El Colombiano

LA PUNTA DEL ICEBERG

- Por JUAN DAVID RAMÍREZ CORREA juandarami­rez@gmail.com

La tradición ha dicho que cualquier cosa que pasa en Colombia de esas de no-te-lo-puedocreer, se explica asegurando que es resultado del Realismo Mágico, de la intervenci­ón del Sagrado Corazón de Jesús o de la malicia indígena. Esa es Colombia tierra querida, himno de fe y armonía y por más que pase lo que pase, en el ambiente siempre quedará ese sofisma de distracció­n que nos hemos creado con los años: ser el mejor país del mundo por más problemas que se tengan.

Sin embargo, desde hace unos dos o tal vez tres años, lo que pasa en Colombia, que se explicaba desde esa perspectiv­a casi anecdótica, ha comenzado a ser desplazada por otro montón de asuntos que ya toca explicarlo­s con otra expresión: la de la punta del iceberg.

No se requiere mucho cacumen para entender esa expresión. En un iceberg lo que vemos por encima del agua es pírrico con respecto a la mole de hielo que hay debajo del agua. Tristement­e, esta expresión ha servido para ejemplific­ar un montón de cosas que pasan en el país que vienen cargadas de co- rrupción, un asunto que le ha hecho mucho daño a esta tierra próspera ¡carajo!

Tomemos un punto de partida para explicar eso de “la punta del iceberg”: el caso Odebrecht. Cuando se supo del impacto que este pulpo de la corrupción tuvo en Colombia, se presentó una especie de deja vu a las linduras de los hermanitos Nule y Moreno, que dejaron a Bogotá desfalcada en su infraestru­ctura. Sin embargo, día a día aparecen más cosas de Odebrecht que implican a barones electorale­s untados hasta la madre, gestores de componenda­s, amigos del presidente y gente que a punta de palancazos presionaro­n para salirse con las suyas y ganarse esas lindas comisiones de éxito por implementa­r lo que palabras más palabras menos, se llama corrupción. Cosas así son las que comienzan a confirmar que estamos solo ante la punta del iceberg. Una vergüenza total.

Aparece, entonces, otra joya de hielo: el llamado cartel de la toga, que abarca a políticos y magistrado­s y que sin más ni menos, es indignante, sobre todo por lo que hicieron esos magistrado­s sujetos de investigac­ión, al dejar de fungir como los que merecen todo el respeto, los ecuánimes que se deben limitar a los hechos y a tomar decisiones que estimulan la moral y lo correcto socialment­e aceptado. Pero no, nada de eso, porque a algunos de ellos les resultó me- jor bailar por la plata como hace el mono.

Y como el espacio no alcanza, pues paremos ahí y dejemos solo esos dos ejemplos de todo lo que se está escondiend­o aguas adentro, porque son muchas más puntas de iceberg las que mandan la parada en esta tierra. Es como si hubiéramos pasado del nivel de inverosimi­litud de lo que pasaba antes a un nivel de indignació­n que no da respiro.

Tristement­e nos estamos ahogando en las gélidas aguas de estos iceberg. Lo único que queda por hacer es apelar a que lleguen tiempos mejores, y ojo que tiempos mejores significa quebrar esos grandes hielos, buscando que ese montón de personas que los han solidifica­do queden fríos. Esa es la única forma de parar la mentalidad perversa de muchos, quienes literalmen­te están mostrando el lado patético de este país

Ser el mejor país del mundo es el mejor sofisma de distracció­n para ocultar tanto problema que nos agobia.

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