QUE EL 2018 NOS COJA CONFESADOS
Aunque suelo inclinarme por asumir una actitud de optimismo realista, gracias a la confianza en la bondad de los designios providenciales, los pro- nósticos indicados por cabalistas, adivinos, astrólogos y hasta politólogos y periodistas anuncian hechos que pueden resultar catastróficos para el mundo en el año 2018. ¿Pero cuándo no los han anunciado? El mismo Nostradamus, cuyas presuntas profecías siguen inspirando a muchos futuristas, vaticinaba desastres y calamidades planetarias. Unas habrán sucedido. Otras continúan en espeluznante lista de espera. Todas tienen un denominador común: Se inscriben en la corriente ocultista que prolonga el mito de Casandra, a quien no le hicieron caso cuando profetizó la caída de Troya en el Siglo Octavo antes de Cristo.
Mientras no pueda comprobarlo, pongo en duda, sin afirmar o negar, las conjeturas sobre la dirección de los asuntos políticos, económicos y sociales, e incluso de los fenómenos naturales, por una suerte de élite global, que mueve los hilos invisibles de los distintos poderes desde varios cuarteles generales que alternan, al parecer, entre Londres, Bruselas, Zurich, Washington, las capitales asiáticas y otros centros de poder en los que se tomarían grandes decisiones y se trazarían estrategias para el gobierno de las naciones.
Por lo que declara una de esas tendencias conspirativas, la influyente revista británica The Economist acertaría en la mayoría de las ilustraciones y los titulares anticipatorios que ofrece en las portadas. Un curioso video entre otros que están circulando por la red (y no pongo la conexión para que nadie diga que estoy haciéndole propaganda) muestra los pronósticos de la revista para 2018, con análisis de tendencias y escenarios futuros, con base en la lectura de los iconos crípticos atribuibles a sucesos por acontecer: Una crisis mundial de abastecimiento de combustibles, la amenaza nuclear de Kim Jong Un, algo sobre la Torre Eiffel y la Estatua de la Libertad, nuevos desastres naturales en el Atlántico, tremendos ciberataques programados, Trump y Putin como nuevo zar, etc.
En contraste con los videos escalofriantes conviene leer también un completísimo documento de la Unidad de Inteligencia de la publicación (economist.com), sobre los riesgos del mundo para el año entrante. Este sí parece un trabajo propio de una revista respetable por la seriedad, la calidad de la documentación y la aplicación de un nuevo concepto de periodismo anticipatorio, que lanza claves y voces de alerta tempranas sobre el discurrir de la historia contemporánea y el porvenir. La prognosis periodística razonable marca una diferencia enorme entre la interpretación racional de los datos ciertos y la adivinación regida por la ciencia dudosa de la astrología sintetizada en el horóscopo, que suele asustar a la gente. Sea lo que fuere, lo más sensato sí es preferir que el año 2018 nos coja confesados
Conviene leer un documento de la Unidad de Inteligencia de la publicación (economist.com), sobre los riesgos del mundo para el año entrante.