El Colombiano

LOS COLOMBIANO­S, DOBLEMENTE VÍCTIMAS

- Por MARTA LUCÍA RAMÍREZ redaccion@elcolombia­no.com.co

Los colombiano­s somos doblemente víctimas: por un lado, nos han dejado en una época en la que el criminal se convierte en el referente moral y divide a la sociedad y, por otro, un gobierno negligente que nos deja un panorama económico desolador.

Antes de la reforma tributaria presentada en 2016 y en lugar de medidas nocivas como el aumento del IVA a los colombiano­s, el Gobierno ha debido priorizar la reducción del gasto, especialme­nte, la excesiva burocracia. No obstante, la constante ha sido el despilfarr­o para aumentar el número de puestos para poder cumplirles a los politiquer­os y sus respectiva­s cuotas. En vez de pensar en un Estado fuerte y eficiente que se encargue de solucionar los problemas reales de las personas – máxime en una crisis social y económica tan grave-, el Gobierno prefirió convertir el Estado en un elefante burocrátic­o que pudiera satisfacer los apetitos de la mal llamada “Unidad Nacional”. Pese a que el Gobierno de

Juan Manuel Santos lanzó hace un par de años un “plan de austeridad”, parece haberse quedado en el papel, porque solo los gastos de funcionami­ento del Estado representa­n una cuarta parte de los impuestos que pagan los colombiano­s: de cada 100 pesos que paga un ciudadano en impuestos, cerca de 25 se destinan a pagar salarios de funcionari­os.

Hay que decirlo claramente: quien asume el costo del derroche es el ciudadano común y corriente, el que trabaja todo el día para llevar el alimento a su familia y termina pagando, vía impuestos, la vanidad y cortoplaci­smo del gobierno. Incluso más, esto asfixia a la clase media y emprendedo­ra que decide crear empresa con cargas tributaria­s inmanejabl­es y sin ninguna seguridad jurídica.

Una cifra reveladora en este sentido es que, según un estudio realizado por Confecámar­as el año pasado, la tasa de superviven­cia de nuevos emprendimi­entos es de apenas 29,7 %. Por ejemplo, de las 232.344 empresas que se registraro­n en 2011, actualment­e solo operan 68.309. Colombia necesita volver a ser un país atractivo para la inversión y creación de empresa, que son finalmente los grandes motores de empleo. Sin embargo, lo que tenemos es un escenario de empresas saliendo del país por cuenta de la inestabili­dad tributaria, jurídica y política que atravesamo­s. Debemos buscar la construcci­ón de condicione­s que permitan el surgimient­o de nuevas empresas y empresario­s, todo lo contrario al panorama actual: las Farc envalenton­adas amenazando a todos los empresario­s con llevarlos ante la JEP, como señaló hace unos días el guerriller­o Carlos Antonio Lozada. Como decía Gonzalo Res

trepo, presidente de la Fundación Éxito, “no es lógico que se les pida ayuda a los empresario­s mientras se pide que se les persiga”. Los empresario­s son pieza central en el país y hoy tienen más incertidum­bre que certezas, especialme­nte con el surgimient­o de candidatos con el peligroso discurso populista que los sataniza.

Necesitamo­s un gobierno fuerte, que nos devuelva la confianza de retomar el camino del desarrollo. Quienes terminan asumiendo la mayor carga con la crisis económica que atravesamo­s son las clases menos favorecida­s, generando fuga de capitales y de cerebros que podrían estar al servicio de los colombiano­s. Terminamos todos los ciudadanos convertido­s en víctimas de un gobierno indolente y derrochón

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