Cantarle desde el cine, y en 87 minutos, a un macizo
Tras ser galardonada en varios festivales de cine de la India, así como en el International Film Festival for Spirituality and Religion and Visionary de Indonesia y el Brasov International Film Festival, Canción de Iguaque ya se ve en Colombia.
Con música del maestro del jazz Tico Arnedo, y la fotografía de Francisco Gaviria, esta película colombiana, que fue rodada en varios municipios del departamento de Boyacá, muestra un recorrido pictórico de los paisajes de la región llevados por el hilo conductor de la historia.
Es una cinta que muestra esa otra faceta de la sanación desde lo ancestral, dejando de lado el pasado tormentoso y de dolor y narrando un camino de crecimiento espiritual.
Son 87 minutos en los diferentes ecosistemas presentes en el macizo de Iguaque, sirviendo estos de fondo para expresar los estados mentales y emocionales que atraviesan sus protagonistas.
En la historia, Roble ( Óscar Vesga) es un joven campesino de las montañas de Iguaque. Alcohólico y solitario, vive atormentado por su pasado, pues de niño fue criado por un padre que no le brindó afecto y además carga con el dolor de una separación y un hijo muerto. Un día conoce a Xue ( Noelle Schonwald), una bella citadina, quien encantada con la visión del mundo que le ofrece Roble, se aventura a vivir con él.
Sin embargo, la cotidianidad saca a flote las diferencias mutuas y, una vez más, los tormentos de este joven le arrebatan la posibilidad del amor y de una familia.
Roble decide emprender un camino de sanación: inicia un profundo viaje que lo lanzará al desierto y a las altas montañas, al mundo de la bruja Mamarramos ( Beatriz Camargo), para limpiar los dolores, encontrarse con los espíritus de la montaña y finalmente volver a lo esencial.
Para lograrlo tendrá que vivir varias pruebas para entenderse a sí mismo, entender lo femenino y perdonar