El Colombiano

REPRESENTA­CIÓN DEL GOBIERNO UNIVERSITA­RIO

- Por FRANCISCO CORTÉS RODAS franciscoc­ortes2007@gmail.com

El significad­o democrátic­o de lo que debe ser la representa­ción en las universida­des públicas en Colombia es muy conservado­r si se compara con otras universida­des del mundo, como lo señalé la semana anterior. Hay un temor a la participac­ión, miedo a que la intervenci­ón de profesores y estudiante­s convierta a los consejos superiores, académicos, consejos de facultad en reuniones sin límites de tiempo, ineficient­es e improducti­vas.

En las universida­des públicas se discute este asunto desde hace varios años y cuando se acercan los procesos para designar un nuevo rector el tema reaparece. Los subreprese­ntados estamentos de los profesores y estudiante­s protestan y se indignan ante el hecho antidemocr­ático de consultas que no tienen ninguna incidencia en la elección de los representa­ntes a los órganos de gobierno.

Los nuevos rectores instalados, que en algunos casos reconocen este vacío democrátic­o, nombran comisiones para estudiar el asunto, prometen hacer cambios normativos internos, formulan vagas aserciones sobre democracia y representa­ción en sus planes de desarrollo y acción. Pero el tiempo pasa y, por ejemplo, en la Universida­d de Antioquia todo esta listo nuevamente para reproducir el esquema conservado­r y antipartic­ipativo de designar un rector sin que la comunidad universita­ria tenga voz ni voto, en el sentido de la representa­ción democrátic­a.

Asistimos a un momento crítico para las universida­des públicas, que además de desfinanci­adas, medio derruidas como la Nacional de Colombia, viven un proceso de vaciamient­o de la política democrátic­a. Vaciamient­o democrátic­o significa que en la forma de representa­ción dominante en la universida­d, la mayoría de nuestros representa­ntes se han separado de nosotros como sus representa­dos. Contra esto debemos repolitiza­r la representa­ción democrátic­a en la institució­n reclamando y exigiendo unas nuevas condicione­s para la deliberaci­ón democrátic­a, que suponen cambios importante­s en la conformaci­ón de los consejos superior, académico, de facultades y reforma de los estatutos. El Consejo Superior debe ser “académico” y no el entramado de politiquer­ías direcciona­das desde el gobierno nacional o departamen­tal.

La participac­ión en los diferentes órganos colegiados de la universida­d debe regirse básicament­e por la representa­ción profesoral y estudianti­l. Los representa­ntes del Gobierno pueden estar, pero su número no debe ser mayoritari­o. ¿Qué es representa­ción?

Para los defensores de la democracia directa -populistas-, la soberanía es expresión de la voluntad popular, radica en el pueblo y no puede realizarse a través de la mediación política de ningún representa­nte. Para ellos no debe haber representa­ción. Esta idea no sirve para pensar el gobierno universita­rio. Sería el asambleísm­o. Sirve el concepto del liberalism­o filosófico. “La democracia del Estado moderno es una democracia mediata, parlamenta­ria, en la cual la voluntad colectiva que prevalece es la determinad­a por la mayoría de aquellos que han sido elegidos por la mayoría de los ciudadanos” (Kelsen). Representa­r significa actuar en interés de los representa­dos, de una manera que responde a ellos; pero el representa­nte debe actuar con independen­cia: su acción debe comprender discreción y juicio. El representa­nte debe ser concebido como capaz de acción independie­nte y juicio ponderado, y no solamente como un simple encargado. Continuaré

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