LA PUNTA DEL ICEBERG
La tradición ha dicho que cualquier cosa que pasa en Colombia de esas de no-te-lo-puedocreer, se explica asegurando que es resultado del Realismo Mágico, de la intervención del Sagrado Corazón de Jesús o de la malicia indígena. Esa es Colombia tierra querida, himno de fe y armonía y por más que pase lo que pase, en el ambiente siempre quedará ese sofisma de distracción que nos hemos creado con los años: ser el mejor país del mundo por más problemas que se tengan.
Sin embargo, desde hace unos dos o tal vez tres años, lo que pasa en Colombia, que se explicaba desde esa perspectiva casi anecdótica, ha comenzado a ser desplazada por otro montón de asuntos que ya toca explicarlos con otra expresión: la de la punta del iceberg.
No se requiere mucho cacumen para entender esa expresión. En un iceberg lo que vemos por encima del agua es pírrico con respecto a la mole de hielo que hay debajo del agua. Tristemente, esta expresión ha servido para ejemplificar un montón de cosas que pasan en el país que vienen cargadas de co- rrupción, un asunto que le ha hecho mucho daño a esta tierra próspera ¡carajo!
Tomemos un punto de partida para explicar eso de “la punta del iceberg”: el caso Odebrecht. Cuando se supo del impacto que este pulpo de la corrupción tuvo en Colombia, se presentó una especie de deja vu a las linduras de los hermanitos Nule y Moreno, que dejaron a Bogotá desfalcada en su infraestructura. Sin embargo, día a día aparecen más cosas de Odebrecht que implican a barones electorales untados hasta la madre, gestores de componendas, amigos del presidente y gente que a punta de palancazos presionaron para salirse con las suyas y ganarse esas lindas comisiones de éxito por implementar lo que palabras más palabras menos, se llama corrupción. Cosas así son las que comienzan a confirmar que estamos solo ante la punta del iceberg. Una vergüenza total.
Aparece, entonces, otra joya de hielo: el llamado cartel de la toga, que abarca a políticos y magistrados y que sin más ni menos, es indignante, sobre todo por lo que hicieron esos magistrados sujetos de investigación, al dejar de fungir como los que merecen todo el respeto, los ecuánimes que se deben limitar a los hechos y a tomar decisiones que estimulan la moral y lo correcto socialmente aceptado. Pero no, nada de eso, porque a algunos de ellos les resultó me- jor bailar por la plata como hace el mono.
Y como el espacio no alcanza, pues paremos ahí y dejemos solo esos dos ejemplos de todo lo que se está escondiendo aguas adentro, porque son muchas más puntas de iceberg las que mandan la parada en esta tierra. Es como si hubiéramos pasado del nivel de inverosimilitud de lo que pasaba antes a un nivel de indignación que no da respiro.
Tristemente nos estamos ahogando en las gélidas aguas de estos iceberg. Lo único que queda por hacer es apelar a que lleguen tiempos mejores, y ojo que tiempos mejores significa quebrar esos grandes hielos, buscando que ese montón de personas que los han solidificado queden fríos. Esa es la única forma de parar la mentalidad perversa de muchos, quienes literalmente están mostrando el lado patético de este país
Ser el mejor país del mundo es el mejor sofisma de distracción para ocultar tanto problema que nos agobia.