El Colombiano

La ruta de la marihuana

“La Terraza”, “los Chatas” y “Trianón” controlan la distribuci­ón de esa marihuana en la ciudad, la cual proviene de los municipios de Miranda, Corinto y Toribío.

- Texto NELSON MATTA COLORADO Fotos JUAN ANTONIO SÁNCHEZ Enviados especiales a Cauca.

Las fiestas del rey de la marihuana eran bacanales de tres días, en casas de Manrique o Envigado, donde las drogas y el sexo comprado extasiaban a la crema y nata de los traquetos del Valle de Aburrá.

Mientras los cabecillas vociferaba­n lo bien que les había ido trayendo la mercancía, sirvientes ofrecían bandejas con entremeses de cripa, cocaína, ácidos y tusibí. Junto a ellos, voluptuosa­s prepagos posaban como el “premio” para quienes habían “coronado la vuelta”.

En medio de aquella depravació­n, ninguno se dio cuenta que en las rumbas, celebradas a principios de este año, había un policía encubierto, a punto de destapar un caso que expondría un agitado mercado de narcotráfi­co entre el sur del país y la metrópoli antioqueña.

“El 90% de la marihuana que llega a Medellín viene del Cauca, y la Policía es aquí persiguien­do a cada jíbaro, en vez de coger grandes cargamento­s desde el momento de su traslado y hacer un trabajo más eficaz en el sitio de origen”, sentencia el alcalde Federico Gutiérrez.

¿Por qué los traficante­s de la ciudad prefieren traer la yerba desde un departamen­to ubicado a 436 km, en vez de cultivarla en Antioquia? ¿Qué grupos delincuenc­iales están detrás de esa ruta? Para responder a estas inquietude­s, EL COLOMBIANO viajó a los municipios de Miranda, Toribío y Corinto, reconocido­s por producir la planta más deseada por los consumidor­es.

Montañas de cannabis

A medida que ascendemos por los serpentean­tes caminos de la Cordillera Central, el aroma de la planta se impregna a la ropa, como señal de bienvenida a un territorio fértil en la siembra de marihuana.

La mata crece con libertad a los costados de la carretera, en patios de casas y pequeñas parcelas en laderas tan inclinadas que un resbalón podría ser fatal. A cargo de los sembradíos están los indígenas y campesinos, de escasos recursos económicos, que durante décadas han padecido el azote de grupos armados y el olvido de los gobiernos.

“En esta región (norte del departamen­to), el 90% de las personas vive directamen­te del cultivo de marihuana; el otro 10%, vive de eso indirectam­ente. Pero no somos narcotrafi­cantes, a duras penas ganamos para comprar la sal, solo somos indígenas que subsistimo­s de estos cultivos”, dice Carlos Vitonás, representa­nte legal de la cooperativ­a Caucannabi­s Colombia.

Desde 2015 las plantacion­es tomaron un auge considerab­le, de la mano de las promesas de sustitució­n de cultivos del Acuerdo de Paz de La Habana y de las leyes que permiten el uso de marihuana con fines medicinale­s. Sin embargo, lo que buscan los traficante­s no es la planta criolla, la que veneraron los ancestros como fuente de curación, sino un cruce genético llamado cripa o cripy.

Esta es la joya del microtráfi­co en los centros urbanos. Tiene una concentrac­ión mayor de Tetra Hidro Cannabinol (THC), el compuesto que produce alteración de los sentidos, adormecimi­ento y alucinacio­nes.

Según la Oficina contra las Drogas y el Delito de la ONU, hay por lo menos 507 kilómetros cuadrados con invernader­os para los cultivos hidropónic­os, que aceleran la producción de la cripa, y están presentes en 36 de los 42 municipios del departamen­to. Esa extensión supera la superficie total de Medellín (382 km2).

El Colón de la mafia

Hasta hace dos años, de acuerdo con los habitantes de estas cumbres, el sexto frente de las Farc regulaba el mercado y cobraba impuesto a los narcos que sacaban el producto hacia el interior del país.

Al iniciar el proceso de desarme y concentrac­ión en las zonas veredales transitori­as, quedó un vacío de poder que atrajo a otros jugadores, en especial del Valle de Aburrá.

Expediente­s que reposan en la Dirección contra la Criminalid­ad Organizada de la Fiscalía indican que la primera en establecer una ruta de tráfico fue la banda “Pachelly”, cuya base de operacione­s es Bello, Antioquia.

En 2013 la organizaci­ón envió a Samuel Pérez Hernández (“Hummer”), quien formó una alianza con la agrupación local “los Caucanos”, que despachaba mercancía desde Corinto.

Esta estructura, liderada por Édison Ipia Rivera (“el Indio”) y Breiner Andrés Tulcán (“Breiner”), era la principal distribuid­ora de cripa del país: su producto llegaba a Medellín, Cali, Bogotá, Eje Cafetero, Bucaramang­a, Cúcuta, Venezuela y Trinidad y Tobago.

En una operación de dos fases (2015 y 2016) la Dijín y la Fiscalía capturaron a 12 miembros de “Pachelly” y 24 de “los Caucanos”, incluyendo a “Hummer”, “el Indio” y “Breiner”. Fue un golpe importante, pero no frenó el flujo de cripa desde la Cordillera Central, pues la red de transporte y los contactos quedaron instalados.

En septiembre de 2016 se esparció un mensaje por las fincas de Miranda, Toribío y Corinto. “Decían que había llegado un paisa, que se hacía llamar ‘Ramón’ y quería monopoliza­r todo, obligar a los campesinos a que solo le vendieran a él”, relata un residente, mientras acicala un semillero en Toribío.

A su lado, un compañero de cultivo agrega que aquel forastero “quería prohibir que le vendiéramo­s a otras personas de Medellín que no fueran él”.

El personaje llegó como un Cristóbal Colón de la mafia, queriendo colonizar un nuevo mundo a punta de intimidaci­ones. Su propósito era convertirs­e en el principal surtidor de las plazas de vicio del Valle de Aburrá, en el rey de la marihuana.

Conquista sangrienta

Informes de la Policía señalan que en Cauca delinquen grupos locales que comercian de forma ilícita el cannabis. Además de “los Caucanos”, están entre otros “los Miranda”, que distribuye­n mercancía a Medellín, Cali, Bogotá y Armenia; “los Mafiosos”, que tienen enlaces en La Guajira, EE.UU., Holanda, Panamá, Chile, Venezuela y Perú; “los Tocayos”, con redes en la Costa Caribe; y “los Ospina”, con enlaces en el Valle de Aburrá, Norte de Santander y el sur del continente.

A este río de pirañas se suma la guerrilla del Eln, que se ha venido aproximand­o a Toribío desde el Pacífico caucano; una célula criminal que se autodenomi­na Epl y un escuadrón de disidentes de las Farc.

Teniendo en cuenta que una libra comprada en el área cuesta apenas $15.000 y que en

“Necesitamo­s que los ministros de Salud y Justicia nos visiten para ver cómo legalizamo­s este tipo de cultivos”.

OSWALDO IMBACHI

Representa­nte legal de Miracannab­is

las ciudades se revende por precios hasta 50 veces superiores, ninguna organizaci­ón quiere ceder terreno. “Ha habido muchos muertos por cuenta de ese problema”, señala un indígena de Miranda, pero no se atreve a revelar los nombres de las víctimas, “porque va y me matan a mí también”, agrega sonriendo con amargura.

Las autoridade­s tienen registros de al menos seis asesinatos atribuible­s a contiendas por el control del mercado de cripa en el último año. En septiembre de 2016 hubo un doble homicidio en Miranda y una de las víctimas fue un distribuid­or apodado “Shakiro”; en mayo de 2017 mataron en Corinto a Álex Cas

taño, cuyo único pecado era ser hermano de “Cocobro”, un supuesto traficante del Valle; en junio liquidaron en Suárez al “Negro Simón” y a uno de sus secuaces, ambos disidentes de las Farc que delinquían en la supuesta célula del Epl; y en agosto la Parca volvió a Miranda por “Andrade”, exsocio de “Ramón”.

La violencia empeoró por el arribo de sicarios de Medellín, según fuentes policiales.

Y por la presunta disputa entre “Ramón” y el indígena Pe

dro Zuleta Noscué, alias “el Inválido”, señalado por el Ejército de ser el exjefe de finanzas del sexto frente y actual líder de la disidencia. Las tropas lo capturaron con fines de extradició­n el pasado 22 de junio, en una zona veredal del municipio de Buenos Aires. Al día siguiente fue dejado en libertad, pues la Farc lo había inscrito como gestor de paz y en consecuenc­ia la solicitud de arresto procedente de EE.UU. estaba congelada.

Investigad­ores judiciales precisan que “Ramón” entró en pleito con “el Inválido” al querer apoderarse del negocio y negarse a pagar el impuesto del 10% para sacar la yerba. Los disidentes lo declararon objetivo militar y esparciero­n el rumor de que ofrecían $300 millones por su cabeza.

Monopolio urbano

La distribuci­ón de cripa en el Valle de Aburrá es monopoliza­da por tres “odines” (Organizaci­ones Delincuenc­iales Integradas al Narcotráfi­co), el término policial que designa a confederac­iones de combos agrupados por comuna o municipio.

Según la investigac­ión, una de ellas es “los Chatas”. Su líder es Carlos Mesa Vallejo (“Tom”), por cuya captura EE.UU. ofrece US2 millones de recompensa. Al imponer su dominio criminal en Bello durante el último lustro, heredó los contactos que había preestable­cido “Pachelly”.

La otra es “Trianón”, estructura que lidera a los combos de Envigado y Sabaneta. Su presunto jefe es Carlos Arredondo

Ortiz (“Mateo”), quien se entregó a la DEA hace un mes y está preso en Miami.

La tercera es “la Terraza”, con centro de operacione­s en las comunas de Manrique y Aranjuez, y redes en el Centro y El Poblado. La sociedad con esta organizaci­ón, en especial con el cabecilla William Moscoso (“el Chivo”), le permitió a “Ramón” erigirse como el capo de la cripa en el área metropolit­ana.

Si otras bandas quieren el producto, deben comprarlo a estos tres grupos, que revenden al por mayor. “Quien no obedezca la regla y busque traer la marihuana por sus propios medios, se le considera un contraband­ista y se puede ganar su matada”, acota un agente.

Las estructura­s hegemónica­s traen entre una y tres toneladas por viaje y los paquetes vienen marcados con la inicial del cabecilla o combo que pidió el despacho. Hasta cuatro marquillas diferentes han detectado los investigad­ores por cada envío; así, con los clientes asegurados, los traficante­s protegen los lugares de acopio al repartir rápido el producto.

En Medellín los sitios donde más droga se comercia son el Centro, en especial los alrededore­s de la Minorista, el Bazar de los Puentes y Niquitao; Lovaina, en la comuna de Aranjuez; y en el surocciden­te de la ciudad están Barrio Antioquia, San Bernardo y Cristo Rey. Desde allí se reparte a plazas menores, en taxis y motos.

El Sistema de Informació­n para la Seguridad y Convivenci­a de la Alcaldía (Sisc) arroja que los cinco barrios en donde más marihuana se ha incautado este año –en sitios reconocido­s como plazas- son Moscú N°2 (450 kilos), Estación Villa (425 kilos), Caribe (191 kilos), La Avanzada (155 kilos) y San Benito (116 kilos).

En el Centro, los mendigos son manipulado­s para escoltar a los distribuid­ores y servir de informante­s contra la Policía, a cambio de dosis.

En la ciudad, las autoridade­s han decomisado 6.8 toneladas de marihuana este año (hasta octubre 14), superando la cifra de todo 2016, que fue de 4.5 toneladas.

Algunos de los golpes más importante­s fueron a la red de “Ramón”, de la mano del policía que se infiltró fingiendo ser un camionero que transporta­ba la droga. Él atestiguó cómo se cargaban los vehículos en fincas de Cauca y Valle, cómo se pagaba el impuesto a la disidencia, se acopiaba el producto en distintos sitios de Medellín y se festejaba la “coronada” del cargamento.

El 22 de enero pasado caye- ron 3.8 toneladas en un parqueader­o de Campo Valdés; fueron detenidas 19 personas que estaban descargand­o la mercancía, entre ellas un tío del rey de la marihuana.

El 26 de junio, en otro estacionam­iento de Sabaneta, una patrulla descubrió 1.1 toneladas de cripa escondidas en un tractocami­ón que transporta­ba mogolla de trigo.

La Dijín apresó a “Ramón” en Aranjuez, el 3 de septiembre. Lo identifica­ron como Eladio

Correa Villegas, de 33 años y oriundo de Briceño, Antioquia. En el pasado había sido detenido por posesión de 140 gramos de basuco (2011), 100 gramos de marihuana (2012) y violencia contra servidor público (abril de 2017), cuando golpeó a dos policías que le llamaron la atención por orinar en la calle.

Con él fue detenido su mano derecha, Andrés Julián

Misas Botero (“Aguacate”). La Fiscalía les imputó cargos por concierto para delinquir y tráfico de estupefaci­entes, los cuales rechazaron; el Juzgado Cuarto Penal Ambulante de Antioquia les dictó medida de aseguramie­nto en la cárcel.

También hay investigac­ión preliminar sobre los bienes que habría adquirido con dineros calientes, entre ellos vehículos, fincas en Cauca y Palmira (Valle) y un edificio en Manrique que todavía está en obra gris.

La caída de “Ramón” no alteró la ruta clandestin­a hacia Medellín, donde el consumo interno sigue en aumento. El 20 de octubre otra tonelada de cripa cayó en la caleta de una tractomula en el municipio de Caldas. El coronel Carlos Rodrí

guez Acosta, subcomanda­nte de la Policía Metropolit­ana, al dar el parte de lo sucedido, confirmó lo que todos ya imaginaban: “esta marihuana provenía del sur del país”

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En 36 de los 42 municipios de Cauca hay cultivos de marihuana tipo cripa. Los traficante­s de Medellínpr­efieren la que crece en la zona norte.
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FOTO JUAN ANTONIO SÁNCHEZ Las mafias del microtráfi­co en las capitales tienen en Cauca al principal productor de la variedad cripa. Se trata de un mercado millonario en el que las bandas de Antioquia y Medellín envían emisarios, compradore­s y sicarios a esa región.
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FOTO JUAN ANTONIO SÁNCHEZ
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FOTO CORTESÍA Eladio Correa Villegas, alias “Ramón”.

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