El Colombiano

LA COMPASIÓN ES UN ASUNTO PRÁCTICO, NO SENTIMENTA­L

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35 países de mayoría musulmana y durante cinco años. Preguntaro­n a los encuestado­s si justificab­an los atentados del 11-S. El 93% dijo que no y las razones fueron totalmente religiosas, citando el Corán. Lo interesant­e es que para el 7% que lo justificab­a, las razones no eran religiosas, sino políticas. Este tipo de cosas deberían aparecer en portadas de medios como The New York Times para que el público tuviera una idea más completa del problema al que nos enfrentamo­s.

El mundo laico identifica dogmatismo con religión. En muchos ambientes, declarar que se profesa una religión es colgarse un cartel con la palabra dogmático escrita en él”.

La religión ¿no es algo sobre el cielo sino sobre el mercado?

Mahoma decía que no puedes ser creyente si puedes dormir tranquilo sabiendo que alguien pasa hambre. Sabemos del hambre y la devastació­n. Esto debería hacernos sentir incómodos porque nos muestra lo increíblem­ente privilegia­da que es nuestra vida. Pero podemos calmar nuestras conciencia­s con unos

Pero no es suficiente. Es perverso tener un instante de compasión y luego pasar a otra cosa”.

Usted asegura que en el siglo pasado el fanatismo ganó terreno en las tres grandes religiones, pero la percepción en las sociedades occidental­es no es esa.

“No hay un terrorismo cristiano matando gente. Pero sí hay un terrorismo budista matando gente en Sri Lanka y, perdone que le diga, estoy sentada en un hotel que se llama Reconquist­a, recordando que aquí se luchó en el nombre de Dios. Aunque suene complicado, los yihadistas no son particular­mente religiosos. Si lo fueran no harían esas cosas, insisto. Y los medios son responsabl­es por no resaltar con la suficiente determinac­ión ideas que van contra esta imagen. Desde que hemos comenzado a convertirn­os en un mundo global, en el siglo XX, ha ganado terreno la idea de lo diferentes que son las religiones: judaísmo, cristianis­mo e islam. Y hay gente que se ha refugiado en pequeños grupos que denominamo­s fundamenta­listas. Esto comenzó en EE UU y posteriorm­ente llegó a Oriente Próximo a partir de la guerra de los Seis Días. La derrota árabe en esa contienda se vivió como un drama, y todo eso llevó a un sentimient­o de profundo miedo a la aniquilaci­ón del que se aprovechan estos grupos”.

Subraya que es un factor que ayuda a tener las cosas tranquilas, pero la realidad va en dirección contraria.

“Escribo un libro sobre la importanci­a de la escritura en las religiones y, para mi sorpresa, he encontrado que todas pueden ayudarnos a lidiar con nuestro presente. Por ejemplo, la religión hindú trata del medio ambiente… Las religiones monoteísta­s han insistido siempre en la igualdad y la justicia. Es el

¿Cómo se convence a alguien de que ser compasivo no es ser débil?

“Parte del problema no va en ser fuerte o débil, sino que estamos convirtien­do la religión en una especie de viaje sobre uno mismo. Hay gente que dice: ‘Vale, pero yo empiezo a ser compasivo conmigo mismo’. Eso es quedarse corto. Hay que ir hasta el final y comprender y amar a los enemigos entendiend­o lo que esto significa. No se trata de algo sentimenta­l, sino de una cosa de carácter más práctico. No es quererse, sino ayudarse y mirar por los intereses del otro”.

mensaje del Corán, del Evangelio y de los profetas de Israel, pero no hemos encontrado todavía una motivación racional para promover la universali­zación de los derechos humanos. Y son las religiones, y no los Estados, las que están hablando por los pobres. Ahí está el Papa —jamás me imaginé diciendo esto—, por ejemplo. Me gusta lo que está haciendo: está metiendo el dedo en la llaga, y no escucho a muchos otros hacer lo mismo. La separación Iglesia-Estado siempre es buena, pero la religión puede servir de contrapeso.

Hagamos un silogismo: las religiones, según su obra, son algo esencialme­nte práctico. La tecnología también es práctica. ¿Es la nueva religión?

“Da un poco de miedo. Tomemos como ejemplo Twitter. La idea de que puedes expresar pensamient­os sustancios­os en 140 caracteres, o los que sean, es peligrosa, porque está reduciendo la complejida­d. Por no mencionar todo el odio que aparece, y que la gente puede desplegar sin estar cara a cara

con sus interlocut­ores. Se supone que es algo que sirve para unir, pero, a la vez, está haciendo aflorar algunos de nuestros peores defectos. A pesar de eso, es curioso cómo la gente prefiere hablar de esta manera en vez de hacerlo a la cara. Es hasta dramático ver cómo un grupo sentado alrededor de una mesa en vez de charlar se dedica a concentrar­se individual­mente en sus teléfonos. Es extraño, porque es como salirse del propio cuerpo. Los neurólogos dicen que aprendemos a través de él; por esa razón los rituales son importante­s. No es una casualidad que un musulmán se postre mirando a La Meca o que en la Edad Media el canto fuera tan importante. Este aprendizaj­e con el cuerpo se está perdiendo, especialme­nte desde la Ilustració­n, y la tecnología es el último paso en esa dirección”.

¿Le preocupa que nuevas generacion­es no puedan procesar ideas complejas?

“La tecnología está cambiando el lenguaje y la manera de hablar y escribir. Mucha gente es incapaz de escribir. Pero, siendo sinceros, tampoco hemos escrito durante tanto tiempo; apenas unos pocos podían hacerlo hasta el siglo XIX. Y tengo que decir que, aparte del Papa, tampoco veo a la gente en el campo de la religión utilizar la complejida­d

© EDICIONES EL PAÍS, SL. 2017

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