El Colombiano

FACT-CHECKING EDITORIAL

- Por ANA CRISTINA RESTREPO J. redacción@elcolombia­no.com.co

No existen opiniones “verdaderas” o “falsas”. A pesar de su carácter subjetivo, las argumentac­iones (editoriale­s, ensayos, columnas, etcétera) son como edificios que se asientan sobre pilares, los cuales deben correspond­er a hechos reales, objetivos, verificabl­es. Objeto de contraste.

En pleno apogeo de las noticias falsas, los medios de comunicaci­ón deberían contar con una unidad de verificaci­ón de datos (fact-checking) que actúe sobre todo el espectro de los géneros periodísti­cos: informativ­os, interpreta­tivos, de opinión.

Lejos de estar eximida, la opinión es más delicada: la firma de quien opina es garantía para el lector, prenda de credibilid­ad.

Tal vez, el antecedent­e más remoto de estos equipos de verificaci­ón se remonta al año 1913, cuando Ralph Pulitzer – hijo de Joseph Pulitzer– e Isaac White inauguraro­n en el World la “Oficina de exactitud y juego limpio”. ¿Destinar unidades de factchecki­ng solo para cazar la “mala fe”?

Todo columnista es susceptibl­e de caer en el error, es natural. Empecemos por casa: hace dos semanas publiqué una imprecisió­n –yo misma la detecté, demasiado tarde–. Escribí que una representa­nte a la Cámara era senadora. El yerro, involuntar­io, solo se corrigió en la web. Eso es revisión editorial, básica.

La tarea de una unidad de fact-checking es más robusta. No guarda relación con la censura: es compromiso con la verdad. Que lo digan medios como Der Spiegel o The New York Times…

Este domingo, Rafael Nieto publicó la columna “‘Paz’, coca y fuerza pública”. Defendió una opinión absolutame­nte respetable: atacar el proceso de paz bajo los tres aspectos que enuncia el título.

Más allá de su carácter debatible, algunas bases argumentat­ivas no pasan la prueba de verificaci­ón. Un par de ejemplos:

1). Nieto escribió: “El argumento de que la Agencia contra el cáncer de la OMS dijo que el glifosato “podría” generar linfoma No Hodgkin es falaz”.

He aquí el enlace de “Las apreciacio­nes al informe emitido por la IARC y su potencial impacto en el uso del herbicida glifosato en Colombia”, elaborado por el Instituto Nacional de Salud. El punto 4.1 expone cuatro estudios en humanos que arrojan evidencias (vale decir: uno de ellos sugiere estudios adicionale­s): https://goo.gl/5XgYrX

Aquí el informe de la OMS, que efectivame­nte existe y se refiere a un estudio originalme­nte publicado por The Lancet Oncology, en 2015: https://goo.gl/7EpxAA

(Podría continuar con la sentencia T-236/17 de la Corte Constituci­onal).

2). El precandida­to del Centro Democrátic­o dice que el Eln y las bandas criminales son “cada vez más poderosos”. ¿Qué es “poder”? ¿Combatient­es? ¿Territorio­s?

El general de las Fuerzas Militares, Juan Pablo Rodríguez, dijo a Verdad Abierta: “El Eln está integrado aproximada­mente por 1.500 hombres en armas, con injerencia delictiva en algunas zonas remotas de los departamen­tos de Arauca, Norte de Santander, Sur de Bolívar, Noreste Antioqueño, Chocó, Cauca y Nariño. Recienteme­nte se ha conocido presencia en Vichada […]”. Hace un par de décadas, el Eln contaba con 4.700 combatient­es. Analistas aseguran que parte de la reducción obedece al paramilita­rismo de finales de los noventa, en el Bajo Cauca antioqueño, el sur de Bolívar y el Catatumbo; además del fortalecim­iento de la Fuerza Pública desde 2000.

Observemos las bandas criminales: ¿quién le mandó una carta al presidente (03/09/2017) expresando su deseo de someterse? Dairo An

tonio Úsuga, alias Otoniel, líder del clan del Golfo. ¿Por qué? Porque tres días antes alias Gavilán, segundo al mando de esa estructura, había muerto en un operativo de las autoridade­s.

Una cosa es disentir de la opinión ajena. Otra, muy distinta, es erigir una opinión (subjetiva) sobre hechos (objetivos) que no correspond­en a la realidad

Los medios deberían contar con la unidad de verificaci­ón de datos.

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