Tocar música clásica sin frac ni corbata
El pianista británico es en la actualidad una de las figuras que ha revitalizado la admiración por la música clásica.
Un pianista de jean y camiseta. Tiene tatuado en su antebrazo el nombre del compositor ruso Sergei Rachmaninoff. La música para James Rhodes es liberación o no es nada. Cierra los ojos. Se desconecta.
Su libro Instrumental, un éxito en ventas, contó el historial de abusos en su infancia y de cómo la música fue su salvación. Acaba de lanzar su tercer texto, Fugas, que explora los mitos alrededor de la ansiedad, la depresión y el estrés, a partir de sus más recientes giras por Europa.
Estará tocando esta noche en el Teatro Metropolitano, a las 8:00 p.m., piezas de Bach y Chopin, dos de sus más importantes influencias.
¿Cómo acercar la música clásica a públicos masivos y populares?
“La música clásica es vista como si le perteneciera a otra gente, como si fuera una forma de arte superior. La música no cambia, es siempre la misma, pero la forma de mostrarla tiene que cambiar. Por eso me visto de jeans, hablo con las audiencias e introduzco cada pieza. Así los prejuicios se derrumban. Un concierto de música clásica es una oportunidad para ellos ir a un lugar donde no hay Twitter, no hay Tinder, no hay noticias, no hay publicidad. Solo tranquilidad y la posibilidad de desconectarse”.