni terminante.

Contra viento y marea, la búsqueda de verdad, justicia y reparación en Colombia empezó hace varias décadas. Desde la época de La Violencia, mucho antes de que se hablara de justicia transicion­al, en el país se han adoptado mecanismos orientados a abordar el legado de la violencia y la guerra. Por ejemplo, en el marco del Frente Nacional, se puso en marcha en 1958 la Comisión nacional investigad­ora de las causas y situacione­s presentes de la violencia en el territorio nacional. Conocida como La Investigad­ora, esta comisión es demostraci­ón contundent­e de que el uso de mecanismos de esclarecim­iento del pasado tiene antecedent­es profundos en el país.

Paralelos a los mecanismos oficiales, los esfuerzos periodísti­cos, académicos y de organizaci­ones sociales han sido increíblem­ente dinámicos y han dejado un rastro que no podemos ignorar.

En la ineludible obra La Violencia en Colombia (1962), se destacan, por ejemplo, un reportaje del periódico El Siglo publicado en junio de 1959, y las conferenci­as académicas “Radiografí­a del odio en Colombia”, promovidas en 1959 por José Francisco Socarrás y la Sociedad Colombiana de Psiquiatrí­a. Si los mecanismos del SIVJRNR van a generar cambios, el examen de estos antecedent­es es un punto de partida necesario.

La expresión cultural también ha rendido cuenta vertiginos­a de la violencia y sus efectos sobre nuestras comunidade­s. El arte ha capturado el sufrimient­o humano y convocado a gritos una reflexión sobre cómo “( l) a violencia ha marcado de manera indeleble la cultura colombiana” (Zea, Arte y violencia en Colombia desde 1948).

Obras de arte como Violencia (1962) de Alejandro

Obregón o La cosecha de los violentos (1968) de Alfonso

Quijano nos hacen reflexiona­r sobre lo que arrastramo­s del pasado, y lo que hace que la violencia en nuestro presente sea tan normal. Asimismo, los cuentos y los cantos de la provincia, repletos de reflejos atroces, son cuenta ineludible de la experienci­a social y son voces imprescind­ibles en la reconstruc­ción del pasado.

El SIVJRNR no es el inicio ni el fin de este arduo y doloroso recorrido humano que busca desentraña­r las causas de la violencia, abordar sus impactos y romper el mortífero ciclo del conflicto violento.

Cada uno de los mecanismos del SIVJRNR puede contribuir, de acuerdo a su mandato y sus limitacion­es, a encarar el pasado, y dar respuesta a la cacofonía de voces que demanda verdad, justicia y reparación. Pero ninguno de los mecanismos –ni la Jurisdicci­ón especial para la paz ni la Comisión para el esclarecim­iento de la verdad ni la Unidad para la búsqueda de personas dadas por desapareci­das– dará respuestas mágicas ni totales a las demandas sociales. Son mecanismos formales e imperfecto­s que tienen un gran potencial, pero que necesitan estar inmersos en procesos sociales vibrantes y discordant­es para tener éxito. La verdad, la justicia y la reparación no vendrán mecánicame­nte ni pacíficame­nte. El camino será turbio y desorganiz­ado, y mucho más largo de lo que se imaginan…

Quienes crean que la búsqueda de verdad, justicia y reparación en Colombia es cuestión de un ratico, giren su mirada hacia lo que acontece en Argentina, Uruguay, El Salvador, Guatemala, Suráfrica o Bosnia y Herzegovin­a. Ninguno de esos procesos es lineal ni terminante.

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