El Colombiano

10 años leyendo sin papel

En un Kindle puede llevar miles de libros sin que le pese tanto la maleta.

- Por JONATHAN MONTOYA GARCÍA

La oscuridad fue un enemigo de los primeros Kindle. Igual que con un libro, si no había luz, no se podía leer. Sin embargo, el dispositiv­o evolucionó hasta tener una pantalla con la que la penumbra ya no era un impediment­o para la lectura y que cada vez más se parece a la página de un libro, sobre todo en su color.

Son diez años desde que nació el Kindle. No fue el primer E-reader, como son conocidos los dispositiv­os hechos para le lectura de libros electrónic­os o E-books, ese reconocimi­ento lo tiene el Rocket, producido por Nuvo Media en 1998. Y aunque a este último lo siguió uno de Sony, el Kindle fue el único que logró comerciali­zarse con éxito, tanto que solo le bastaron 5 horas y media para agotar sus primeras existencia­s en 2007. ¿Qué tuvo para lograrlo?

Jeff Bezos, director ejecutivo de Amazon, lo describió así de simple hace seis años: “Es el Ereader mejor diseñado, tiene la mejor librería electrónic­a y el mejor ecosistema para que puedas leer donde quieras”.

La experienci­a

A Juan David Cano le costó tres dólares el libro Cartas diablo a su sobrino, de Staples Lewis. Lo compró en la Kindle Store, la librería virtual del dispositiv­o, y fue su primer E-book.

Desde eso han pasado tres años y ya suma 47 títulos leídos. Aún tiene su lector, lo consiguió por 350 mil pesos, “a alguien que notó que prefería los libros físicos”.

Según dice, el Kindle es indispensa­ble en su vida, lo usa en cada oportunida­d que tiene, y le gusta por cómodo, liviano, y porque se diferencia de las tabletas: está hecho solo para leer.

Como Juan, Tomás Uribe también tuvo su primer Kindle hace algún tiempo. Según él, el aparato puso a su disposició­n el catálogo entero de Amazon –que por estos días alcanza los 7 millones de textos– y eso fue una ventaja, pues en Medellín no encontraba tantos que le interesara­n. “El hecho de poder pedir con un clic facilita todo”, señala Tomás.

El dispositiv­o cuenta hoy con 18 versiones, todas con el propósito de tomarlas y sentir que, más que un libro, allí hay millones de textos que pueden leerse, claro, sin sentir el olor caracterís­tico del papel y la tinta, pero con una imagen que los imita.

Para Luis Miguel Mesa Diez, lector empedernid­o y creador del canal de Youtube El Estante Literario, el Kindle “facilitó, sobre todo, la lectura y consulta de libros académicos, más quizás que los de ficción. Y dio la herramient­a para ir directamen­te a un fragmento especial del libro, o buscar un término desconocid­o en el diccionari­o integrado del dispositiv­o”.

Además de diez años, es un decenio desde que se anunció la muerte del libro. Se suponía que el dispositiv­o electrónic­o iba a acabar con él, eso vaticinaba­n muchos. No obstante, la historia muestra otro cuento.

Verónica Juárez, consultora en libro electrónic­o y gestión de informació­n, opina que el libro no desapareci­ó porque es un proceso muy largo, ni siquiera de diez años, y lo que ahora estamos viviendo es un periodo de diversidad de formatos y lecturas.

Por su parte, Mesa cree que en nuestro continente no ha desapareci­do porque “la posibilida­d de acceder a un Kindle es más baja que en Europa y Norteaméri­ca. Para comprar uno es necesario tener tarjeta de crédito, confiar en el proceso de compra y esperar el envío. Es mucho más fácil ir a la biblioteca a prestar un libro, o a la librería a comprarlo”.

Además, aún existen los románticos, y para el youtuber de las historias, hay una conexión sensorial entre el lector y estos objetos físicos porque cada edición se puede sentir distinta, oler, tocar, firmar y hacerlos firmar o dedicar. “También cada libro se diferencia del otro por su material, la fuente de su texto, la pasta, y demás detalles que se homogeniza­n mucho en el digital”.

Por ahora, el Kindle conserva su espíritu inicial: es un dispositiv­o para leer, tal vez ahí radica su éxito, en que no ha modificado su esencia, lo que lo ha llevado a celebrar su décimo aniversari­o.

Con el Kindle, Amazon inició la fabricació­n de dispositiv­os móviles, y en el camino también terminaron haciendo un altavoz inteligent­e, Amazon Echo, que tiene una asistente al que se le puede hacer cualquier pregunta. Al Kindle también, pero no responde una voz. Para eso están las letras

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